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El gobernador Cornejo necesita con urgencia, para el 2019, mostrar nuevas obras públicas y más servicios para mejorar la imagen de su gestión. El año próximo hay elecciones y está obligado a asegurar la continuidad de la alianza Cambia Mendoza en el poder, de preferencia con Martín Kerchner, su delfín político, hoy de paseo por China con un ejército de periodistas “independientes” invitados por el Estado, buscando inversores para la provincia.
Uno de los recursos a los que echó mano el Gobernador fue tratar de que la Cámara de Diputados le aprobara el artículo 39 del Presupuesto, que le permitía al Poder Ejecutivo refinanciar la deuda que vence el año próximo. La aplicación de esta estrategia, conocida con el anglicismo de rolar o roll-over, no es otra cosa que una “bicicleta” financiera, que le permite al gobierno tomar deuda nueva para pagar la que se vence en el 2019. Llevado a la economía familiar, es como pagar la tarjeta de crédito, pidiéndole un préstamo al Banco. En el caso del gobierno provincial, es permitirle “patear” los vencimientos hacia adelante, para que se hagan cargo de las acreencias las gestiones que vienen.
El oficialismo argumenta que este mecanismo favorece a Mendoza porque no incrementa la deuda y además permite refinanciarla, ampliando los plazos de pago y reduciendo las tasas de interés. María Paula Allasino, ministra de Hacienda y Finanzas, fue más pedagógica aún, “…si el mes que viene debe pagarse una deuda de 100 pesos, antes del vencimiento podría pedirse un préstamo por 100 pesos a un año de plazo para afrontar dicho pago. De esta manera, se sigue debiendo la misma suma (100) pero la refinanciación permitió postergar los pagos.”
Pero postergar el pago de la deuda tiene varias interpretaciones posibles. A pesar de que el gobierno y su ejército de voceros mediáticos creen que la verdad es solo lo que les conviene, hay otras lecturas posibles. En primer lugar, con el roll--over, el monto de la deuda provincial no disminuye, a pesar de la fantasía de los funcionarios de que es posible conseguir mejores tasas de interés, cuando las nacionales rozan el 70%. Hoy la a deuda de Mendoza ronda los 750 millones de dólares y más de 20.000 millones en pesos.
También, refinanciar la deuda indefinidamente, es seguir posponiendo irresponsablemente vencimientos a los que en algún momento habrá que hacerles frente; de continuar con este clima de ajuste y recesión, es razonable imaginar una drástica reducción de los recursos fiscales y, en consecuencia, mayores riesgos, en el futuro, de no poder pagar y de caer en default. En esta línea de razonamiento, es absolutamente claro que pagar deudas con otras deudas (lo que es igual a no pagarla), como pretende el gobernador, es arrastrar hacia el futuro los efectos de una pesada herencia que condicionará, más temprano o más tarde, no solo a los próximos gobiernos sino a generaciones de mendocinos, los que estarán obligados a asumir una carga financiera, sin haber recibido por ello ninguna compensación. También es evidente que el gobierno provincial, uno de los que más deuda tomó en la historia de esta provincia, pretende hacer política electoralista con el dinero del Estado y dejarle, a los que vienen, la obligación de pagar los costos de esta fiesta.
Crispados por la derrota legislativa, voceros del gobierno salieron a victimizarse argumentando que, como no se les va a permitir tomar nueva deuda para pagar la que se vence, tendrán que hacerlo con recursos propios. Para ello, dicen estar obligados a recortar el plan de inversión pública y bajarlo de 12.512 millones a 8.816 millones. Por supuesto, fiel a su estilo de no hacerse cargo de sus decisiones, culparán a la oposición por la falta de inversión en salud, educación, vivienda, infraestructura y en otras áreas de la gestión. Un argumento infantil que no podrá sostenerse en medio de una crisis que empezó a gestarse hace más de dos años. Hubiese resultado más productivo, en vez de gastar los dineros públicos en ornamentar plazas, paseos, calles y espacios verdes, invertir más en obras de infraestructura social y productiva. Pero discutir estas prioridades, comporta distintos puntos de vistas y sensibilidades diferentes.
Pero los enojos del gobernador son selectivos. No se molestó en absoluto cuando su socio Mauricio Macri le entregó el manejo de la economía al Fondo Monetario Internacional, acuerdo sobre el cual Alfredo Cornejo dijo “El FMI tiene en la sociedad una connotación negativa por haber impuesto recetas que después probaron ser recesivas. Pero hoy no tendría sentido sostener esa connotación negativa. Primero porque el FMI tiene otra concepción. Segundo, y más importante, porque el gobierno quiere sostener el crecimiento de la economía y, en ese marco, está dispuesto a hacer ajustes. Porque nuestra economía requiere ajustes” El gobernador compró la versión del “FMI bueno” que instaló la prensa oficialista. Un chiste del mal gusto si no fuese por la tragedia que ello significa. Quizá esta idea de lavarles la cara a los usureros internacionales tenga que ver con que hoy, el dinero FMI, es el único sostén financiero de Mauricio Macri.
