Panorama Político // 2019-11-03
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El peronismo y los números de la esperanza
Si bien la democracia no consiste solo en votar cuando lo indica el cronograma electoral, elegir un nuevo gobierno en este contexto es un hecho esperanzador. Los resultados electorales que llevaron al triunfo del peronismo iluminan la enorme legitimidad como también las expectativas en el nuevo gobierno. En Mendoza, Alfredo Cornejo revalida su predominio.

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Construir un sistema electoral para la democracia es un proceso complejo en el que frente a elecciones donde se ponen en juego visiones antagónicas de país como las realizadas el último 27 de octubre suele cuestionarse y ponerse en duda su transparencia y efectividad.

Hay que recordar que, en las elecciones del 11 de agosto, y ante la abrumadora derrota sufrida por el oficialismo, militantes macristas salieron a denunciar el fraude K, una sospecha insólita si se tiene en cuenta que Marcos Peña tenía el control de todo el proceso electoral, incluyendo la contratación de la empresa venezolana Smartmatic encargada del escrutinio provisorio y denunciada en distintos países. Hasta la desopilante diputada Elisa Carrió quien, por su exceso de visitas a la Embajada, pidió vigilar los viajes de Cristina Kirchner a Cuba para ver a su hija porque, según sus delirios, allí "también tiene reuniones con los rusos para el hackeo electoral".

Revisar los resultados del 27 es una tarea obligatoria para comprender la particular dinámica que tuvieron las elecciones en las que ganó Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner por más de un millón de votos, superando el 49% si se computan el 3% de las mesas aún pendientes.

La victoria del Frente de Todos comenzó a gestarse desde el mismo momento en que Cristina, en una magnifica lección de la mejor política, anuncio la fórmula que postulaba a Alberto Fernández como precandidato a Presidente. Este golpe de timón que reconfigura la totalidad del escenario político nacional, descolocó por completo al macrismo y abrió las puertas al proceso de unidad del peronismo; camino que se coronó con el triunfo electoral del pasado 27 de octubre. Un Mauricio Macri desconcertado cae derrotado el 11 de agosto para no volver ya a recuperarse. A partir de ese momento, Alberto Fernández se transforma de hecho en el nuevo Presidente y el Presidente pasa a ocupar, paradójicamente, un rol de opositor y candidato. A pesar de la excelente remontada electoral de Juntos por el Cambio entre las elecciones de agosto y octubre, enancado en el SiSePuede, donde exploró medidas “populistas” en lo económico y derechizó aún más su discurso en lo ideológico, no alcanzó el ansiado balotaje. Sin embargo, mejoró sustancialmente los resultados de agosto y logra ordenar mejor su salida del gobierno el próximo 10 de diciembre.

Sin embargo es necesario un análisis más detenido de los resultados que arrojaron los comicios del pasado 27 de octubre. El primer dato sobresaliente, para una mejor comprensión de lo ocurrido, es que concurrieron a votar cerca de un millón y medio de personas que no habían concurrido a emitir su voto en las PASO nacionales del 11 de agosto. Esto representa el 80,86% del padrón; unos 26.600.000 electores en total.

La estrategia del equipo de campaña de Mauricio Macri para intentar lograr su reelección o blindar mejor su salida del gobierno fue aumentar la participación de electores con respecto a la cantidad de votantes que participó en las PASO de agosto. Ese fue el objetivo sobre las que se articularon las marchas del “Sí se puede”. La participación pretendida por el macrismo quedó a unos cuantos pasos del 83% al que aspiraban. El planteo estratégico del macrismo no estaba equivocado. No obstante, quedó en un orden de votantes similar a las generales de 2015 y a más de siete puntos por encima de agosto pasado.

