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El neoliberalismo argentino acaba de ser crucificado en las urnas. Pero no sólo Mauricio Macri y su fracasado gobierno cae en el hueco más sombrío de la historia. La derrota electoral también sepultó la fantasía de Cambiemos, de construir una nueva Argentina levantada sobre los escombros de la desigualdad y los privilegios; una sociedad donde los ricos se hacen cada día más ricos, mientras el resto sobrevive de los restos que caen de la mesa de banqueros, grandes exportadores agropecuarios y operadores de servicios públicos. El neoliberalismo detesta la igualdad y el Presidente Macri, profesante de un imaginario mundo sin fronteras, gestionó el poder como un caprichoso y egoísta patrón de estancia, sin saber ni entender y menos conducir el país que lo eligió. Fue por ello que entregó el gobierno al FMI y a los gerentes y CEOS de corporaciones nacionales y multinacionales, quienes tomaron por asalto las riquezas del país y la vida de los argentinos.
La mayoría de los argentinos entendió que en el reino del #Sisepuede solo importa cuidar la riqueza de los poderosos y en su nombre el macrismo mintió, manipuló, persiguió, invisibilizó y reprimió. Sin embargo fracasó en su intento de convencer a los argentinos de que el único camino posible para el país era la resignación y el sacrificio, mientras la felicidad y el bienestar solo estaban reservados a unos pocos amigos del poder. “Este es el único camino que nos lleva a ponernos de pie y alcanzar ese futuro que todos queremos”, mentía el Presidente mientras sus socios se enriquecían y fugaban sus fortunas a los paraísos fiscales.
Por eso, nunca más un industricidio que dejó decena de miles de puestos de trabajo destruidos; como tampoco la precarización y flexibilización laboral disfrazada de contratos basura, temporales y rotativos. “Hay que crear trabajo, cuidando los que tenemos,” dijo el Presidente Macri en el 2015. Ni una ni otra cosa sucedió. Las estadísticas de la Secretaría de Trabajo muestran la continua y vertiginosa caída del empleo en los últimos cuatro años, el aumento de la desocupación y el incremento del empleo informal, como resultado del desplome del mercado interno y la indiscriminada apertura comercial. "Queremos que sea más fácil despedir y contratar gente" corearon los empresarios amigos del poder, aprovechando las coincidencias que tienen con los CEOs del gobierno, siempre dispuestos a una reforma laboral regresiva. Solo la resistencia de los afectados pudo detenerlo. Mientras, el 10,6% de la población activa se encuentran desocupada, el 27% son asalariados informales y el 20%, cuentapropistas no profesionales. A los brutales ajustes y la pérdida de poder adquisitivo por efecto de las devaluaciones y la inflación, el Presidente Macri redujo por Decreto las indemnizaciones por accidentes y enfermedades laborales. Según un informe de Naciones Unidas, publicadas por Ocipex, Argentina es el tercer país en el que más aumentó la tasa de desocupación en el período 2015-2018 a nivel mundial. Humillante para una sociedad donde su Presidente prometió pobreza cero. También en las urnas se depositó esa bronca.
La voluntad soberana de la mayoría de los argentinos dijo nunca más a la escandalosa desigualdad social y la concentración brutal de la riqueza. Solo para ilustrar esta inmoralidad, la revista Forbes reveló que solo 50 familias argentinas atesoran un patrimonio de US$ 70.000 millones, mientras que 16 millones viven en la pobreza, 3,5 millones en la indigencia siendo 5 millones chicxs menores de 14 años. Ni siquiera la clase media, que en su mayoría tiene un profundo desprecio por los pobres, se benefició con su apuesta electoral al macrismo en el 2015. Casi 3 millones de personas de ingresos medios se despeñaron a la pobreza los últimos cuatro años perdiendo su prepaga, las escuelas privadas y abandonando la universidad y otros símbolos que le daban identidad y pertenencia.
Nunca más la entrega de soberanía y recursos naturales al imperialismo británico en Malvinas como ocurrió el 13 de setiembre de 2016 cuando, mediante la firma del ilegítimo y agraviante acuerdo Foradori – Duncan, el gobierno argentino cedió a las pretensiones inglesas y decidió “remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas" entregándoles, a cambio de promesas, yacimientos petrolíferos, recursos ictícolas y nuevas conexiones aéreas. Seguramente Alberto Fernández reparará esta deshonra.
