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- Aspiro… exhalo… aspiro… exhalo…
- ¿Qué hace?
- ¿Puede correr el pie que me está pisando una mano?
- Sí, perdón.
- Para el otro lado, que va a aplastar el paquete de polenta.
- Disculpe, es que no hay mucho lugar…
- ¿Sabe qué pasa? Desde que congelamos los precios la gente desbordó los supermercados.
- ¿Estás compras son suyas?
- Exacto ¿Explotó el consumo, vio? Yo le dije a Mauricio que afloje con el populismo.
- Solo veo un paquete de polenta, una botella de aceite y tres saquitos de té.
- ¿Y qué más quiere? ¡Cómo se nota que usted no estuvo en la guerra!
- Usted tampoco.
- Aspiro… exhalo… aspiro… exhalo…
- Se va a enganchar la corbata…
- Vamos todos que “Sí-se-puede” aliviar los precios: Aspiro… exhalo… aspiro… exhalo.
- ¿A quién arenga? Si estamos nosotros dos solos...
- Es que estamos transmitiendo en vivo.
- ¿Qué cosa?
- La jornada nacional del alivio. Usted se para frente a los alimentos y hace ejercicios de relajación. Haga la prueba. No sabe lo aliviado que se va a sentir.
- Es ridículo.
- Ommmm…
- ¿Se puede parar, que no lo escucho?
- Imposible. Y córrase un poco para allá que va a voltear la botella de aceite.
- ¿Es necesario hacer todo esto?
- Imprescindible. La gente está tan aliviada que hasta le deja propina a la cajera. Y después dicen que hay hambre ¡mamma mía!
- Creo que está perdiendo de vista la realidad.
- ¿Están grabando o no?
- ¿Quiénes?
- ¿Ve la foto de Mauricio que hay al final de la sala?
- Sí.
- Bueno, tiene cámaras en los ojos. Me las regaló D’Alessio.
- ¿En serio?
- ¿Alguna vez le dije algo que no fuera cierto?
- Buenoo…
- Está encendida, ¿no?
- ¿Y cómo puedo saberlo?
- Mire a Mauricio a los ojos. Si los tiene rojos, está grabando.
- No alcanzo a ver desde acá.
- Con sus ganas de colaborar nunca va a bajar la inflación, viejo. Por lo menos quédese quieto, así no se va de cuadro.
- ¿Me están filmando a mí también?
- No, a Lagarde escapando de Notre Dame con una canasta de Precios Cuidados. ¡Obvio que lo estamos filmando!
- Pero yo no quiero participar en ningún video.
- Eso dicen todos. Después van al supermercado, se alivian y le agradecen a San Mauricio.
- Pero no pueden grabarme sin mi consentimiento.
- No haga tanta alharaca. Esto es lo que va a decir. Tome, lea.
- ¿Cómo sabe lo que voy a decir?
- Mire que está difícil hoy, ¿eh?
- Me hace participar en una filmación en la que no quiero, y encima escribe un guion con lo que tengo que decir.
- No se preocupe, lo decimos nosotros.
- ¿Cómo que lo dicen ustedes?
- Le doblamos la voz. ¿Le gusta la de Dujovne en las reuniones con el FMI? ¿O prefiere la de Alfredo Casero?
- Es una falta de respeto…
- Ya, ya, ya. No rompa este momento de alivio con su histeria opositora.
- Yo no rompo nada, creo que todo esto es un disparate.
- ¿Sabe los millones de argentinos que esperan abrir la puerta de su casa y ver entrar Mauricio con la cámara del celular en la mano? ¿Se da cuenta la oportunidad que tiene?
- No.
- Si sale bien, Mauricio vuelve.
- ¿A dónde?
- A su casa.
- ¿Y para qué quiero que vuelva?
- Para comentar con usted lo mal que están las cosas. ¡Un lujo!
- Pero yo no quiero que el presidente comente lo mal que están las cosas, yo quiero que las solucione.
- ¿Se da cuenta de que nada le viene bien, no?
- No.
- Congelamos los precios, promovemos el gran alivio nacional ¡y usted se preocupa por un video!
- Lo único que quiero es que no me hagan participar de prepo. Eso solo.
- ¿Sabe qué pasa? Si usted no quiere, tenemos que poner a la misma familia de la semana pasada.
- No me importa.
- A nosotros sí. La mujer ya se está poniendo pesada con eso de que está todo mal, el marido lo quiere pelear a Mauricio porque dice que va muy seguido, y el hijo le da puntapiés en los tobillos porque cree que es el Chicho Serna.
- ¿Pero no está guionado?
- Obvio, pero la mujer dice que ya sabe de memoria lo que tiene que decir y empieza a improvisar por la suya. Y encima Mauricio se olvida.
- ¿Qué se olvida?
- Lo que tiene que decir. Grabar cada visita nos lleva una semana. Así no hay alivio que alcance. Aspiro, exhalo, aspiro, exhalo… Ommmm….