Panorama Político // 2018-02-04
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La Argentina de Macri, un país feliz en un mundo feliz
Mientras los argentinos viven una realidad que se degrada día a día, el gobierno nacional y provincial han entrado en una etapa defensiva, comenzando a mostrar sus rengueras en lo político y en lo económico.


La intervención del presidente Mauricio Macri en el Foro de Davos revela una Argentina de fantasía, casi perfecta, que ni Aldous Huxley, autor de Un Mundo Feliz, podría haber osado imaginar. Los padecimientos de la mayoría de los argentinos no se corresponden en nada con lo publicitado por el presidente: “La inflación alcanzó el menor nivel en una década. Los ingresos y los salarios han recuperado y las redes de seguridad social se han ampliado. La pobreza y el desempleo se han reducido también a través del año", afirmó Macri. Tal vez allí algunos le creyeron. Aquí todo lo desmiente.

Lejos de los deseos presidenciales, el 2017 finalizó con grandes movilizaciones y una represión brutal en el contexto de la repudiada reforma previsional que finalmente fue aprobada en el Congreso, reforma que ajusta las jubilaciones y las pensiones de todos los argentinos. El nuevo año arrancó con los peores indicadores de aceptación pública hacia la actuación de Macri y su gobierno.

A pesar de que su imagen estaba en caída libre, Mauricio Macri decidió tomarse unas extendidas vacaciones en el sur argentino junto a su familia. Apenas se reincorporó al gobierno en el 2018, Cambiemos volvió a la carga: un ataque mediático y político desmedido a la visita del Papa a Chile y Perú, el aumento en las prepagas y los combustibles, y el anuncio de nuevos tarifazos para el mes de marzo.

En ese contexto, Macri comenzó una gira por Rusia, Suiza y Francia. Los lamentables “chistes” futbolísticos en una conferencia de prensa con Putin fueron la nota de color. Pero la realidad es que el presidente fue por lana y volvió trasquilado. Una gira intrascendente y la lluvia de inversiones que le sigue siendo esquiva.

La relativa “tranquilidad” se vio alterada cuando el ministro que tiene en sus manos nada más y nada menos que la reforma laboral precarizadora generó un conflicto interno que terminó afectando aún más la imagen del presidente, al filtrarse un audio insultando a una mujer que trabajaba en su casa, la cual además cobraba un sueldo a través del sindicato de obreros marítimos, intervenido por el propio Triaca. Desprolijo, por lo menos, lo del egresado del Cardenal Newman.

Triaca tuvo que salir a pedir disculpas, y la respuesta del gobierno fue tapar el sol con las manos. Mediante un DNU prohibió que los familiares de funcionarios públicos tengan cargos en el estado. Inmediatamente, muchos de ellos confesaron sentirse “estigmatizados” por la medida.

En este contexto, se tensó aún más la relación del gobierno con los sindicatos. La resistida reforma previsional, la eliminación por DNU de la paritaria nacional docente, la amenaza de una reforma laboral por decreto, la imparable ola de despidos son, entre otros, los motivos por los que los dirigentes gremiales que decidieron poner en marcha un plan de lucha contra la administración macrista que se inicia con un paro y movilización el próximo 22 de febrero.

Esta embestida se da en medio de denuncias cruzadas entre gobierno y centrales obreras y una serie de conflictos que recorren las estructuras del sindicalismo argentino. La situación parece anunciar que la relación entre el gobierno y el movimiento sindical se tensará aún más de cara al 2018, y mucho más si el gobierno vuelve a insistir con una reforma laboral.

A esta altura tampoco quedan dudas que Cambiemos ha decidido hacer del 2018 un año fuertemente electoral. En este marco, pareciera ser que luego de dos años de gobierno el Pro comete los errores que le endilgaba al kirchnerismo: hablarle solamente a los suyos, ocultar la crisis económica y social, y mantener un discurso autoritario y despectivo hacia los sectores que lo cuestionan.

En tanto, el peronismo, tanto a nivel nacional como en Mendoza, busca articularse y fortalecer su ofensiva contra el modelo especulativo que impulsa el oficialismo. El Congreso Nacional se ha reconfigurado y el bloque FPV-PJ se ha cohesionado en la Cámara de Diputados, con una conducción experimentada como la que exhibe Agustín Rossi, que ha logrado tensionar los argumentos del oficialismo y poner en crisis a algunas iniciativas del gobierno. En tanto, la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, la que conserva un alto capital político, deberá lidiar con un Senado en la que un sector de la oposición sigue jugando, al menos por el momento, para el oficialismo.

