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El gobernador Cornejo duda entre, atar su suerte política al derrumbe al que lo arrastra el presidente Macri, o correrse de ese lugar incómodo y disimular así su complicidad con la catástrofe social y económica que vive la Argentina. Pero esta no es una decisión sencilla y que pueda tomar en soledad. Por el contrario, se encuentra atado a fuertes condicionamientos que ponen en riesgo todo su capital político.
Alfredo Cornejo tiene por un lado, al gobierno nacional cuyo mensaje político es, tanto para los propios como para sus aliados: o nos salvamos todos juntos o no se salva nadie. Esta solidaridad de prepo que reclama el presidente Macri es una verdadera pesadilla para dirigentes de Cambiemos que aún conservan algún capital electoral. Napoleón decía que la victoria tiene cien padres y la derrota es huérfana; y son justamente las presunciones de una dura derrota electoral lo que ha llevado a muchos dirigentes oficialistas, que antes se desvelaban por una selfie con el Presidente, a renegar hoy de su liderazgo, entre ellos muchos referentes radicales. Fue basado en ese diagnóstico, que el gobernador mendocino desdobló las elecciones provinciales de las nacionales.
Otro frente que condiciona las decisiones de Cornejo es el estado de ebullición interna que vive el radicalismo a nivel nacional. Por un lado, los ultra macristas, que siguen sosteniendo a rajatabla la figura de Macri y su programa de gobierno. Por otro, están los radicales que presionan por ir a las PASO con candidatos propios. Una fantasía poco probable a esta altura del cronograma electoral. También están aquellos radicales que conciben a Cambiemos como un esquema de negocios políticos con el PRO. Desde el pragmatismo más descarnado se trata, en este caso, de negociar con Mauricio Macri un mayor volumen de cargos para los correligionarios, sin poner en discusión el modelo económico o la defensa de las instituciones que están siendo arrasadas por el oficialismo. Finalmente, son pocos los dirigentes que están dispuestos a enfrentar la hegemonía de radicalismo neoliberal que conduce el partido, levantando las banderas históricas del esta fuerza política centenaria. Alfredo Cornejo, como presidente de la Unión Cívica Radical, está obligado a navegar en medio de estas tensiones internas buscando mantener unido un partido que, lejos de lo que imaginaba su fundador Leandro N. Alem, de que el mismo “se quiebre, pero que no se doble”, aparece hoy como una fuerza política de segundo orden, resignada a prestar su estructura territorial a las fuerzas más conservadoras de la Argentina, a cambio de algunos lugares en el gabinete nacional. No parece que tenga hoy otras opciones, si bien en teoría el radicalismo podría competir en las elecciones PASO en todas las provincias y ganar, probablemente por amplio margen, al PRO de Mauricio Macri.
También en la provincia de Mendoza la interna oficialista se ha tensado más allá de lo previsible. Muchas veces los gestos en política, dicen más que las palabras. Y la presencia de Omar De Marchi, hombre del PRO, intendente de Luján de Cuyo y precandidato a gobernador en la explanada de la Casa de Gobierno, presentando a su compañera de fórmula frente al despacho de gobernador Cornejo, fue todo un gesto de provocación dirigido tanto a Rodolfo Suarez, precandidato ucerreista, como al propio primer mandatario provincial.
Susana Velázquez, una docente que trabaja en un barrio popular de Luján de Cuyo es la compañera de Omar De Marchi en la fórmula del PRO para las PASO del Frente Cambia Mendoza. Pero lo que debió ser una formalidad electoral se transformó en una actitud desafiante, no sólo por el lugar elegido para este anuncio, sino también porque el dirigente lujanino declaró que “Cuando por ahí todo el mundo cree que las fórmulas tienen que responder a acuerdos políticos, para conformar a sectores internos de un determinado partido, nosotros por el contrario, casi en una actitud de provocación, decimos que queremos que quien marque la agenda de la Legislatura el próximo tiempo sea una persona común y corriente que vive el día a día de los problemas y nadie se los ha contado”, lanzando así una crítica directa a la fórmula oficialista. En vez de bajar el tono de la disputa, la formula radical Rodolfo Suarez y Mario Abed, respondió con un acto en Luján de Cuyo, acompañando al precandidato a intendente, Martín Kerchner. Como era previsible, aprovecharon la oportunidad para castigar políticamente a De Marchi. Más allá de lo anecdótico, esta escalada verbal crece día a día y, de no mediar otras circunstancias, terminará poniendo en crisis a la alianza Cambia Mendoza.
