Columnistas // 2019-07-28
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PANORAMA POLÍTICO
Futuro
El Presidente Macri busca su reelección sembrando el odio y el miedo entre los argentinos. Apoyado en una gigante maquinaria publicitaria intenta convencer infructuosamente que su proyecto representa la esperanza y el futuro. En Mendoza, Cristina Fernández de Kirchner presentó “Sinceramente”, persuadida que la gente dirá basta en las próximas elecciones.

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En el 2015 la campaña electoral del macrismo se montó sobre la mentira y la manipulación de la opinión pública. Hoy, sin ningún argumento para sostener el colapso económico y social del cual es exclusivo responsable, el Presidente Macri ha optado por el camino del odio y el miedo como herramientas propagandísticas para conseguir su reelección. Pero asustar a la gente, transformando a los adversarios políticos y sociales en enemigos públicos, puede tener funestas consecuencias, tanto para su gobierno como para la propia democracia. Argentina le ha tocado padecer trágicas experiencias cuando agitadores o demagogos “republicanos” instalaron enemigos internos con el fin de justificar sus propias ambiciones de poder y codicia. La llamada Revolución Libertadora de 1955, que demonizó a Evita, Perón y a su movimiento, es uno de los tantos ejemplos de atropellos que se cometieron en nombre de la libertad, el orden y la democracia y cuyo único fin fue ocultar un proyecto de saqueo y destrucción.

Si hay un arte que domina con maestría el macrismo, ese es la manipulación y el engaño. “Debatiremos. Esperemos que esta vez no mienta” dijo por estos días Alberto Fernández hablando de Mauricio Macri y recordando a los argentinos la catarata de falsedades y promesas vacías que llevaron a Cambiemos a la Casa Rosada en el 2015. Se podrían llenar páginas con aquella verdadera estafa electoral que facilitó la llegada del Presidente Macri al sillón de Rivadavia. Basta con repasar las más importantes de su larga lista de falacias para medir la magnitud del engaño.

En relación a la inflación repitió: "Eliminar la inflación será la cosa más simple que tenga que hacer si soy Presidente."; “Vamos a bajar la inflación a un dígito”; "La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar. En mi presidencia la inflación no va a ser un tema."; "La inflación se produce por culpa de un gobierno que administra mal." Luego de cuatro años la inflación superará el 220%, siendo una de la más alta del mundo.

Durante el debate presidencial de 2015, donde confrontó con Daniel Scioli, el Presidente Mauricio Macri señaló: “Tenemos como objetivo económico lograr una Argentina con pobreza cero”. Hoy los argentinos que son pobres rondan los 14 millones; más de un tercio de la población sufre de graves privaciones. Solo en el año 2018 Mauricio Macri arrojó a la pobreza a más de 2.200.000 de personas según el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Es oportuno citar aquí otra frase que hizo historia “La primera cosa por la que quiero se me evalúe es por si pude o no bajar la pobreza” Los resultados están a la vista.

Hablando del Fondo Monetario Mauricio Macri profetizó falsamente en el 2016: “No vamos a pedirle préstamos al FMI” y terminó mendigando 57.000 millones de dólares ante el organismo internacional quien hoy se ha transformado en el principal sponsor de su campaña. Tal ha sido la magnitud del endeudamiento externo contraído por el gobierno de Cambiemos que se corre el peligro de caer en default. El riesgo país rondando los 800 puntos alertan sobre esta desconfianza. Hasta el mismo FMI quedó al borde del abismo por acompañar las aventuras del macrismo. Como ya decía John Keynes “Cuando uno debe poca plata al banco, uno tiene problemas, pero si uno debe mucha plata al banco, el banco tiene problemas”. Esta es la situación del FMI. Hasta Christine Lagarde sabía que si Argentina no paga, el FMI se funde. Fue por ello que abandonó la dirección del organismo y buscó una nueva zona de confort en el Banco Central Europeo. Qué lejos quedó ese 3 de enero de 2006, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner canceló en un solo pago la deuda que la Argentina mantenía con el Fondo Monetario Internacional por más de 9800 millones de dólares. Hoy nuevamente esa pesada herencia quedará como un lastre para el próximo gobierno.

"El dólar no es nuestro problema, es la inflación” afirmó en su momento el Presidente. Sin embargo a pesar que asumió con un dólar a $12, hoy esa moneda ronda los $44. Y en argentina, presidente que devalúa, presidente que se devalúa. Es por ello que más del 70% de los argentinos desconfían de la palabra de Mauricio Macri por su demostrada ineptitud de manejar la economía. Hasta el economista ortodoxo Guillermo Calvo, profesor de la Universidad de Cambridge afirmó, desde Chile, que “Un gobierno con Cristina puede ser más creíble que el de Macri”, acusándolo además al Presidente de “mentiroso”, “incompetente” y de estar “muy quemado”.