En tanto, en Mendoza, el gobierno de Alfredo Cornejo empieza a sufrir el síndrome del “pato rengo”, expresión que se utiliza en la jerga estadounidense para señalar las debilidades que padecen los funcionarios que pierden poder en el último tramo de su mandato por no poder ser reelegidos. Ha comenzado a abrirse un frente interno en el radicalismo mendocino, con el senador Julio Cobos y la vicegobernadora Laura Montero a la cabeza, y que parece contar con el acompañamiento de un conjunto de dirigentes territoriales ansiosos por protagonizar la próxima etapa política.

Sin embargo, en el caso del gobernador de Mendoza su debilidad deviene también y sobre todo de un conjunto de factores críticos generados por su administración o sus aliados nacionales. La fuerte crisis frutihortícola, vitivinícola y olivícola, la dificultad para poner en marcha los proyectos del Renovar 2.0 de energías renovables por falta de fondos, y una relación con el gobierno nacional que tiende a complejizarse son parte de sus preocupaciones.

La mayor preocupación de Cornejo, que ahora es el presidente de la Unión Cívica Radical, parece estar acotada a las elecciones del 2019. Desde Buenos Aires, el PRO ya le mandó el mensaje de que su candidato en Mendoza para la gobernación es Omar De Marchi. Le pidieron que, terminada su gestión, deje el terreno libre y se vaya a ocupar algún cargo en la Nación. En este esquema Cornejo inevitablemente está obligado a redoblar su apuesta , para no perder su capital político: contener las internas de los suyos, y proponer un buen candidato que sea capaz de hacer frente a los potenciales adversarios internos, a Omar De Marchi, amarillo PRO y mantener bajo control la relación con el gobierno nacional. Hasta ahora el favorito del Cornejo es Martín Kerchner, quien se está “comiendo” todos los cachetazos de la crisis económica. El gobernador le ha pedido que se ocupe del sur, plaza importante para obtener los votos que le podrían faltar. Obediente, Kerchner pasa varios días de la semana reuniéndose con diferentes sectores de la economía que le reprochan, casi sin excepción, las dificultades que atraviesan. El periplo de autoridades de la Nación y de la Provincia por General Alvear y a San Rafael para reunirse con agricultores e industriales, y concertar líneas de trabajo obedece a esta consigna. Pero, ante el reclamo por la pérdida de rentabilidad, las líneas de crédito a sola firma, con una tasa de interés del 6% para el agro y la industria que otorga Mendoza Fiduciaria, son poco menos que aspirinas para enfermos casi terminales.

El derrumbe del consumo interno, la caída de las exportaciones, el retraso cambiario, la presión tributaria, la desocupación creciente y los altos niveles de inflación le juegan en contra al alfil de Cornejo ya que Kerchner no puede ni sabe resolver los problemas estructurales que generó el propio gobierno provincial y sus aliados nacionales. La matriz productiva provincial continúa casi igual desde que Cornejo asumió su mandato. O lo que es peor aún, se reconfigura anárquicamente como resultado de la crisis y las debilidades que viven los distintos sectores de la producción y el trabajo

Mientras el ministro de Economía mantiene el perfil bajo, debiendo demostrar aún la fortaleza de sus pretensiones, Cornejo semblantea a diario las encuestas para ver si su candidato se afirma o deberá entregarlo al momento de negociar su propio posicionamiento.

Mientras tanto, el Partido Justicialista y referentes del kirchnerismo, se reagrupan y buscan caminos de articulación política que les permita profundizar las coincidencias y superar las contradicciones que supone un rol opositor. Sin dudas que unos de sus desafíos es romper el cerco mediático y visibilizar los esfuerzos y aportes que realizan los distintos sectores en pos de la tan ansiada unidad.

“Perlitas” para indignarse

La perlita de la semana la protagonizó el presidente Mauricio Macri, cuando en el día de ayer, mientras se evacuaban 10 mil personas en la provincia de Salta por fuertes inundaciones, jugaba a 20km del lugar, en Jujuy, a la pelota con su gobernador más obediente: Gerardo Morales.

Luego del partido, dialogó con la prensa y resaltó que había sido un sueño para él jugar con deportistas destacados del fútbol. El equipo de Macri, obviamente, ganó 4 a 2.

La impunidad se hace manifiesta, una vez más, en la faceta judicial. Aprovechando el clima de vacaciones y con pocos espectadores atentos a la dinámica judicial, el gobierno pasó otro elefante por el bazar. Por orden del Ministro Garavano, la Unidad Fiscal AMIA desistió de acusar a los ex fiscales Eamón Mullen y José Barbaccia, por el encubrimiento en el juicio oral y público AMIA 2, que investiga el encubrimiento del atentado de 1994. Se trata de la causa en la que están siendo juzgados el ex presidente Carlos Menem, el ex juez Galeano y el ex presidente de la DAIA Rubén Beraja, entre otros. Sin sonrojarse, y habiendo Ministerio Público Fiscal pedido en el mes de diciembre 8 años de prisión para los ex fiscales, ahora el gobierno dice no tener “elementos para pensar que hubieran cometido delitos”.

