Columnistas // 2019-03-31
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PANORAMA POLÍTICO
Hambre
El macrismo no sobrevivirá a la crisis. Los índices de pobreza que registra hoy la Argentina revelan la inmoralidad de un gobierno que está ajeno al sufrimiento de las mayorías. En Mendoza, el peronismo sigue conservando la iniciativa política.

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Mauricio Macri ganó la presidencia dibujando una Argentina que, según sus desvaríos iniciales, prometía ser una metáfora del paraíso. El sueño macrista de un futuro mejor, sintonizó inicialmente con las aspiraciones de millones de argentinos. Pero la revolución de la alegría resultó una trampa terrible para la mayoría de la población. El relato que prometía erradicar definitivamente el hambre, la inflación, la inseguridad, la corrupción y la pobreza, resultó ser sólo una maniobra propagandística para que un pequeño grupo de banqueros y empresarios amigos del poder, se transformaran en poco más de tres años en un isla de supermillonarios, en medio de un mar de corrupción, pobreza y arbitrariedad.
La crudeza de los números publicados por el INDEC la última semana terminó de pulverizar el cuento de hadas fabulado por el oficialismo. Según los índices de este organismo, en el segundo semestre de 2018 el número de personas pobres aumentó al 32% frente al 26% del mismo período del 2017. Son 14,3 millones los argentinos que están por debajo de la línea de la pobreza; casi 3 millones más que el año anterior. Sin embargo esos números, no sólo por cuestiones metodológicas son discutible, sino porque no se han sumado los guarismos del primer trimestre del 2019 que, según Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas, llevó ese drama social al 35,9% de la población, lo que totalizan unas 16.066.601 de personas en condiciones de pobreza.
No deja de ser una perversa ironía que en un país que puede alimentar a más de 400 millones de seres humanos, arroje a la pobreza a 8.000 personas por día. Mientras los mal comidos engordan las estadísticas, el Estado macrista mira para otro lado. Nada dijo el Presidente de estas cifras vergonzosas. Por el contrario, en una cena a de la Fundación Libertad, cuando el Mario Vargas Llosa le pregunta: ¿Si gana, cambia la política?, Mauricio Macri le contesta –Vamos a ir en la misma dirección lo más rápido posible-. Esta afirmación ratifica que el macrismo es una chatarra política que no tiene ya más nada que ofrecer a los millones de argentinos que necesitan, en forma urgente, un proyecto de país que les permita recuperar algo del bienestar perdido.
Claramente el Estado macrista no controla ni regula los mercados. Tómese como ejemplo lo que ocurre con la leche, un alimento por excelencia por su valor nutricional. En Argentina pastan casi 2 millones de vacas lecheras, que producen alrededor de 10 mil millones de litros anuales. A pesar de estas cifras, los consumidores no encuentran siempre este producto vital en las góndolas o solo se permita un sachet por compra de la leche La Armonía, una de las más económicas del mercado, incluida en el programa Precios Cuidados. Mastellone, dueño de esta marca, prefiere surtir con materia prima a su producto insignia, La Serenísima, donde obtiene las mayores ganancias. Las explicaciones son muchas: concentración monopólica (en el 2018 cerraron 600 tambos a un promedio de dos por día), problemas climáticos, costo de producción dolarizados, la inflación descontrolada, más exportaciones y la suba del dólar. Pero este este no es un problema económico sino político. Aquí el interés general está siendo subordinado a la acumulación empresaria, en un proceso que profundiza la desigualdad y la exclusión. En el “granero del mundo” más de 14 millones de personas no pueden alimentarse saludablemente. Lo más grave es que Cambiemos está convencido que hay que dejar actuar libremente al mercado, evitando colocar controles y regulaciones que alteren su funcionamiento. Otro tanto se podría decir de la carne, donde la Argentina está entre los seis principales exportadores del mundo pero, paradójicamente, el consumo interno, continúa cayendo en picada. El aumento promedio del 50% de los cortes en el 2018, es parte de la explicación. Argentina también es el cuarto exportador mundial de trigo. Sin embargo en el año 2018 la harina subió el 131% reduciéndose la venta al público en un 50% debido al incremento del producto. Sin Estado, la sociedad queda a merced de los especuladores y usureros o la llamada libertad de mercado, “la madre de todas las libertades” según el catecismo macrista. Con una fuga de divisas que supera los 64.000 millones de dólares, un Banco Central que paga a los bancos 2.000 millones de pesos por día de intereses por las Leliqs, al record de $ 1. 400.000 de pesos por minuto y un dólar que roza los $45, no es necesario indagar demasiado para saber quiénes son los ganadores en esta oscura etapa de la historia Argentina.
