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Finalmente, se confirmó lo que todo el mundo sospechaba. No llegará ni un dólar más del FMI hasta que se sepa quién será el próximo presidente de la Argentina. Mientras tanto, el único mandato del presidente Mauricio Macri terminará con las reservas casi agotadas del Banco Central y con una situación de default de los compromisos de la deuda. Los argentinos estamos endeudados en una fortuna con FMI y también con miles de ahorristas e inversores que tienen títulos de deuda a cobrar en dólares y en pesos.
Peregrinación
Buena parte de la política argentina se ejecutó esta semana en Estados Unidos. Se trató de una peregrinación oficial con el objetivo de conseguir los 5400 millones de dólares que correspondían al desembolso del FMI. El titular de Hacienda, Hernán Lacunza, y el presidente del Banco Central, Guido Sandleris, se reunieron con autoridades del FMI en Nueva York. El objetivo era destrabar el sexto desembolso del préstamo que es resistido por un grupo de países, entre ellos Italia, Suecia y Holanda que prefieren esperar al recambio presidencial.
Lacunza se reunió el miércoles con la directora ejecutiva del FMI, la búlgara Kristalina Georgieva, la economista que reemplazó a Christine Lagarde, apenas unas horas después de que la funcionaria fuera votada en su cargo. Antes, el martes, se habían reunido con David Lipton, director interino hasta que asumiera Georgieva, en la que participó también Macri. El presidente le había dicho al funcionario que Argentina cumplió todas las metas acordadas y que por eso debían concretar el giro de 5400 millones.
La suspensión del programa fue confirmada por el propio David Lipton, quien aseguró que el Fondo “trabajará para una eventual reanudación de una relación, algún tipo de relación financiera con ellos, que puede tener que esperar un tiempo”.
El Fondo comenzó a tomar distancia del gobierno a partir de las elecciones del 11 de agosto y por el fracaso económico, a pesar de que siguió sus recetas de ajuste desde el año pasado. Lo mismo ocurrió con el gobierno de Fernando De la Rúa en la crisis de 2001.
Herencia
Cuando comenzó la gestión de Mauricio Macri, el gobierno enfrentaba vencimientos de capital e intereses en moneda extranjera por un total de 52.500 millones de dólares, que se distribuían a lo largo de los cuatro años del mandato. La herencia para el próximo presidente será tres veces más. Hoy la deuda representa el 100% del PBI mientras que en 2015 representaba el 38% y la deuda en dólares era el 18%.
En menos de cuatro años de gobierno, el macrismo tomó deuda por 180 mil millones de dólares, al tiempo que se producía una fuga de capitales por 130 mil millones. A pesar del evidente fracaso del programa de financiamiento pactado con el FMI, el gobierno requiere los recursos previstos para garantizar la estabilidad de sus cuentas externas y evitar una nueva crisis cambiaria.
De los 56.000 millones de dólares comprometidos por el organismo, al próximo gobierno le corresponderán solamente unos 7 mil millones, sin embargo, tendrá la obligación de devolver sumas siderales y la responsabilidad de renegociar una deuda que ya es impagable.
Macri quería que la Argentina termine “enamorada” de Christine Lagarde, pero hoy ni siquiera continúa trabajando en el FMI, que ya no quiere seguir negociando con el presidente. El organismo ya despide al gobierno y éste a su vez se despide de seguir gobernando. Pero a los argentinos nos dejan la deuda eterna y el ajuste destructivo.
La gestión Cambiemos destrozó la economía del país, pero los bancos y los fondos que ellos representan hicieron negocios millonarios con la deuda, la especulación del dólar y las altas tasas de interés.
Lo pagan los argentinos que no llegan a fin de mes, los que perdieron el empleo y los que ven día a día quebrar sus empresas. El sufrimiento social es inmenso y los daños persistirán por mucho tiempo.