Como afirma el politólogo mendocino Rubén Spedaletti, el resultado final de 48,10% (12.473.709 votos) para el Frente de Todos representa un clarísimo triunfo político de la fuerza unificada F&F y de la política entendida como construcción colectiva, que demostró ser mucho más que la suma de las partes o de una estratagema pergeñada por una hábil ventrílocua llamada Cristina, como refunfuñaban hasta el hartazgo sus detractores mediáticos. Fue un triunfo contundente que reviste de una legitimidad indiscutible al presidente electo Alberto Fernández quien, en base a su oficio político, ha sabido ampliar su plataforma de apoyo mucho más allá de los límites difusos del peronismo.

La alta polarización, tanto los resultados nacionales como en los de la provincia de Mendoza, es un dato que no se registraba desde la década de los 80: la suma de las dos fuerzas más votadas orilla el 90% en ambos casos. Los patos de la boda de esta radicalización de las preferencias electorales fueron las demás fuerzas políticas que se planteaban como opciones alternativas a las dos grandes coaliciones.

La hipótesis que se presenta a continuación es consecuencia de un análisis realizado a partir del recuento provisional de datos oficiales, donde se compara la evolución del voto entre las PASO nacionales de agosto y las Generales de octubre.

Como ya se señaló, fueron 1.500.000 los nuevos votantes que se sumaron el pasado domingo a las mesas habilitadas. A ello hay que agregar 500.000 electores que habían votado en blanco en las PASO y que ahora votaron afirmativamente sumados a los 85.000 votos que habían sido nulos en agosto y que ahora resultaron válidos.

También el 27 de octubre quedaron disponibles 306.000 votos de las fuerzas políticas que no alcanzaron más del 1,5% de los votos que la ley exige para ir a una elección general: Manuela Castañeira (Movimiento al Socialismo), Raúl Albarracín (Unión Vecinal), José Antonio Romero Feris (Autonomista) y Alejandro Biondini (Frente Patriota).

Otro tanto ocurre con la pérdida de sufragios que sufrieron, en relación a las PASO de agosto, otros candidatos que aspiraban a la presidencia: Roberto Lavagna perdió -481.000 votos; -226.000 Juan José  Gómez Centurión; -167.000 José Espert y - 161.000 votos que perdió el candidato del FIT, Nicolás Del Caño.

En consecuencia quedaron en total 3.426.000 votos que se terminaron distribuyendo entre las dos alianzas que polarizaron esta elección. De estos nuevos votos a distribuir, el Frente de Todos captaría alrededor del 49% cuando se terminen de contabilizar las mesas faltantes de Provincia de Buenos Aires y Corrientes principalmente. Con el 3% que aún falta escrutar el FdT se queda con poco más de 1.000.000 de votos.

Por su parte, Juntos por el Cambio captaría alrededor de 2.400.000 de los 3.426.000 nuevos votantes en disputa. La lógica indica que arrastró un mayor número de votos en blanco, una porción mayoritaria de los votos de Espert y Gómez Centurión, unos dos tercios de los electores de Lavagna y se quedó con la mayoría de los Nuevos Votantes. Estas cifras son casi definitivas ya que lo que falta escrutar es Corrientes y Provincia de Buenos Aires, donde JpC suma muy poco.

En síntesis: Macri logró sumar unos 2,4 millones de votos mientras que Alberto Fernández habrá sumado alrededor de un millón cuando se finalice con el recuento de los votos. La reducción de la amplia distancia de las PASO se explica entonces porque, de cada 10 votos no definidos, 8 fueron para Mauricio Macri y 2 para Alberto Fernández. El saldo final marca una luz de algo más de 2 millones de votos a favor del Frente de Todos. Este triunfo en primera vuelta mejora los resultados obtenidos por el peronismo del 2015, sin necesidad de balotaje y por diez puntos de diferencia.

