Columnistas // 2018-12-02
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PANORAMA POLÍTICO
Tiempos
El gobernador Cornejo, con la excusa de elevar la calidad educativa, aumentó los días de clase para el próximo año. El rechazo de la comunidad educativa fue masivo. El peronismo mendocino define su nueva hoja de ruta, mientras los argentinos asisten indiferentes al G20.


Mendoza. La rebelión de las escuelas. El gobernador Cornejo, con su habitual arbitrariedad, despide a la comunidad educativa con un presente griego: a partir del ciclo lectivo 2019, las escuelas de Mendoza, deberán cumplimentar 190 días de clase. “Los equipos directivos deberán incorporarse a las escuelas el 8 de febrero, los docentes el 11, mientras que el alumno de nivel inicial, primario y secundario comenzarán las clases el 18 (…). En tanto que el receso escolar será entre el 8 y 19 de julio; y la finalización de clases está prevista para el 11 de diciembre.” declaró el gobernador desde Casa de Gobierno. Como justificación, Alfredo Cornejo, argumentó que “estamos dando un salto de calidad en la organización del servicio educativo”

El rechazo masivo de docentes, alumnos y padres no se hizo esperar. A pesar de que la prensa que milita en el macri-cornejismo, se empleó a fondo para demostrar las supuestas virtudes del nuevo calendario escolar, la oposición de la comunidad educativa fue masiva y crítica, tanto a la forma como a las razones de fondo que originaron esta resolución.

Fiel a su estilo prepotente, que en la jerga oficial se confunde con el orden y la buena administración, la dupla Cornejo-Correa adoptó una decisión inconsulta que altera, por sus efectos, la vida de miles de familias mendocinas. No se puede livianamente cambiar la cantidad de días de clases “efectivos”, sin un debate participativo y comprometido de alumnos, padres, docentes y autoridades escolares. Es de sentido común la necesidad de compatibilizar los tiempos de las escuelas con los tiempos de los alumnos, sus familias y su comunidad. Y no se trata solo de trastornos coyunturales que afectan las vacaciones o las compras de los útiles escolares, sino de una decisión estructural que tiene alcances económicos, laborales, familiares y, por supuesto, educativos.

El momento elegido para este anuncio no podía ser peor. El gobierno parece no haber tomado nota del creciente descontento y malhumor social que reina en una comunidad sometida a todo tipo de privaciones. Docentes agobiados por la carga laboral, irritados por el acoso institucional y salarialmente empobrecidos por la política oficial difícilmente toleren, resignadamente, como suponen desde la Dirección General de Escuela, esta nueva embestida. Manipular políticamente a la opinión pública para ponerla en contra de los trabajadores de la educación, con golpes bajos y falsos argumentos, fue un recurso útil en muchos pasajes de esta gestión. No parece que esta vez resulte tan sencillo.

Los rendimientos del sistema educativo no son tampoco responsabilidad exclusiva de los docentes como pretende instalar el gobierno escolar. “Si les interesa la educación, que den clases” declaró en su momento el ex director del diario Uno, devenido en Director General de Escuela, Jaime Correa, quien cree que los docentes ejercen su profesión llevados solo por su vocación y no por un salario digno y mejores condiciones laborales como corresponde a cualquier otro trabajador. El mismo secretario general del SUTE, Sebastián Henríquez objetó la decisión afirmando que "Es un momento más de la demagogia educativa. Un anuncio bueno sería que el Gobierno dijese que este año no se perdieron días; pero es algo que no puede hacer. Agrega 10 días que no se van a poder cumplir",

La razón de fondo que esgrimió el gobernador fue asociar la idea que más días de clase es igual a una mejora en la calidad del aprendizaje. Es un argumento pueril sostener que mejorar la educación es sólo una cuestión de tiempo. Si bien esta variable es una condición necesaria para alcanzar buenos logros académicos, no es razón suficiente. Tener a los alumnos más tiempo en la escuela sin una estrategia pedagógica integral que lo justifique, es un esfuerzo estéril, que muy pronto se traducirá en un retroceso y una nueva frustración institucional.

El gobierno escolar fundamenta la Resolución 3141/18 de la DGE en cumplimiento de la Ley Federal de Educación y distintas resoluciones del Consejo Federal de Educación. Resulta paradójico que la alianza Macri-Cornejo, que han vulnerado sistemáticamente hasta la misma Constitución Nacional se refugie ahora en argumentos legales para justificar una decisión estrictamente demagógica y de conveniencia política. Lo que viene atentando contra la calidad educativa es el ciclo profundamente regresivo en que, tanto el gobierno nacional como el provincial, han puesto a todo el sistema económico y social. El rendimiento escolar ha sido directamente dañado por el aumento escandaloso de la pobreza y la desigualdad social; también por los ajustes presupuestarios, el incremento de la desocupación, la caída del poder adquisitivo del salario, la jubilación y de la Asignación Universal por Hijo, entre otras variables relevantes.