"Ningún pariente o amigo va a tener ventaja" dijo en Marzo 2017. Toda la sociedad argentina está al tanto de los hechos de corrupción que afectan a su propia familia y una porción considerable de sus funcionarios, la mayoría de ellos con evidentes conflicto de intereses en el ejercicio de la función por su relación como ex gerentes de grandes corporaciones privadas. Esta grave situación que es encubierta por la Oficina Anticorrupción que conduce la ultramacrista Laura Alonso. Nunca cumplió con el aquella promesa del 2015. “este gobierno va a combatir la corrupción. Seré implacable” Otro tantas promesas incumplidas se podrían mencionar relacionadas con los jubilados, la salud, la educación, la justicia, la seguridad, la política exterior y el trabajo entre otras.

Mientras que para Bloomberg, Argentina ocupa el primer lugar en el ranking de los países emergentes más vulnerables y la prensa informa que en el último año se destruyeron 217.000 empleos, el Presidente Macri hace campaña confiado en que un electorado miedoso e ignorante se someterá sumisamente a sus deseos reeleccionistas. De allí que la promesa de futuro más importante de la campaña macrista sea que “Si ganamos esta elección vamos a ir en la misma dirección, lo más rápido posible”. Convencido de que los electores no están interesados en los contenidos, ni en las propuestas la campaña como tampoco en los fracasos de su gestión, el gobierno de Cambiemos se ha transformado en una gran productora publicitaria que, utilizando al máximo todas las redes sociales, ha puesto en circulación más de 400 spots de campaña dirigidos a 37 grupos de electores diferentes para que a cada votante le llegue el mensaje que quiere escuchar. Hay mensajes exclusivos para desocupados, colectivos antiderechos, productores quebrados, discapacitados, jubilados y todas las victimas del modelo macrista, los que son falsamente invitados a elegir entre Macri y el futuro o Cristina o el pasado. Sin embargo toda este derroche de tecnologías y mensajes personalizados no logra tranquilizar los mercados quienes intuyen la derrota de su candidato como tampoco consigue convencer al electorado mayoritario del interior del país y de la provincia de Buenos Aires quienes apuestan, en su mayoría, por la fórmula Fernández – Fernández.

También en esta campaña del odio y el miedo, donde el macrismo concentra riquezas y privilegios y destruye los derechos de los más desprotegidos, se pretende también borrar la memoria, la historia, los símbolos y todos los valores que hacen a una sociedad justa e igualitaria. “Lo que hemos hecho estos tres años y medio es muy valioso. Perderlo nos condenaría a perder, tal vez, 25 años en nuestra historia. Una vuelta atrás generaría un rechazo universal del mundo” afirmó Macri como la fórmula para diseñar su triunfo. Futuro contra pasado. Otra grosera artimaña que, apoyada en un enorme aparato tecnológico, los grandes medios de comunicación y porciones del aparto judicial, sueñan con eternizarse en el poder.

Existen pequeños sectores de la sociedad que sienten fascinación por la mentira, disfrutan de su ignorancia y prejuicios y justifican, sin ninguna condición moral, el odio y el desprecio inoculado por Cambiemos y su aparato de poder. No es materia de esta editorial juzgar o censurar las preferencias, prejuicios y vacíos morales de esos electores. Pero de los que sí se puede dar certeza es que, si el futuro del país se construye sobre los cimientos del odio y la mentira, solo queda esperar más barbarie y destrucción.

Un nuevo contrato social. Cristina Fernández volvió, después de años, a la zona Cuyo, esta vez a San Juan y Mendoza. En San Juan participó de un acto para homenajear a Evitapor el aniversario número 67 de su muerte, junto al gobernador Sergio Uñac, y el presidente del PJ nacional José Luis Gioja, luego de la polémica instalada sobre “pindonga” y “cuchuflito”, palabras que usó la ex presidenta para referirse a las segundas marcas que hoy deben consumir los argentinos, ante la imposibilidad de pagar las primeras.

En San Juan, el primer acto que realiza sola y de campaña, porque hasta el momento venía sólo realizando las presentaciones de su libro Sinceramente, homenajeó a Evita, y : “Una de las cosas más conmovedoras de Evita fue la dignidad que le otorgó a los pobres". Además, reconoció el acompañamiento de la militancia y aseguró "poder mirarlos a los ojos”, con la convicción de que nunca la olvidaron, “porque nunca los traicioné. Es eso en definitiva la vinculación de los dirigentes con el pueblo, poder mirarlos y decirles a todos que los quiero mucho".

En Mendoza realizó la presentación de su libro “Sinceramente” en el Centro de Congresos y Exposiciones de San Martín, lugar inaugurado años atrás por la expresidenta. El espacio ya recibió semanas atrás a Alberto Fernández, y ahora estuvo a disposición para la presentación del libro. El salón estuvo repleto, y miles de militantes escucharon las palabras de la candidata a la vicepresidencia en las inmediaciones del predio.

La presentación del libro fue junto a Marcelo Figueras, y la conversación giró principalmente sobre la situación económica, y la difícil cotidianeidad que atraviesan hoy los argentinos, en un país que ya no ofrece posibilidades de proyectar un futuro.