Otro conflicto que sacudió la política local fue el que protagonizó Mario Abed, precandidato a vicegobernador por el radicalismo, quien declaró que el Plan Estratégico Vitinícola es una “experiencia fallida”. La Coviar (Corporación Vitivinícola Argentina), responsable del Plan, cruzó con inusual dureza al intendente de Junín señalando que sus afirmaciones son “infundadas, carentes de profundidad, subjetivas y sin ánimo de contribuir al desarrollo de la cadena vitivinícola”. Si bien la sangre no llegó al río, y hubo gestos de reconciliación entre las partes, la desconfianza parece haberse instalado. Guillermo Carmona, presidente del Partido Justicialista, fue quien mejor sintetizó la situación. “ Yo creo que el intendente Abed en su nuevo rol de precandidato a la vicegobernación hizo una de sus genialidades, echó todas las culpas a un ámbito como es la Coviar para descargar todas las culpas y responsabilidades que tiene el gobierno de la provincia y el Nacional, que son sus gobiernos", declaró.
En medio de la traumática situación social y económica que vive la provincia de Mendoza, el peronismo local va configurando su propio camino rumbo a las elecciones, tanto municipales como provinciales. A pesar de los fantasmas que agita el oficialismo, los precandidatos justicialistas a la gobernación ya están en plena campaña electoral trabajando principalmente en el plano de las propuestas de gobierno.
El Cuarto Encuentro Construyendo Futuro, de los Equipos Político-Técnicos del Partido Justicialista, del que participaron más de 800 invitados, fue uno de los escenarios donde, parte de la dirigencia justicialista, puso en movimiento parte del potencial político del que dispone. Guillermo Carmona, presidente del Partido Justicialista, puso en valor el encuentro y, en tono de campaña, señaló que “Hoy Mendoza está sin rumbo y el peronismo tiene la obligación, a través del conocimiento de los miles de militantes, de brindar un plan para salir de la crisis en que nos han metido Macri y Cornejo. Juntos vamos a construir la victoria del peronismo en Mendoza. Este es el momento de la solidaridad y de la unidad del peronismo para terminar con este gobierno de pocos para pocos”. El encuentro se realizó en el departamento General San Martín, donde gobierna el peronista Jorge Omar Giménez, quien apuesta a renovar su mandato luego de superar el decreto proscriptivo que dictó Alfredo Cornejo. El intendente municipal, que se hizo presente en el encuentro señaló que “Nos estamos preparando para lo que viene, construyendo esperanza para quienes la están pasando mal. Necesitamos el compromiso de cada uno de ustedes” dijo, refiriéndose al auditorio que lo acompañaba. También participó de la jornada el precandidato a gobernador Alejandro Bermejo, quien subrayó que “Todo este trabajo en el que el peronismo ha vuelto a ser un lugar de encuentro, de convocatoria, de trabajo, va a dar enormes frutos cuando recuperemos la provincia al servicio de las mayorías. Educación, salud, más trabajo y mejores condiciones de trabajo para recuperar la provincia con inclusión y desarrollo”. En la crónica publicada en VCF, "El peronismo tiene la obligación de crear un plan para salir de la crisis", se abordan otros pormenores del encuentro.
Por su parte, la precandidata Anabel Fernández Sagasti, se reunió en Luján de Cuyo con trabajadores de la educación, de quienes recibió un conjunto de propuestas destinados a reformular distintos aspectos del modelo educativo vigente.
El peronismo mendocino sigue avanzando con sus precandidatos en la calle. Está aún pendiente la definición respecto de si habrá una fórmula de unidad o cada uno de los contendientes irá con lista propia a las PASO. Cada una de las opciones tiene ventajas y desventajas. Pero el peronismo mendocino intenta que la resolución de esta encrucijada se produzca en sus propios términos y no como resultado de falsos dilemas que impiden construir confluencias o dirimir las diferencias de la manera más ventajosa para el conjunto.
Marchas sin Congreso y las nuevas peticiones de Lagarde. El pasado 4 de abril confluyeron en una nueva manifestación la CGT, las CTA, y las diferentes organizaciones que nuclean a las Pymes nacionales en reclamo, una vez más, por la situación económica que atraviesa el país. Si de datos se trata, cierran 25 empresas por día en el país y en lo que va del gobierno de Mauricio Macri han cerrado sus puertas 7500 pequeñas y medianas empresas. La manifestación en Buenos Aires confluyó en Avenida de Mayo y 9 de julio sin oradores, y el cierre fue una foto grupal de la dirigencia sindical.
Sin embargo, las dos CTA y Pablo Moyano presionaron a la cúpula para que convoquen a un paro nacional el 24 de abril “consensuado con todos los sectores sindicales”. Sin embargo, aún no hay una expresa voluntad de la CGT de tomar una medida de fuerza que paralice las principales actividades productivas del país.
