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Hace muchos años que la seguridad ciudadana es una demanda social permanente en Argentina. Pocos avances hubo en este aspecto durante los últimos gobiernos de distintos sectores políticos.
Se trata de una demanda legítima que atraviesa a todos los sectores: ricos, pobres, clases medias. Incluso es entre los sectores populares donde más se sufre el flagelo de la violencia y el delito cotidiano.
En todos los estudios cuantitativos y cualitativos aparecen tres elementos constantes entre las preocupaciones más importantes de los argentinos: recesión económica, corrupción e inseguridad.
Nada puede mostrar el gobierno frente a los dos primeros puntos. El desencanto hasta de sus propios votantes es evidente, así como su desgaste comunicativo y sus argumentos que aparecen ya poco creíbles ¿Qué puede hacer frente a esta situación? Explotar al máximo una fibra sensible transversal a toda la sociedad en la que aún tiene margen de acción.
Aunque gobiernan hace tres años y los índices de delitos han aumentado en la gestión actual, intentarán utilizar el tema en beneficio propio. El permiso de la ministra de Seguridad Patricia Bullrich a las fuerzas de seguridad para disparar por la espalda puede ser el comienzo de la campaña electoral 2019. La lucha contra la inseguridad será posiblemente un eje fuerte de la campaña de Cambiemos, que además le permitirá polarizar con la oposición que, dicho sea, no tiene un discurso sólido ni propuestas claras a futuro sobre este punto.
Patricia Bullrich es la ministra que goza de la mejor imagen del gabinete entre los votantes macristas. Su nombre ya se escucha como posible compañera de fórmula de Mauricio Macri, si este fuera por la reelección. Hay quienes lo ponen en duda.
No importa en la mentalidad de Cambiemos que el nuevo protocolo de seguridad tenga pocas posibilidades de aplicarse, ya que se contrapone a leyes nacionales y pactos internacionales. Lo único que importa es instalar en una sociedad angustiada y molesta, la idea de que el oficialismo quiere solucionar el problema de la inseguridad. Y de que el gobierno anterior no lo hizo y la oposición no lo hará.
Es un tema donde se siente seguro y cuenta con respaldo social; donde mejor puede desplegar sus argumentos y artillería mediática. Esta semana que pasó es una muestra de ello.
La ministra de Seguridad desde el comienzo de su gestión sostiene una actitud coherente: reivindicación del policía Chocobar, declaraciones en defensa de la represión, apoyo absoluto a gendarmería en el caso Maldonado, protocolo que facilita la tenencia de armas y esta nueva directiva son parte de la misma estrategia.
Al mismo tiempo, se sube a una corriente internacional que ofrece mano dura (mano justa, dice el slogan) contra los delincuentes como método para acabar con el delito, de la cual Bolsonaro en Brasil es el más reciente y brutal ejemplo. Cambiemos decidió que la seguridad será un eje de su campaña, lo cual posiciona a la ministra bolsonarizada.
Miles de “voluntarios” dirigidos por Durán Barba y Marcos Peña amplificarán por los medios digitales esta estrategia. Buscarán redirigir la bronca social y el malhumor como un efecto espejo contra los ya previamente estigmatizados sociales: los “chorros”, villeros, inmigrantes, las personas que protestan porque sus condiciones de vida empeoraron…
La respuesta oficial a la crisis económica que sufrimos la mayoría de los argentinos es una Patricia Bullrich Robocop. Es una medida irresponsable que hace al gobierno jugar con fuego. ¿Cómo afectará a la conducta de un delincuente, el hecho de saber que un policía puede disparar por la espalda?
Cambiemos acumula retrocesos graves en todos los indicadores sociales. Por primera vez desde 2012, este año se produce una disminución neta de puestos de trabajo formales. Los más afectados en materia laboral ya no son los jóvenes y los trabajadores del sector informal, crece la proporción de trabajadores de clase media que pierden su empleo en blanco.
Miles de personas están pasando de un trabajo formal y con todos los derechos laborales funcionando a monotributistas, contratados precarios, cuentapropistas. Está sucediendo lo que la vicepresidenta Michetti inmortalizó en una entrevista televisiva en Mendoza: “hay que generarse uno mismo su trabajo”.
El efecto espejo que busca generar la doctrina Bullrich es irresponsable y peligroso, hasta para el propio gobierno: siempre puede salir un tiro por la culata.