Tampoco nunca más el miedo y el odio como forma de construcción política. El Presidente Macri y sus aliados quisieron instalarlos por todos los medios y fracasó. Insultos, calumnias, acusaciones, difamaciones contra Cristina Fernández y el kirchnerismo tapizaron los diarios oficialistas. Agitadores profesionales crearon la grieta cuyo único fin fue mantener dividida la sociedad para seguir aprovechándose de la polarización de la sociedad. Ejércitos de trolls invadieron las redes mientras periodistas “independientes”, en radio y televisión, construían montajes destinados a cazar desprevenidos, incautos y crédulos; enorme complicidad de los jueces y fiscales mendaces se prestaron a este juego corrupto. Bóvedas de utilería repletas de dinero, presuntas cuentas en las Islas Seychelles, supuestos contenedores con dinero enterrado en la Patagonia, las bóvedas imaginarias de Lázaro Baez, cuadernos inexistentes y ahora redivivos forman parte de una historia de vergüenza que hoy en las urnas tuvo su respuesta y tal vez encuentren en la justicia el castigo que merece. Si el miedo arrastró a la argentina a esta tragedia, la esperanza tiene el poder para sacarlos. Esa expectativa también se depositó en las urnas.
Otro mandato salido de las elecciones es nunca más ver un Presidente argentino arrodillado ante el FMI, mendigando dólares para sostener un gobierno que dilapidó las reservas del Banco Central para sostener la usura, la especulación financiera y la fuga de capitales, pulverizando así el valor del peso argentino a golpe de inflación y brutales devaluaciones. Solo en los dos últimos meses y medio el Banco Central perdió u$s 22.805 millones. El Presidente Macri confundió “inserción inteligente” de la argentina con cipayismo y subordinación a las potencias hegemónicas y a las organizaciones financieras internacionales. Lamentablemente la caída de Macri también se llevó una porción del futuro de la nación: Argentina quedó endeudada por cien años.
Nunca más jubilaciones de hambre ni adultos mayores sin medicamentos ni atención médica. Hay que recomponer los recursos del Fondo de Sustentabilidad de la ANSES, que respalda el pago a jubilados y pensionados, ya que fue literalmente saqueado durante estos últimos cuatro años. Durante la era Macri este Fondo descendió de u$s 67 mil millones a unos u$s22 mil millones, perdiendo casi el 70% de su valor en dólares. El presidente Mauricio Macri, la vicepresidenta Gabriela Michetti, el ex director Luis María Blaquier, ha sido procesado por la presunta comisión de ilícitos con este dinero de los jubilados.
También el mensaje de las urnas dijo basta a la estigmatización y persecución a dirigentes y militantes sociales, políticos y sindicales. Nunca más el olvido por Santiago Maldonado, Rafael Nahuel y los 44 submarinistas del ARA San Juan. Nunca más liberalismo represivo en la Argentina.
“No estamos cerrando una campaña electoral, sino un ciclo histórico: que definitivamente nunca más la patria vuelva a caer en manos del neoliberalismo. Nunca más estas políticas, nunca más”, bramó Cristina Fernández en el acto de cierre del Frente de Todos. Lo mismo repitió Alberto Fernández. Pero la historia enseña que el neoliberalismo y las poderosas fuerzas que lo sostienen, intentaran por todos los medios sabotear la marcha de este gobierno. El 40% de los votos obtenidos por la fórmula Macri-Pichetto será leído por el oficialismo como un cheque en blanco para provocar todo tipo de desmanes políticos desde su rol opositor. Es por ello, como lo señaló en el discurso de anoche Axel Kicillof, nuevo gobernador de la provincia de Buenos Aires, la fortaleza del Frente de Todos es mantener la unidad del campo popular.
Alberto y Cristina quienes obtuvieron un 8% de ventaja sobre la fórmula oficialista, tienen todas las expectativas puestas sobre sus espaldas. Será fundamental conservar e incrementar el apoyo social conseguido en las urnas para tomar las decisiones que esta coyuntura necesita. Quedan aún cuarenta y cuatro días de transición. Dependerá de la actitud y madurez que asuma Mauricio Macri para que, en este tramo hasta el 10 de diciembre, no se profundice la incertidumbre y la crisis
A Latinoamérica llegó la hora de los pueblos y Argentina acaba de sumarse a esta nueva etapa de la historia.