Retomando la polémica de “pindonga” y “cuchuflito”, se refirió al acuerdo de “precios esenciales” del gobierno, y bromeó: “Precios esenciales, será por lo que dijo el principito que lo esencial es invisible a los ojos. El crecimiento es invisible, el bienestar es invisible, todo con esta gente es invisible, hasta la comida”.

El argumento sin embargo de esta discusión que fue banalizada por los medios de comunicación y hasta por el mismo Presidente, es que el gobierno solo coloca a precios un poco más accesibles productos de segundas marcas, privando así a las clases medias bajas y bajas de consumir productos de buena calidad, además de que son alimentos que no hacen a una buena nutrición.

En este sentido recordó a Evita, quien le dijo a las damas de beneficencia que ella no iba a hacer beneficencia “porque ustedes los ricos cuando piensan en los pobres piensan en cosas usadas y viejas”. “Y me acordaba del programa precios cuidados, donde teníamos cosas buenas y de primeras marcas, a este otro, precios esenciales, donde te venden únicamente polenta, arroz o harina y aceita como si eso fuera lo único que por ser pobre te mereces. Yo no creo en ese tipo de Argentina ni de sociedad.”

Esta lógica de precios esenciales, es parte de la modificación desde el 2015 a la fecha de las pautas de consumo de la sociedad, “porque no te alcanza la plata y tenés que llegar de alguna manera y la verdad no es justo porque todo el mundo tiene derecho y la gente quiere tener buenas cosas”.

“Aspirar a tener las mismas cosas de los que están mejor que yo, ¿Qué tiene de malo, qué tiene de condenable?”, se preguntó mientras el auditorio aplaudía.

Es que lo que se ha perdido en la argentina, es el fenómeno que supo instalar el peronismo, y es el de la movilidad social ascendente, que generaba que una persona que había nacido en un hogar pobre, o en un hogar de trabajadores, pudiera llegar por ejemplo a la universidad.

“Este es un plan premeditado para ir horadando a la sociedad y que cada vez se contente con menos. Muchas veces escuché alguien que decía bueno ‘yo tenía un auto que era demasiado para mí, o una casa que era demasiado linda’, para que finalmente tuvieran que aceptar que hasta leche como la gente era demasiado para la sociedad. No se dejen maltratar más por nadie y que no les digan que no se merecen las cosas porque no es cierto”.

Para Cristina no hay posibilidad de que la sociedad pueda subsistir una reelección de Cambiemos “si estas políticas siguen 4 años más no van a quedar ni pasas de uva. Queremos volveré a tener esa argentina donde es posible soñar, si habías nacido en un hogar pobre llegar a clase media, no pedimos demasiado”.

La Expresidenta apeló en toda la charla al sentido común, y a la inteligencia de los argentinos, para entender cómo un presidente es capaz de poner de rodillas a un país en tan poco tiempo: “No teníamos endeudamiento y habíamos logrado poner en marcha la industrialización de la Argentina, las industrias funcionaban. Yo pensé, que Macri con ese nivel de desendeudamiento, con medios de comunicación que habían trabajado abiertamente para favorecer su triunfo y con el changüí que tiene un gobierno que recién asume, con todas las expectativas de los que lo votaron y el aguante natural de los que no lo votaron… Tenés que ser muy malo para chocarla toda”.

“Hay una discusión con esto, la chocaron toda, ¿O están haciendo lo que vinieron a hacer? Es una discusión que no la tengo saldada ni yo misma. El desastre está hecho y esto hay que ponerle pecho y salir a devolverle a la gente la esperanza y la expectativa, de que una argentina mejor es posible”.

Además, reconoció los motivos por los cuales la mitad de la población votó a Macri en 2015 (impuesto a las ganancias, inflación, y el mal llamado “cepo”). Sin embargo actualmente, todos esos temas no se solucionaron, incluso se agravaron fundamentalmente con la fuga de divisas y la imposibilidad de la gran mayoría de la población de tener la capacidad de ahorro que le permita comprar dólares. “Yo no creo que las sociedades se suiciden, no puedo pensar que la gente pueda si quiera imaginar cuatro años más con estas políticas, yendo al supermercado con estos precios, cargando la nafta que aumenta siempre, pagando peajes y tarifas en dólares”.

Por último, volvió a tomar el concepto de un nuevo contrato social, que viene planteando hace tiempo: “En épocas de grandes acuerdos entre sectores, nadie puede estar en desacuerdo, pero permítanme decirles que va a ser necesario algo más: un contrato social de todos los argentinos y argentinas, con metas verificables, cuantificables y exigibles”.

En este sentido, terminó: “Si los argentinos podemos despojarnos de nuestras animosidades, porque las cosas que nos unen a todos, pensemos como pensemos, son más fuertes que las que nos desunen, entonces deberíamos despojarnos de todas esas cosas que nos han dividido y crear un nuevo contrato social de ciudadanía responsable, que significa volver a recuperar otra vez la solidaridad”.


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