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- Mmmm…
- ¿Mmmm, qué?
- Mmmm, mmmm…
- ¿Qué le pasa? ¿Le cortaron la lengua?
- Mmmm, mmmm, mmmm…
- Parece Bernardo, el mudo de la serie El Zorro.
- Mmmm, mmmm, mmmm, mmmm…
- ¿Mi celular? ¿Para qué?
- ¡Qué lerdo que es, mamita! ¿Por qué siempre tengo que explicarle todo? Le acabo de mandar un whatsapp.
- ¿Y para qué me escribe si estoy al lado suyo?
- Usted atrasa más que los bigotes de Alberto, querido. Ya no se habla más.
- ¿Cómo que no se habla más?
- Claro. Las argentinos ya no quieren volver al pasado; a las cadenas nacionales, a los discursos en la ONU, a la Plaza de Mayo de bote a bote en la que no se podía circular…
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Que ahora todo es por whatsapp.
- Pero hay cosas que…
- ¡No se resista al cambio! Mire el lado positivo. Mauricio ya no va a tener que dar largos y sesudos discursos…
- Nunca los dio.
- Porque es un adelantado. El ya lo sabía desde que asumió.
- ¿Qué cosa?
- Que todo es por whatsapp. Ahora Marquitos nos está entrenando para hacer campaña por whatsapp y les vamos a romper el…
- Bueno, bueno! No hace falta el insulto fácil.
- Shhhh, no siga gastando saliva, que perjudica el medio ambiente.
- ¿Y qué hago?
- Lea.
- Pero esto no se entiende nada. Son todos símbolos. Y se le escapó la V de la Victoria. Y un gato.
- Maldito hakerperonistas. Debe ser una maniobra de Assange para perjudicarnos.
- ¿Sabe lo que pienso? Que si el lenguaje se reduce a un puñado de emoticones se empobrece.
- Y dale con la pobreza. Y dale con la pobreza ¿El periodismo militante se quedó sin tema?
- Me refería al lenguaje.
- También somos ricos en eso. En octubre vamos a llenar las urnas de corazones rojos latiendo, de caritas con corazoncitos en los ojos y de Marías Eugenías levantando el bracito derecho.
- Sigue con los furcios de la semana pasada. Parece que el inconsciente lo traiciona.
- ¿No me diga que se arregló con su esposa, la psicoanalista?
- En eso estamos.
- Mándele un corazoncito por whatsapp y listo.
- Prefiero las flores.
- Mire que es gastador, ¿eh? Venga, toque, no tenga miedo.
- ...
- No. Así no, flojita, que la nueva Argentina necesita hombre valientes.
- ¿Qué siente?
- Frío.
- Si tenemos el gas prendido todo el día el FMI nos corta el chorro. Lo que le pregunto es qué está tocando.
- Su celular, no soy ciego.
- ¿Y ahora?
- La pantalla, supongo.
- ¿Y?
- ¿Y qué?
- Son cosas que se tocan con las manos.
- ¿Y?
- Con el gobierno anterior eso no existía.
- ¿Qué cosa?
- Esto. El whatsapp, el celular, las cosas que se tocan con las manos. Usted veía un Iphone y ni lo podía importar.
- ¿De donde saca esas cosas?
- Lo tenemos estudiado. Antes usted se sentaba en una silla y creía que era una silla.
- ¿Y qué era?
- Un relato. Un holograma como el de Randazzo, cualquier cosa. Tuvo que llegar Mauricio para que se pueda tocar el pavimento.
- Sí, lo vi.
- ¿No parecía el hombre araña?
- En eso tiene razón.
- Bueno, eso es real.
- ¿El presidente tirándose al piso para tocar un pedazo de asfalto?
- Exacto. Los argentinos solo quieren lo real.
- ¿Y los emoticones que me manda por whatsapp son reales?
- Nada más real que un pulgar hacia arriba y que la carita con la lengua afuera.
- ¿Puede dejar de mandarme mensajes?
- Y ahora vienen los stikers. Vamos a crear dos, tres… mil cadenas de whatsapp…
- ¿Me puede excluir de la lista por favor?
- Imposible. En la Argentina de la reelección nadie se puede quedar afuer