También los alumnos han rechazado la medida, al advertir de que no existe una relación automática entre tiempo y aprendizaje. Camila Federman, una adolescente de quince años, quien subió a Change.org una petición para que el gobierno elimine la nueva implementación del ciclo lectivo 2019, sostiene que “Esto afecta a los alumnos de Mendoza ya que no tendrán tiempo para descansar bien del colegio y les generará mucho más estrés y esto bajará el rendimiento escolar” argumenta. Propone como solución “Que mejoren la calidad escolar y no la cantidad ya que esto solo generara estrés y mal estar en los alumnos mendocinos, que son la nueva generación y a la que el gobierno de Mendoza y la DGE les está fallando” En pocos días, más de cincuenta mil personas, y no sólo estudiantes, han firmado la petición.

Las condiciones climáticas no colaboran tampoco en la aplicación del nuevo calendario escolar. Abrir las escuelas en medio de las altísimas temperaturas del mes de febrero, y sin las condiciones mínimas indispensables, tanto de infraestructura como de servicios, no son contextos que alienten favorablemente la concurrencia a las aulas ni redunden en favor de la calidad de los aprendizajes.

Construir una nueva escuela para nuevas generaciones de mendocinos que reclaman un salto de calidad, tanto en los contenidos como en las prácticas pedagógicas y la forma de construir saberes, no puede ser producto de la improvisación y el oportunismo sino el resultado de un acuerdo colectivo donde se evalúe, no sólo la cantidad de tiempo cronológico, sino la compleja trama de variables que intervienen en la mejora del proceso de enseñanza-aprendizaje. A pesar de los anuncios y de la propaganda oficial, está aún por definirse el desenlace de esta inoportuna ocurrencia.

Peronismo Mendocino: operación retorno. El peronismo de Mendoza comenzó a trazar la hoja de ruta de un proyecto político que pretende sentar, a uno de los suyos, en el Sillón de San Martín el próximo año. Tonificado luego de recambio de autoridades partidarias, que puso a Guillermo Carmona a la cabeza del principal partido de la oposición, se viene gestando un proceso de creciente movilización y revitalización política que comienza a tener sintonía fina con las necesidades más urgentes que tiene la provincia.

Sin renunciar a la diversidad de ideas y de estilos, con más o menos experiencia de gestión, se vienen perfilando un conjunto de dirigentes que van manifestando su vocación de protagonizar electoralmente en el 2019. Primero fue La Cámpora, quien lanzó al ruedo a la senadora nacional Anabel Fernández Sagasti. Aunque desdibujado políticamente por el paso del tiempo, el ex gobernador Rodolfo Gabrielli también ha venido blanqueado recientemente sus pretensiones de volver a ser un protagonista activo del año electoral que se inicia.

Hay que resaltar que, este clima de optimismo, se va cimentando en un conjunto de coincidencias que se dan, tanto en lo estrictamente partidario, como en plano legislativo, en los Concejos Deliberantes y en la militancia de base territorial. Los recientes actos de proclamación de autoridades partidarias en los departamentos de Maipú, Godoy Cruz, Las Heras, Tunuyán y Lavalle fueron una muestra palpable de este renovado estado de movilización y reorganización al que se encuentra avocado el peronismo mendocino.

Este nuevo proceso de armado político ha servido también para que Construyendo Unidad, uno de los sectores de mayor densidad militante y peso institucional dentro del peronismo mendocino, comience a promover sus posibles candidatos. Los dirigentes que han manifestado voluntad política para asumir este desafío son el diputado nacional Omar Félix, el senador provincial Adolfo Bermejo o el actual intendente de Maipú, Alejandro Bermejo y, hasta el mismo Guillermo Carmona, diputado nacional y ahora también presidente del Partido Justicialista, podría potencialmente anotarse para la contienda. También las mujeres de este espacio, no por azar sino como fruto del nuevo protagonismo que vienen desplegando, han decidido acumular políticamente con el objetivo de medirse electoralmente para la gobernación en el 2019. La nómina, que no es excluyente, la integran las senadoras Fernanda Lacoste y Patricia Fadel, la diputada provincial Carina Segovia y Gabriela Lizana, presidenta de la Asociación de Productores del Oasis Este de Mendoza. La misma dinámica de la política seguramente irá sintetizando este conjunto de candidaturas hacia los primeros meses del año próximo. Esta lista la enriquecen además otros dirigentes los que, si bien no han manifestado sus pretensiones, tiene el rodaje suficiente para acompañar este proceso. Roberto Righi, intendente de Lavalle; Jorge Omar Giménez, intendente de San Martín y Martín Aveiro, intendente de Tunuyán se suman a esta nómina.

