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El viernes 22 de marzo se reunieron en Santiago de Chile los presidentes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú para lanzar Prosur (Foro para el Progreso de América del Sur). No firmaron Uruguay, Bolivia ni Surinam, y tampoco participará de este acuerdo la no invitada Venezuela.
No queda bien anunciar abiertamente que los objetivos buscados son el de profundizar las divisiones en América Latina, enterrar la Unasur, intensificar los ataques contra Venezuela, ni mucho menos es decoroso aceptar que se sigue indignamente la política exterior de los Estados Unidos para el continente. Es mucho mejor crear un “nuevo” bloque cuya sola existencia signifique todo esto, pero anunciando nobles motivos.
Una cortina de humo es un acontecimiento mediante el cual se pretende ocultar la verdadera intención o desviar la atención de los demás. Es un tipo de distracción para encubrir una acción y disimular lo que verdaderamente importa. Es muy difícil interpretar lo que pretende la reciente creación del organismo, con sus ambigüedades, improvisaciones y poco claras definiciones por lo que, se define más claramente por lo que no quiere: la continuidad de los procesos de integración con una visión independiente y soberana de los distintos centros de poder, especialmente los Estados Unidos.
Unos días antes de la creación de Prosur, el presidente ecuatoriano Lenín Moreno anunció que su país se retira definitivamente de la Unasur. Ecuador es el segundo país en retirarse del organismo luego de Colombia, mientras que Argentina, Brasil, Chile, Perú y Paraguay suspendieron el año pasado su participación.
Con el abandono de Ecuador y Colombia, el bloque que unió a 12 países y que en la década pasada concentró la articulación política y la integración económica de Suramérica, quedó reducido a un grupo de cinco: Bolivia, Guyana, Surinam, Uruguay y Venezuela. Desde 2017 la secretaría general de Unasur está vacante por falta de acuerdo entre los países miembros. El último en ocupar ese lugar fue el expresidente colombiano Ernesto Samper.
El anuncio llega junto al nuevo mapa político de América Latina, producto de la intención de algunos países de derecha que buscan destruir la unidad latinoamericana, intentando desconocer Unasur, para lo cual crean Prosur.
Entre los argumentos del nuevo proyecto, aducen que la Unasur ha fracasado por un "exceso de ideologismo y de burocracia". Lo que no dicen es que, si el bloque se encuentra paralizado, es en gran medida por el sabotaje que realizan los representantes de algunos de estos mismos países.
En esta línea, los jefes de Estado que se reunieron hace una semana en Santiago de Chile, integran el Grupo de Lima que respalda la iniciativa de Estados Unidos de hacer caer el gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela.
El retroceso de las fuerzas progresistas en América Latina ha provocado un vacío de poder que Estados Unidos está aprovechando para recuperar su control sobre el continente. Sucede que el dominio de la región le es necesaria de manera urgente, porque está perdiendo su competencia económica mundial frente a China, y la competencia militar con Rusia.
A principios del presente siglo, los presidentes Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez buscaron crear un centro de poder soberano con algunos Estados potentes y coordinados entre sí. En cambio, los actuales presidentes Mauricio Macri y Jair Bolsonaro compiten por ser el mejor aliado subordinado de los Estados Unidos, mientras Venezuela se encuentra sitiada económica y políticamente. En ese marco, Prosur parece ser un paso más en la estrategia de dividir América Latina y destruir la Unasur.
Varios dirigentes y analistas de la región opinaron en la misma dirección: una aventura divisionista y regresiva de gobernantes subordinados a Estados Unidos. “Es impulsado por países al servicio de las transnacionales”, denunció David Choquehuanca, excanciller boliviano. Ernesto Samper señaló que la creación de Prosur profundizará la división regional. El excanciller argentino Jorge Taiana señaló se trata de una propuesta improvisada, balbuceaba por el presidente de Chile luego de su visita a la Casa Blanca e impulsada a su pedido.
Unasur es uno de los procesos de integración más importantes de la región, que desde el punto de vista estratégico tenía temas claves para la defensa y desarrollo de nuestros pueblos que se señalaron durante los gobiernos progresistas, aunque muchos no llegaron a ponerse en funcionamiento: la creación del Banco del Sur, la utilización de moneda propia para el intercambio comercial, la realización de grandes obras viales, ferroviarios y fluviales, la creación de entidades regionales para coordinar las políticas de energía y la defensa de las riquezas naturales del continente, como las reservas de petróleo, gas, oro, agua y alimentos. En el mismo sentido, el Consejo de Defensa Suramericano fue una de las creaciones más notables de Unasur (y que más molesta a Estados Unidos), para la cooperación militar y la construcción de equipos y tecnologías propias para lograr la autonomía en el campo de la defensa.
El entierro de Unasur y la creación de Prosur puede entenderse como un triunfo de la presión estadounidense para terminar con los procesos de integración regional independientes y soberanos. La intervención política y la influencia de Estados Unidos en Prosur es explícita y directa.