También el gobernador de Mendoza no dijo nada cuando Mendoza dejó de cobrar $1.468 millones, correspondiente al año 2018 y 2019 cuando el Presidente Macri, por exigencia del FMI, decidió eliminar el “fondo de la soja”, una cuenta conformada por el 30 % de las retenciones a las exportaciones de soja y destinada a financiar obras provinciales, municipales, vinculadas exclusivamente a mejorar la infraestructura edilicia y/u organismos públicos, sanitaria, educativa, hospitalaria, de vivienda y vial, así como para infraestructura e inversión productiva.
Tampoco se escandalizó el gobierno provincial cuando, en un brutal atropello a las provincias, se aprobó en Diputado el Presupuesto Nacional 2019. Este proyecto de ajuste y recesión, fue rechazado por todo el arco opositor. Solo para ejemplificar, por la sola eliminación del subsidio al transporte, Mendoza pierde este año $ 1300 millones que antes aportaba el gobierno nacional. Es por ello que en el artículo 21 del Presupuesto Provincial, Mendoza pasa de gastar $736 millones en el 2018, a desembolsar 4.006 millones en el año 2019, en concepto de Fondo Compensador del Transporte. Los $10.000 millones que piensa sacar el gobierno nacional, del aumento de Bienes Personales, para compensar a todas las provincias por esta quita, está muy lejos de reponer el dinero que pierde la provincia por este recorte.
Hubo silencio en el cuarto piso de la Casa de Gobierno cuando, en este presupuesto nacional 2019, desaparecieron de las planillas oficiales el financiamiento para obras plurianuales a ejecutarse en la provincia, como los $5.396.160.000 para la construcción de la Central Hidroeléctrica Los Blancos. Ahora se deberá esperar a inversionistas privados para armar un PPP para su realización. También han borrado del presupuesto nacional los $136.000.000 destinados a la pavimentación de la Autopista Ruta Nacional N° 7 San Martín-Mendoza; tampoco figuran los $30.000.000 para Campamentos Viales. Otros proyectos plurianuales que fueron sacados del plan de obraspor el socio de gobernador mendocino, fueron la construcción del Gasoducto San Rafael por $238.598.570; la Planta de Bíogas de Las Heras por $60.912.825; el Relleno Sanitario Zona Metropolitana de Mendoza por $ 91.454.125 y ninguna de la obras proyectadas para Sistema Cristo Redentor, las que figuran ahora con financiamiento del Banco Interamericano de Desarrollo. Este conjunto de obras no se van a ejecutar. La razón, a criterio del sociólogo y economista Javier Elizondo es que, “El gobierno de Mendoza mandó a la Legislatura un presupuesto de ajuste y se relaciona directamente con el peso que va adquiriendo la deuda a partir del 2016. La eliminación del Fondo federal Solidario, la quita de los subsidios y las obras plurianuales que fueron eliminadas del presupuesto nacional 2019, son directa consecuencia del crecimiento exponencial que va adquiriendo la deuda y los condicionamientos del FMI para garantizar su cobro. Es también un presupuesto menos federal”.
El duro comunicado emitido por el Partido Justicialista, firmado por Omar Félix y Guillermo Carmona, rechazando las acusaciones del oficialismo de estar actuando en forma “electoralista”, hace directamente responsable, al Gobernador Cornejo, del “brutal endeudamiento a que ha sometido a Mendoza” como también, “de la peor crisis económica y social que padece Mendoza desde el 2001”. Este escenario revela el grado de tensión generado por la sorpresiva derrota legislativa que padeció Cambia Mendoza. Los dirigentes justicialistas, le recordaron al Gobernador que el radicalismo dejó a Mendoza dos años sin Presupuesto, durante las gestiones peronistas.
Mientras el Presupuesto, con media sanción de Diputados espera su tratamiento en el Senado, el Gobernador Cornejo sigue promocionando la marca Mendoza, no en China donde está el Ministro Kerchner, sino en México. Sin dudas que la creciente unidad del Justicialismo mendocino se va transformando en el otro protagonista central de la política provincial. Pretender desconocerlo o estigmatizarlo, no es democrático ni menos aún inteligente. La historia ya lo ha demostrado.