En el caso de Macri, creció en casi todos los distritos y logró revertir el resultado de las PASO en cuatro provincias: en Santa Fe una mejora de 9,67 puntos porcentuales (pasó del 33,8% al 43,5%); en San Luis subió 11 puntos de diferencia; en Entre Ríos subió 8,54 puntos y se quedó con el triunfo con el 44,51% de los votos. En Mendoza logró el mayor avance (12,69 puntos). Resumiendo, Juntos por el Cambio ganó en seis distritos: estas cuatro provincias, la Ciudad de Buenos Aires y Córdoba, las únicas en la que había ganado en las PASO. Sin embargo hay que subrayar que solo en cuatro años de gestión licuó gran parte de su capital político y abrió un horizonte de incertidumbre sobre el futuro de la alianza gobernante.

Tal como afirma Rubén Spedaletti, “La ratificación del contundente triunfo de agosto de Axel Kicillof en Buenos Aires fue la piedra angular del triunfo peronista.” El Frente de Todos también mejoró moderadamente en Neuquén, Río Negro y Chubut, donde hubo mejoras entre el 3,5% y el 4% -salvo en Santa Cruz que aumentó 13,7%, llegando al 59,67%. En la Ciudad de Buenos Aires, con Matías Lammens a la cabeza, el FdT tuvo un avance porcentual módico (2,64 puntos) ya que los 35,7% representan una cifra simbólicamente importante para un distrito que históricamente ha sido poco empático con el peronismo.

En Mendoza, hubo un incremento de votantes que pasó de 76% a 82,32% entre agosto y octubre (70 mil más); es un fenómeno en cierta medida esperable ya que se repitió siempre un aumento de electores desde la implantación de las PASO en 2011.

Juntos por el Cambio, siempre respecto a las PASO nacionales de agosto, sumó 162.000 votos; mientras que el Frente de Todos perdió 11.000 (1 punto porcentual); Consenso Federal -25.700 (2,3 puntos); el FIT - 19.500 (1,8 puntos); NOS - 19.600 (1,9 puntos) y Despertar se durmió y resignó -12.000 (1,1 puntos).

Macri consiguió triunfos contundentes en el Gran Mendoza, que había sido su talón de Aquiles el 11 de agosto, especialmente en Capital, Godoy Cruz, y Luján de Cuyo, en todos ellos superando el 50% del apoyo en las urnas. También supera esa cifra en Junín. La alianza oficialista ganó además en San Carlos, Las Heras, Rivadavia y San Martín y obtuvo resonantes triunfos en comunas que gobierna el peronismo como Tunuyán y Maipú.

Por su parte, Alberto Fernández se alzó con la victoria en la diagonal árida menos poblada de Mendoza. Triunfó con claridad en Santa Rosa, Lavalle, La Paz y General Alvear. También obtuvo éxitos más ajustados en el resto de los departamentos del sur (San Rafael y Malargüe) y en Tupungato.

Los resultados electorales en la provincia de Mendoza muestran que Alfredo Cornejo logró revertir las PASO de agosto y sumar así tres bancas en la Cámara de Diputados, incorporando así al PRO Omar De Marchi a Diputados. Seguramente el gobernador Cornejo querrá capitalizar en el escenario nacional este triunfo, disputando un lugar de preeminencia en su bloque. Sin embargo el conservadorismo que profesa el presidente de la UCR parece haber entrado, luego del triunfo de les Fernández, en franca decadencia y su neoliberalismo de manual afectará sus futuras pretensiones políticas. Tan desdibujado ha estado el radicalismo en esta última etapa que, por ir de furgón de cola del macrismo dejó de postular, por primera vez en su historia partidaria, un candidato a la presidencia.

En tanto, el Frente de Todos, ubicó a dos diputados por Mendoza en las bancas del Congreso de la Nación, y sintió los efectos de un año cargado de elecciones. Pese a ello hubo una recuperación de 40.000 votos respecto a la elección a Gobernador. En términos generales se podría afirmar que el peronismo repitió la elección de agosto, la mejor de año y el radicalismo la de setiembre. Lo que se modificó fue el aumento de mendocinos que decidieron ir a sufragar.

Pero más allá de todos los análisis posibles, el peronismo, tanto provincial como nacional, vivió un día glorioso y lleno de desafíos. La alegría es peronista y con él, la política está de regreso en Argentina.
  


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