Multiplicar ahora y sintetizar para la vendimia, sostiene Guillermo Carmona desde la presidencia del partido. Recuperar los 420 mil votos que obtuvo Adolfo Bermejo en el 2015, sumar parte del electorado desencantado por la gestión Cambia Mendoza y catalizar los sufragios que perderá José Luis Ramón de Protectora, es una aritmética realista que le permite al peronismo unido, ir por un triunfo electoral en el 2019. Hay una oportunidad y sobra voluntad política. Y como la historia lo demuestra, el peronismo es una fuerza en constante reivención.

Papelón en el G20. Argentina nunca se cayó del mapa. Siempre estuvimos dentro del mundo. Lo que ha ido variando en la historia de este país es la relación de fuerza que decidimos tener con el resto de los países. Desde la gran crisis del 2001, en un contexto global de crisis económica en la mitad de la primera década del Siglo XX, de un capitalismo que comenzó a mutar al semiocapitalismo, y nuevas formas del trabajo, guerras por los recursos naturales, y la división del mundo en nuevos polos de poder, Argentina decidió tomar el camino del fortalecimiento regional. Ese fin tenía como objetivo equilibrar las relaciones de fuerza de un continente que comenzaba a recomponerse de las dictaduras militares y las experiencias fatales de los 90 en Latinoamérica. No queríamos que las principales potencias nos presten plata, queríamos que nos compren cosas. Intentamos crear el Banco del Sur para lograr el propio financiamiento regional, para no tener que resolver nuestra deuda en cortes estadounidenses, o estar bajo el ala de fondos buitres.

Aumentamos el intercambio comercial con el gigante asiático, y fortalecimos las relaciones con Rusia. Creamos intercambios comerciales favorables entre los países latinoamericanos, e intentamos ayudarnos cuando la crisis económica golpeaba las economías regionales.

Desde la asunción de Mauricio Macri en Argentina, y junto con él una nueva ola de gobiernos de derecha en el continente, el rumbo cambió drásticamente. El Presidente y su primera canciller Malcorra, anunciaron que entraríamos de nuevo al mundo. Para ellos eso significaba tener la visita del Rey de España, participar de la asunción del Macri francés Macrón, relegar la relación con China y Rusia, y anular cualquier tipo de cooperación regional. El primer logro del Presidente, junto con Michel Temer fue desaparecer la Unasur, e intentar promover un intercambio de libre comercio con la UE que tres años después sigue sin poder consolidarse.

La relación con Estados Unidos, a pesar de la amistad empresarial de Macri con Trump trajo resultados favorables al país. Ni lluvia de inversiones, ni más intercambio comercial. Macri apoyó inicialmente a Hillary Clinton, y al llegar al poder Trump instaló una política proteccionista que borró las esperanzas de Macri de una relación fraternal con Estados Unidos. No logró que quiten las sanciones al biodiesel argentino y tuvo que rogar para poder venderle nuestros limones.

En las anteriores cumbres del G20 Macri era visto como un presidente prometedor, con un equipo técnico capaz de modificar el rumbo económico de un país que había “caído” en un modelo populista. Este año el Presidente hizo un triste papel. Los principales líderes del mundo llegaron al país luego del escándalo futbolístico boca - river, lo que dejó la clara sensación de que las fuerzas de seguridad del país no están preparadas para contener a la hinchada, o, aún peor que están en connivencia. Apenas llegó a Argentina un periodista canadiense fue asaltado violentamente. Fallaron todos los protocolos, y Macri no consiguió tener una sola reunión con Trump. Cuando habló con Macri ante la prensa, sólo recordó sus tiempos de juventud y viajes empresariales, y no dejó de mencionar a Franco.

El acuerdo de libre comercio con la UE fue nuevamente rechazado, fundamentalmente por Macron. De hecho, cuestionan incluso la pertenencia de Argentina al G20, y algunos estás interesados en que España ocupe nuestro lugar.

Los discursos de Macri fueron vacuos y tocaron temas que el G20 intenta promover, y que Argentina destruye. El crecimiento con inclusión, la igualdad de oportunidades, y la protección al trabajo y la promoción de sus nuevas formas.

Lo que vimos y vivimos en estos días como país, pareció la puesta en escena de un circo romano. Mientras tanto, parecemos alejarnos cada vez más del mundo que Macri considera como suyo.


 


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