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Integración regional y multipolaridad global
Desde las elecciones primarias del 11 de agosto, el viaje a Europa de Alberto Fernández ha sido lo más interesante, políticamente hablando, que ha sucedido para nuestro país. No solo por sus declaraciones públicas, de gran sustancia, por cierto, sino también por la agenda que protagonizó y su significado.
“Para que América Latina florezca como Continente tiene que ser un Continente. No tiene que ser una serie de Estados cada uno corriendo por su cuenta. Eso nos debilita frente a un hecho inexorable que se llama globalización”, dijo Alberto Fernández en la conferencia que brindó en el Congreso de los Diputados de España. Con lo cual hay una primera tarea a realizar: “Reconstruir la unidad Latinoamericana”, agregó. Puso énfasis no solo en lo histórico o cultural, sino en lo más básico y trascendental: es mejor estar unidos para defender nuestros intereses económicos.
A esto sumó un segundo elemento: “Argentina debe recuperar su relación multilateral y multipolar con el mundo”. A su vez, de allí se desprenden dos apreciaciones importantes. Primero, “que el país forme parte del grupo de Lima y que esté tan condicionado a las políticas americanas es un retroceso” y segundo, “tenemos que entender también que Argentina siempre encontró su primer vínculo en Europa y que siempre entramos a Europa por una puerta que se llama España”.
En síntesis, su intención es la de trabajar para reconstruir la unidad continental y frenar el alineamiento automático con los Estados Unidos (sostenido por Mauricio Macri), favoreciendo una posición multipolar donde el vínculo con Europa, empezando por España, sea prioritario.
Salir de la crisis y volver a crecer
Hacia dentro, el país debe trabajar para salir de la crisis, volver a crecer y enfrentar nuevamente el descalabro de la deuda externa y la situación con el FMI. En ese sentido, “Argentina no es un país que está condenado a vender productos primarios, sino que es un país que ha conocido la industria, que alguna vez fabricó autos de marcas argentinas, que alguna vez fabricó aviones de marcas argentinas”, dijo el candidato en otro pasaje de su discurso.
Uno de los puntos importantes tuvo que ver con la situación financiera, “hemos quedado a merced del fantasma de la deuda”, dijo, y agregó: “cuando Macri llegó al gobierno la Argentina tenía una deuda que representaba el 38% de su PBI, mientras que hoy tenemos más del 100% del producto afectado”. Sin embargo, la aclaración que realizó a continuación hace todavía más profundo el problema, ya que “el PBI en 2015 era de 550 mil millones de dólares y ahora es de menos de 300 mil”. Las deudas se pagarán, dijo, pero sin profundizar la postergación de los argentinos.
En ese marco además se refirió a las persecuciones judiciales que están sucediendo en la región, especialmente a las detenciones arbitrarias, en particular la de Lula da Silva. En contraposición, la administración de Cambiemos nunca tuvo consideraciones para con la detención del ex mandatario brasilero, incluso Argentina fue uno de los primeros países en reconocer al golpista Michel Temer como presidente tras la destitución de Dilma Rousseff.
Fernández estuvo acompañado por el diputado nacional Felipe Solá, Miguel Cuberos, del Grupo Callao, y por el ex candidato a presidente chileno Marco Enriquez Ominami, un aliado en América latina y en el vínculo con Europa que el candidato priorizará en la escena internacional.
En España también con Todos
En España, Alberto Fernández disertó sobre comunicación en política y el rol de los medios en la universidad Camilo José Cela, donde enseña desde hace una década. Sin embargo, entró de lleno en política internacional durante las reuniones que mantuvo con el ministro de Asuntos Exteriores español y futuro jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, el presidente español Pedro Sánchez y ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero.
Entre los temas importantes se habló sobre el futuro acuerdo Mercosur-Unión Europea. Los planteos de Fernández no implican el bloqueo del tratado, sino que lo que busca es garantizar que sea "equitativo" para todos los países involucrados. “El secreto es salvar las asimetrías para integrarnos con la Unión Europea”, afirmó. Su intención es relanzar la relación con Europa desde una perspectiva distinta a la de Macri
Fernández y Borrell se refirieron a la crisis de Venezuela, en la que el gobierno de España intenta jugar un papel de facilitador de un acuerdo que permita una salida "dialogada" al conflicto entre la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro. Es la misma línea no intervencionista y de solución pacífica que proponen México y Uruguay, la cual se verá fortalecida en un eventual gobierno del Frente de Todos.
Su presencia en España generó la oportunidad de contactos que pueden ser muy importantes para su futuro gobierno, reforzando la relación con líderes políticos y empresarios. Entre ellos, mantuvo un encuentro con Ana Botín, presidenta del Banco Santander, quien ratificó inversiones en la Argentina, donde el Santander tiene más de 9.000 empleados. La empresaria se dirigió al candidato como si ya fuera el nuevo presidente y le expresó su preocupación por la situación económica y financiera que está dejando Mauricio Macri.
