Columnistas // 2019-06-30
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Mercosur - Unión Europea: camisa de fuerza para el desarrollo nacional
El gobierno nacional anunció este viernes el acuerdo alcanzado entre el Mercosur y la Unión Europea, que fue presentado como una “conquista histórica”. Sin embargo, los peligros son mayores a los beneficios.


 El tratado que negoció el gobierno, si llegara a aplicarse, tendrá efectos muy importantes para la estructura productiva de nuestros países. Sin embargo, se llevó acabo prácticamente en secreto.

El acuerdo abrirá el mercado sudamericano a los productos industriales europeos, y el de Europa, a los productos agrícolas sudamericanos. Esto es fácilmente verificable a partir de las evidentes asimetrías en términos de desarrollo relativo:

-Casi el 70% de las importaciones desde Europa que realiza el Mercosur se concentran en productos de alto valor agregado como maquinarias, automóviles, autopartes, productos químicos y farmacéuticos, entre otros.

-Más del 60% de las ventas externas del Mercosur hacia países europeos se conforman de productos agrícolas y alimenticios de escaso nivel de elaboración.

Los presidentes de Brasil, Jair Bolsonaro y de la Argentina, Mauricio Macri coinciden en abrir el bloque a los capitales internacionales y a la competencia extranjera. El resultado es evidente: los sectores competitivos internacionalmente se potenciarán y los que aún se encuentran en proceso de desarrollo, perecerán.

En nuestro caso, los sectores más beneficiados serán los de por sí ya exitosos y grandes agro-exportadores. El peligro es la desaparición de la industria, la ciencia y la tecnología. Es decir, volver al destino que las grandes potencias determinaron para estas latitudes: granja, estancia, granero, etc. El resto de los bienes y servicios los proveerá Europa, como lo hacía en el siglo XIX, generando trabajo de calidad en sus países, fortaleciendo su sector exportador de bienes y servicios con alto valor agregado e incorporación de tecnología.

El acuerdo elimina la mayor parte de los aranceles que cobra al ingreso de productos europeos el mercado suramericano y hará que las empresas extranjeras ahorren 4.000 millones de euros en derechos de aduanas al año.

Se destacan, además, las contemplaciones de abrir las licitaciones de compras públicas a la participación de empresas europeas, extender plazos de protección del derecho de patentes a sus corporaciones, otorgar la libre circulación en mares y ríos internos del Mercosur a la flota extranjera, y el reconocimiento de exclusividad del uso de indicaciones geográficas a sus productos.

Las firmas sudamericanas tienen similares condiciones en la Unión Europea, pero ocurre que es escasa o nula su capacidad para competir.

La entrada en vigencia del tratado pondrá en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo industriales en Argentina y Brasil. La desregulación y reducción de aranceles estará concentrado por sectores como metalmecánica, calzado, textil, marroquinería, muebles, autopartes, química y automotores.

Las industrias uruguaya y paraguaya son mínimas, con lo cual el impacto negativo será mucho menor.

En cuanto a las compras públicas, las empresas europeas podrán participar de la construcción de rutas, aeropuertos, ferrocarriles, puertos, contratos para la provisión de insumos y equipamiento al Estado Nacional, en las mismas condiciones que sus pares locales.

La extensión de los plazos de protección permitirá a los laboratorios extranjeros gozar de la exclusividad de comercialización de nuevos medicamentos por 5 años y de agroquímicos por 10 años más.

Países como Argentina, con una industria en grado de desarrollo se encontrará en la obligación de competir con industrias altamente desarrolladas, con fácil acceso al crédito y a tasas muy bajas. Esto significa menos trabajo, empleos de menor calidad y salarios más bajos para los sudamericanos. Los salarios industriales, siempre más altos, y el desarrollo científico y tecnológico se quedará en Europa.

El acuerdo tiene significado político: ponerle camisa de fuerza a las reformas estructurales que yase están implementando en la región para que, a través de obligaciones internacionalmente asumidas, luego sean muy difíciles de modificar.

No se trata de un simple acuerdo comercial, sino de fuertes modificaciones políticas y estructurales capaces de anular capacidades productivas y de desarrollo autónomo, consolidando la subordinación y dependencia de nuestros países.


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