Mientras el consumo interno sigue derrumbándose y el escándalo del caso D’alessio salpica los tres poderes del Estado, la reelección del Presidente Macri es otra fantasía que ya ni sus socios más conspicuos, la Unión Cívica Radical, están dispuestos a creer. Con las convicciones muy abolladas, los radicales están cada vez más lejos de Cambiemos. Creen haber encontrado en Roberto Lavagna una nueva tabla de salvación. "Es una posibilidad que Cambiemos se rompa a nivel nacional (…) He hablado con Lavagna. Creemos que la Argentina está viviendo una situación de crisis muy profunda” admitió Federico Storani, autoridad partidaria. También el ubicuo Senador Julio Cobos se interesó por el ex ministro de Economía de presidente interino Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner. Hasta Alfredo Cornejo, presidente de la UCR, no ve con malos ojos una futura alianza con el octogenario dirigente peronista. La convención partidaria que se reúne en el mes de abril, definirá la estrategia electoral para 2019.
Tampoco Elisa Carrió ayuda a descomprimir las tensiones que sufre Cambiemos. Además de quedar enchastrada en el escándalo por extorsiones y escuchas en el caso D’alessio y salir a defender al impresentable fiscal Carlos Stornelli, quien fuera declarado en rebeldía por no presentarse a declarar ante el juez Ramos Padilla, se cruzó con el ministro de Justicia Germán Garavano, a quien trató de “imbécil”. Ya antes le había pedido el juicio político. La alianza de gobierno hace agua por los cuatro costados y hay muy pocas posibilidades de que pueda sostenerse en medio de esta estampida.
En Mendoza, el peronismo sigue monopolizando la iniciativa política y electoral. Hace una semana, fue el lanzamiento, como precandidato a la gobernación, del intendente de Maipú, Alejandro Bermejo. Antes ya lo había hecho la senadora Anabel Fernández Sagasti. A mediados de esta semana, tocó el turno al ex gobernador peronista Rodolfo Gabrielli quien formalizó sus pretensiones en un acto donde hizo una presentación de su plataforma electoral. Para sorpresas de muchos, el “Rolo” Gabrielli estuvo acompañado por una variada presencia de figuras políticas tales como el precandidato PRO Omar De Marchi, el diputado nacional José Ramón de Protectora, el presidente del Partido Justicialista de Mendoza, Guillermo Carmona, el diputado provincial Marcos Niven del Partido Demócrata, el precandidato Alejandro Bermejo y su hermano el senador provincial Adolfo Bermejo como así también los diputados nacionales Rubén Miranda y Omar Félix. Más allá de las conjeturas que se tejieron en torno al encuentro, la gravedad de la crisis que atraviesa la provincia, no deja lugar para mezquindades ni vedetismos personales. El desafío pendiente es tan complejo que, más allá de quien sea el próximo gobernador de Mendoza, existe la certeza de que la salida de la crisis no será el resultado de un liderazgo personalista y autorreferencial sino de un diálogo y una agenda política que abarque un amplio arco ideológico, sin que por ello se deba resignar las identidades partidarias.
Cambia Mendoza, la alianza de gobierno que lidera Alfredo Cornejo, no pudo disimular su sorpresa y hasta su enojo frente a la desafiante actitud de uno de sus precandidatos, el intendente PRO de Luján de Cuyo quien, habiendo asistido a la presentación del peronista Rodolfo Gabrielli, declaró “Yo no acato órdenes de bajadas de línea de nadie. Yo trato de hacer lo que creo que es correcto, trato de consensuar y si lo hago con convicción y buena fe, ¿por qué no voy a ir?" dijo refriéndose al encuentro. Esto es solo una muestra de las tensiones que se viven al interior de oficialismo.
El gobernador Cornejo, por el contrario, lejos de cualquier gesto de diálogo y apertura política, aprovechó una visita al parque solar del PASIP de San Martín, para atacar al justicialismo “Los dirigentes peronistas han gobernado Mendoza y le han hecho mucho daño. Gabrielli y Bermejo han gobernado hasta hace poco más de 3 años con Paco Pérez. En ese interín que gobernaron ellos perdimos 6 bancos, 4 privados de familias mendocinas y 2 estatales” acusó. La respuesta del peronismo no se hizo esperar. Fue el propio presidente del Partido Justicialista de Mendoza, Guillermo Carmona, quien salió a responder al gobernador. "Cornejo habla del daño provocado por la dirigencia peronista cuando ha sido partícipe necesario de las dos experiencias más nefastas de la política y economía argentina: el tándem De la Rúa/Iglesias y la sociedad Macri/Cornejo, ambas crisis terminales y sin precedentes" tuiteó. "El grado de la reacción llena de ira y de veneno del gobernador Cornejo y de su claque es proporcional a la envergadura del fracaso de su gobierno" remató.
Más allá de los escarceos propios de la contienda electoral, no hay recetas ni manuales que puedan ayudar a la dirigencia política opositora a sacar a la provincia adelante. Encontrar el camino correcto es entonces una responsabilidad colectiva y un desafío que debe liderar quien ocupe, en el próximo periodo, el sillón de San Martín. 


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