En Mendoza, reclamaron una ley de emergencia económica y social, urbana y rural, el fortalecimiento de las áreas de Trabajo y de Seguridad Social, la articulación del Estado con los sindicatos para la presentación de un plan de trabajo que atienda al problema de la falta de viviendas de empleo, y de atención de los sectores más vulnerables y los jubilados.
Aún desde los sectores más combativos continúan pidiendo que la principal central obrera del país tome medidas de lucha consistentes con la situación económica que atraviesa el país.
En tanto, el mismo día en el Congreso Nacional, que está casi paralizado por una expresa decisión de Cambiemos, la oposición logró quórum para sesionar en Diputados con la intención de debatir proyectos fundamentales como la emergencia tarifaria y alimentaria, y la exención del pago de ganancias a jubilados. Sin embargo, las y los diputados de Cambiemos se sentaron en las bancas pero bloquearon su tratamiento al impedir alcanzar los dos tercios necesarios que exige el reglamento. Graciela Camaño fue una de las que enojada reprochó al oficialismo al expresar, “No podemos seguir cobrando tanto sin trabajar”.
Los presidentes de los distintos bloques reclamaron al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó que permitiera la argumentación de cada uno de los proyectos. Este aceptó, y esto le valió críticas al interior de Cambiemos por permitir a la oposición hablar en el recinto.
Desde que Mauricio Macri inauguró las sesiones legislativas el oficialismo no ha permitido llevar al recinto los principales temas que reclama los bloque opositores. Con un Congreso en stand by, la mirada está puesta en cuáles van a ser los proyectos de ley que impulsará, en medio de la campaña electoral, la alianza gobernante. Por ejemplo y sorpresivamente, el día viernes el senador de Cambiemos Roberto Basualdo presentó un proyecto de blanqueo laboral, condonando deuda a las empresas que tienen trabajadores en negro, con el supuesto el aval de la CGT.
Mientras tanto, Mauricio Macri tiene la peor imagen de toda su gestión, y un sector cada vez más importante del radicalismo, se muestra reacio a seguir quedando como responsable de la crisis, y lo que es peor, contagiarse la imagen negativa del macrismo. Durante tres años el PRO tomó todas las decisiones políticas sin consultar a sus aliados, y ahora el macrismo que se asomó a mirar por la ventana que da a la realidad, se dio cuenta de que sin el radicalismo no puede ganar las elecciones. Es un déficit y también un error del oficialismo el no haber podido construir una estructura y cuadros políticos propios capaces de enfrentar, por si solos, un proceso electoral. Tal como se señala en esta misma editorial, igualmente el radicalismo tiene poco margen, y también voluntad, para encarar una aventura electoral fuera de la alianza Cambiemos.
Todas las encuestas le dan mejor imagen a María Eugenia Vidal. Sin embargo Macri se preocupó en resaltar una vez más, que ella es la candidata en la provincia de Buenos Aires. La adicción al poder, la falta de experiencia, y los consejos de asesores incompetentes le hacen creer al gobierno que una última jugada de buena comunicación, marketing u operetas judiciales pueden revertir la desesperación y enojo de cada uno de los argentinos y argentinas que reclaman un cambio de rumbo económico. Hay muchos otros que empiezan a pensar seriamente la posibilidad de abandonar el país. Los más jóvenes buscan una relación salario - calidad de vida coherente. Los millennials, las nuevas generaciones no están dispuestos a trabajar 12 horas diarias por un salario que sólo alcanza para pagar un pedido de supermercado y un alquiler.
En tanto, esta semana volvió a demostrarse el frágil equilibrio entre el dólar y la tasa de interés. Luego de un descenso de tasas, luego de la primera licitación de Leliq, el tipo de cambio llegó a un nuevo récord de $44,96 en el segmento minorista y $43,93 en el mayorista.
La buena noticia para el gobierno es que el Directorio Ejecutivo del FMI votó el viernes la aprobación de la tercera revisión de la evolución de la economía argentina en el marco del Acuerdo Stand-By. El organismo autorizó el desembolso de 10.800 millones de dólares, de los cuales el gobierno podrá disponer 9.600 millones para el mercado cambiario.
En 10 meses, el FMI le habrá prestado a la Argentina 38.900 millones de pesos.
La mala noticia para los y las argentinas, es que Lagarde, preocupada por la recaudación, pidió que se aumenten los impuestos, y no es de extrañar que una vez más se intente avanzar contra el sistema previsional. La Directora del FMI además, vaticinó que para que la Argentina pueda seguir cumpliendo los plazos y metas del Fondo, se necesitará “consenso político”.
La realidad, es que el gobierno tomó esa deuda con el apoyo de un sector minoritario de la oposición, y a espaldas del pueblo argentino. Es probable que cuando Mauricio Macri deje el mando presidencial en 2019, la deuda alcance a ser del 83% del PBI.
Será difícil generar consensos sobre semejante desastre económico y social.