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- Ponga los dedos así.
- ¿Va a empezar de nuevo?
- No se haga el difícil que se va a perder la nueva Argentina.
- …
- No, así no. Así, con las uñas para arriba.
- ...
- Sobre la mesa. Que si no, no va a aguantar.
- ¿Qué cosa?
- Esto.
- ¿De dónde sacó esa pesa?
- Y también tengo una mancuerna.
- Parece que se trajo el gimnasio completo.
- Me lo prestó D’Alessio, pero no diga nada ¿No es genial?
- ¿Y de dónde lo sacó?
- De alguna valija, qué sé yo. Si va a empezar con las preguntas se arruina todo...
- Soy periodista.
- Y yo la planchita con que Bullrich se hace el alisado. ¿Qué tiene que ver?
- Que si usted dice algo yo pregunto.
- Entonces haga de cuenta que no le dije nada. Un poco más juntos los dedos, por favor. Si, así.
- Ayyy, ¡qué hace! ¿Quiere sacarme eso de encima?
- ¿Duele?
- ¡Por supuesto!
- Aguante. Ya lo dijo Mauricio: los argentinos tenemos que aguantar.
- Pero qué necesidad…
- Aguante / Aguante / Aguante… Este es el aguante / hasta yo lo vi… ¿No le gusta Charly García?
- Me duele.
- Si usted quiere el atajo, el camino fácil del populismo, es asunto suyo. Nosotros…
- ¿Qué tiene que ver?… ¿Me puede sacar la pesa de encima por favor?
- ¡Ahhh, el señor se hace las uñas! Cómo se nota que no está dispuesto a salir a adelante.
- Voy a sacar la mano.
- ¡No, espere! ¿Se volvió loco? Mire que el Fondo está monitoreando todo.
- ¿Qué cosa? Me está haciendo mal esto.
- Abrieron la oficina acá al lado, el Centro de Monitoreo del Aguante Argentino.
- ¿Para?
- Quieren saber hasta dónde podemos aguantar. Es como un reality de supervivencia, con cocodrilos y todo. ¿No es hermoso ser parte del mundo?
- Se me están poniendo moradas las uñas, si no saca eso…
- Aguante un poquito más, que todavía faltan las mancuernas.
- Usted se volvió loco.
- Lo mismo decían los griegos.
- ¿Y?
- Ya llevan diez años con los programas del FMI, mire si estarán contentos.
- ¡Ayyy! ¡Me va a reventar los dedos! No se apoye en la pesa que no los puedo sacar.
- De eso se trata.
- Más que aguante, esto es una tortura.
- No me empiece con los derechos humanos que vienen Olmedo y Gómez Centurión, y no la terminamos más.
- Entonces déjeme sacar los dedos.
- ¿Se da cuenta por qué acumulamos setenta años de fracasos? Como dice la doctora Carrió, Mauricio está dejando la vida… Y usted se queja.
- Pero me duele.
- Siempre duele. Aguante / Aguante / Aguante… Este es el aguante / hasta yo lo vi…
- Voy a gritar…
- ¿Con el idioma hermoso que tenemos se va a volver primitivo? ¿No vio el Congreso de la Lengua? Todos hablamos el mismo idioma.
- Eso ya lo sabía.
- Mauricio la rompió.
- ¿Le parece?
- ¡Vargas Llosa se reía como loco! Ahora jugamos en primera, acéptelo.
- Siento la mano dormida…
- Eso habrá sido después, cuando hablaron los reyes de España, que estaban medio mareados por quedarse encerrados en el avión. Pero Mauricio los sacudió.
- Todo lo que quiera. Pero sáqueme esto de encima.
- Igual, le confieso que no lo puede seguir. Al lado de su estatura intelectual, yo soy de vuelo bajo.
- …
- Entendí eso de que gracias a los españoles hablamos todos igual.
- Bueno. No todos.
- El que no entendió me parece que fue usted. Le explico: si no fuera por el castellano, los hinchas de Boca hablarían bocajuense, los de River riverpetence, los de Chacarita chacaratience…
- ¿De dónde sacó eso?
- Le estoy poniendo un ejemplo de lo que dijo Mauricio.
- No sé qué es peor, si su ejemplo o lo que dijo el presidente.
- ¿Se da cuenta que le falta aguante?
- Por favor, saqué eso de ahí. Las uñas se están poniendo negras.
- Usted diga lo que quiera, pero el resto del discurso de Mauricio fue de vanguardia.
- ¿Por?
- Porque no se le entendió nada. Me parece que la fonoaudióloga es Cristina con peluca colorada.
- Mire cómo me dejó los dedos.
- Y bueno, lo que cuesta vale. Si aguantamos cuatro años más, no sentimos ni dolor. Acuérdese lo que le digo.