Este giro, que revela la resistencia del macrismo a tener un papel activo como querellante y como acusadores en la causa, no solo generó la molestia de los familiares afectados sino que también deja al desnudo la operación del Ministro Garabano que apunta a la disolución de la Unidad Especial AMIA, un territorio que Elisa Carrió considera propio.

Se viene una semana conflictiva para el gobierno

La semana que comienza estará muy lejos de aquel país de fantasía al que se refirió Macri en Davos. Delicados asuntos de la agenda pública se conjugarán en una semana que promete traer dolores de cabeza a la alianza oficialista.

Quizás sea el plano económico-financiero uno de los más explosivos. La caída de las bolsas, tras conocerse la nueva conducción de la Reserva Federal de Estados Unidos, y el pronóstico de un aumento de las tasas en ese país auguran un escenario muy complicado para la Argentina por la vulnerabilidad financiera que ha sido diagnosticada por los especialistas como una de las más altas del mundo.

La llegada de Rex Tillerson a la Argentina le agregará una atención especial a esas críticas circunstancias financieras. El secretario de Estado de Estados Unidos viene a reafirmar el predominio imperial en el “patio trasero”. Así lo sugirió de una forma escandalosamente explicita en su primera escala por América Latina, que paradógicamente se produjo en Texas, desde donde se ocupó por igual de hacer apología de los golpes y dictaduras militares latinoamericanas, confrontar con China y Rusia por sus crecientes vínculos con América Latina y sugerir la posibilidad de una intervención militar y un golpe de Estado en Venezuela. Macri lo recibirá como a un amigo, por supuesto.

En el plano político-institucional la atención estará puesta en la reunión de la Comisión Bicameral de Tratamiento Legislativo en la que se enfrentarán las posiciones del oficialismo y la oposición para tratar el escandaloso mega-DNU que modifica 129 leyes y deroga otras 9, que el gobierno emitió mientras el presidente estaba de vacaciones. Aunque el oficialismo contaría con votos propios para garantizar su aprobación, se tratará de un duelo discursivo interesante que presagia costos altos para el gobierno ante la arremetida unificada de los diputados y senadores opositores. Aún cuando el gobierno logre sacar dictamen favorable se preanuncia una acción opositora para dejar sin efecto el decreto cuando comiencen las sesiones ordinarias.

Por otra parte, el presidente recibirá tras múltiples reclamos a los familiares de los tripulantes del ARA San Juan. A casi tres meses de la desaparición del submarino con todos sus tripulantes, se van revelando datos que la Armada y el gobierno nacional han estado, evidentemente, ocultando. La inacción y el silencio del gobierno es también el caldo en que se cuecen una serie de hipótesis y trascendidos que enturbian aún más el panorama.

En este marco toma aún más relevancia la comisión investigadora bicameral impulsada por la oposición, compuesta por 6 senadores 6 diputados. El oficialismo dilata su conformación y sueña con que recién en marzo arranque su funcionamiento. A pesar del compromiso del bloque oficialista asumió en la constitución de la comisión, hoy los parlamentarios que obedecen al gobierno se muestran renuentes a poner en marcha este mecanismo de investigación. Tras tanto manoseo y ocultamiento detrás de la desaparición del ARA San Juan, pareciera que esta comisión, junto al trabajo que está realizando la jueza de Santa Cruz Olivia Marta Yáñez, son la única esperanza para conocer la verdad.

En Mendoza las cosas no estarán más calmas. Con el comienzo de la actividad legislativa se vienen temas que despertarán pasiones y confrontaciones. El pacto fiscal, una modificación del Código Procesal Laboral –por la que la CGT ya se puso en alerta- y el retorno del fantasma de la ampliación de la Corte provincial levantarán aun más la temperatura de este caliente y extremadamente húmedo febrero mendocino.

Mientras los argentinos viven una realidad que se degrada día a día, el gobierno nacional y provincial han entrado en una etapa defensiva, comenzando a mostrar sus rengueras en lo político y en lo económico. Mientras el presidente Macri sigue vendiendo al mundo un país de fantasías, una Disneylandia a la medida de sus necesidades en la que da por supuesto que todos somos descendientes de europeos, la crisis social y económica sigue horadando los bolsillos y la paciencia de los argentinos. Quizás, durante este año que recién empieza, la oposición –política, social y sindical- pueda empezar a poner la necesaria cuota de realismo. Nada indica que el macrismo pueda aportar algo más que un nuevo subterfugio del marketing político.

  


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