Por otra parte, se reunió con directivos importantes del país, como los del Grupo Prisa, la agencia estatal EFE y otros empresarios españoles que tienen intereses en Argentina: Telefónica, BBVA, Iberia, Grupo Hidalgo (dueños de Air Europa) y Mapfre, entre otros. “Estuve despejando más dudas que otra cosa -le comentó a Clarín el candidato presidencial - y explicando en qué está la economía argentina. Tienen mucha incertidumbre. La mayor preocupación es el tiempo que queda para el cambio. Sienten que hasta entonces el gobierno actual no da respuestas.”
También tuvo tiempo para encuentros personales. Charló con Enrique Bacigalupo, abogado penalista argentino que llegó al máximo tribunal de Justicia español y con otro argentino radicado en España: el psicoanalista y escritor Jorge Alemán. No se privó tampoco, en uno de los encuentros, de compartir una “zapada” con Jorge Drexler en la casa del embajador uruguayo en España, Francisco Bustillo, donde se hospedó.
Las reuniones de mayor significado político fueron con el presidente del gobierno en funciones, Pedro Sánchez, y con el ex presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Así, Alberto prepara su agenda económica y de política exterior, sondea apoyos y posibles acuerdos con inversores. Todo esto confirma no solo su pragmatismo y habilidad para afianzar su figura en el marco internacional, sino también la pericia de la dirigencia española para adaptarse a la futura situación en Argentina. Fernández ya está sembrando el terreno de los que podrían ser sus aliados en el exterior.
Los empresarios españoles entienden que hay mucho tiempo por delante hasta el cambio de mandato y que el único que, por ahora, tiene posibilidad de corregir las cosas es Macri. Seguramente Alberto Fernández les dio su visión de lo que intentará realizar a partir del 10 de diciembre.
¿Qué significa Portugal?
La reunión entre Alberto Fernández y António Costa, primer ministro de Portugal, en la residencia oficial, fue muy importante por dos motivos: el primero, en cuanto al sistema de alianzas que el primer ministro supo construir y consolidar; el segundo, en cuanto a los resultados concretos de la economía. Uno de los espejos en que podría mirarse el gobierno de Alberto Fernández.
Portugal redujo el déficit, la deuda pública, el desempleo, la desigualdad, cumpliendo al mismo tiempo con los pagos al FMI. Fortaleció su mercado interno en combinación con una intensa política exportadora.
Es un modelo que reivindicaron tanto Axel Kicillof y Cristina Fernández, como también Christine Lagarde y David Lipton, del FMI. Exactamente lo que necesita Fernández: ejemplos que sean aceptados por Todos.
Costa, líder del Partido Socialista de Portugal, gobierna desde finales de 2015 con una alianza que incluye el apoyo de comunistas, verdes y el Bloco de Esquerda, cercano a los españoles de Podemos. Portugal es ejemplo de logros políticos y económicos, en cuanto a la consolidación de una mayoría para gobernar y en cuanto a resultados concretos que han servido para revertir las políticas de austeridad, sanear las cuentas del Estado, y mejorar la calidad de vida de la población.
Fondo y Forma
Fernández mantuvo encuentros de alto nivel con sectores económicos, políticos e incluso culturales. En todos ellos dejó una buena impresión. Muchos dicen que se debe a que el candidato presidencial es “moderado”, lo cual deja mucho sin explicar y más bien parece un lugar común para quienes buscan una diferenciación con Cristina Fernández de Kirchner. Otros creemos que más bien se trata de un político pragmático dispuesto a corregir el descalabro económico y social que dejará el gobierno de Cambiemos. Bajo esa óptica, su viaje ha sido un éxito.
Políticamente, Fernández busca “construir una mayoría importante para que el conservadurismo no haga más daño al pueblo argentino". Eso le dijo a Juan Carlos Monedero, uno de los fundadores de Podemos, a quien le recomendó que también haya unidad de la izquierda en España. Ante una audiencia muy cercana a Podemos, mencionó al presidente Sánchez, lo que causó cierta sorpresa. "Me quedé entusiasmado con la reunión con Sánchez, estoy seguro de que nos va a ayudar", aseguró.
En Sánchez y Costa, Fernández ya ha encontrado a dos aliados para empezar a construir una imagen internacional diferente y buscar ayuda para salir de la crisis.
En apenas unas horas Fernández escuchó a una representante del sector financiero, pero también a un referente del pensamiento antineoliberal. Desde Ana Botín a Jorge Alemán, pasando por Zapatero, Sánchez y Costa, Alberto Fernández dejó en claro que su construcción es con Todos. Su estilo flexible y pragmático es el mismo con el que viene trabajando su sistema de alianzas local.
No está demás decir que lo que está pasando en Argentina es una esperanza para muchas personas progresistas en América Latina, pero también en España y Europa. Mientras tanto, aunque él no lo haya buscado precisamente así, los hechos hablan por sí solos: su agenda, actitud y reconocimiento fue la de un jefe de Estado.