Columnistas // 2018-11-26
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Trabajo Infantil: el capitalismo financiero y la globalización del delito
En los últimos días, en nuestro país ocurrieron dos hechos dramáticos que generaron un profundo debate público. Por un lado, se conocieron los resultados de la Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (Eanna) realizada en la Argentina por el ministerio de Trabajo a fines de 2017 que arrojó cifras realmente preocupantes. Por otro lado, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales autorizó decenas de casos de menores de edad para que trabajen mayormente en la industria del tabaco.


Contextualicemos con algunas definiciones y estadísticas mundiales este flagelo del capitalismo que globaliza el delito, para comprender el problema con mayor profundidad y dimensión objetiva. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de Trabajo Infantil? Para la OIT, el término “trabajo infantil” suele definirse como todo trabajo que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico. Así pues, se alude al trabajo que: es peligroso y prejudicial para el bienestar físico, mental o moral del niño; interfiere con su escolarización puesto que les priva de la posibilidad de asistir a clases; les obliga a abandonar la escuela de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado y que insume mucho tiempo.

Según Unicef, Las peores formas de trabajo infantil son: la esclavitud, el reclutamiento forzado, la prostitución, la trata, la obligación de realizar actividades ilegales o la exposición a cualquier tipo de peligros. Para el mismo organismo, en el mundo, un total de 246 millones de niños y niñas son trabajadores, y cerca de un 70% (171 millones) de ellos trabajan en condiciones peligrosas que incluyen la minería, labores agrícolas con productos sometidos a químicos y pesticidas o el manejo de maquinaria peligrosa. Como para comparar, si el total de niños y niñas que trabajan en el planeta los agrupamos en un país, sería el 5o país con mayor población del mundo, de un total de 194. Sólo China, la India, Estados Unidos e Indonesia tienen más habitantes, realmente impactante.

La gran mayoría de los niños y niñas que trabajan –alrededor del 70%– lo hacen en el sector agrícola que incluye la pesca, la silvicultura, la ganadería y la acuicultura, y comprende tanto la agricultura de subsistencia como la comercial. El 17% de los niños en situación de trabajo infantil trabaja en el sector de servicios, que incluye trabajo doméstico (donde el 90% son niñas), venta ambulante; trabajo en mercados y el 12% en el sector industrial, en particular la minería, tabacalera, textiles según datos revelados por la OIT.

Pueden ser víctimas de la trata (1,2 millones), víctimas de la servidumbre por deuda u otras formas de esclavitud (5,7 millones), víctimas de la prostitución y/o la pornografía (1,8 millones) o reclutados como niños soldados en los conflictos armados (300.000).

En América Latina y el Caribe –datos de UNICEF- hay aproximadamente 108,7 millones de niños y niñas de entre 5 a 17 años. Y 17,4 millones de ellos son trabajadores. Esto quiere decir que en nuestra región ¡el 16% de los niños y niñas trabajan! y, según la OIT, el 77% realiza trabajos peligrosos. Esto equivale a 4 veces la población de Uruguay. Si el total de niños y niñas trabajadores fuera un país, sería el 8vo país más poblado de américa latina sobre un total de 33, las cifras son realmente alarmantes.

En Argentina el panorama no es más alentador, según los datos de la primera Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes realizada en la Argentina por el Ministerio de Trabajo de la Nación, el 9,4% de los trabajadores del país

tienen entre 5 y 15 años. Esa cifra sube al 13% en el NOA y NEA y a un 20% en zonas rurales. En el país hay más de 1.100.000 menores de 18 años que participan en actividades económicas, productivas o domésticas intensivas, interrumpiendo su formación y desarrollo. Siguiendo la comparación, si agrupamos a todos los niños y niñas que trabajan en Argentina, sería la 7a provincia con mayor población, de un total de 23 provincias. El informe, realizado por el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, presenta datos que fueron acompañados e interpretados con el apoyo de UNICEF e INDEC.

La Encuesta arrojó también que en total, un 57,5% de niñas y niños en el área urbana trabaja por la necesidad de ayudar a su familia por cuenta propia, mientras que, en áreas rurales, el número alcanza a 50,1%. El 5,7% de niñas y niños que trabajan, entre la población urbana, no asiste a la escuela, mientras que en el ámbito rural el porcentaje equivale a 10,1%.

Las principales causas que da origen a esta problemática social y humanitaria es la pobreza, la falta de acceso a una educación de calidad y además, se pueden agregar patrones culturales como la naturalización del trabajo infantil y de los riesgos que esto produce. Según la OIT el Trabajo Infantil se ha convertido en un método para aliviar los impactos de la crisis económica mundial por parte de los grandes capitales financieros transnacionales. En pleno siglo 21, somos conscientes que el Trabajo Infantil amenaza la integridad física y psicológica, el proceso de educación y acceso a la salud en millones de niños y niñas. Entonces, ¿a qué intereses responden los políticos argentinos que toman medidas tendientes a aumentar la explotación de niños y niñas en nuestro país?

Luego de que el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, autorizará el trabajo infantil en las tabacaleras, el diputado provincial del interbloque Cambia Jujuy, Marcelo Nasif justificó el empleo de niños y niñas para “tareas livianas” como “encañar y desencañar tabaco”. “En el campo los chicos ayudan a sus padres, en esas frágiles economías, y muy bien les vienen algunos pesos que hacen con el trabajo que sólo los chicos pueden hacer”, justificó el diputado, que aclaró que los niños “no van a hacer cosas que no pueden hacer”, dividiendo así las tareas que estarían permitidas para el trabajo infantil de las que no.

Según Nasif, el trabajo y las herramientas de trabajo “no matan a nadie”. “Es bueno que todo aprendamos porque hay algunos que si de chicos ni ven una pala cuando la ven de grande se infartan”.

La reivindicación del trabajo infantil de Nasif tuvo lugar en la última sesión de la legislatura de Jujuy, donde diputados opositores pidieron explicaciones sobre los 45 niños que fueron autorizados por el gobernador a ingresar al mercado laboral, específicamente en los campos de tabaco.

En un mundo globalizado, donde el sistema económico necesita maximizar sus ganancias para repartir entre unos pocos, la explotación laboral de niños y niñas es uno de sus destinos preferidos.

Podemos visualizar en los datos nacionales arrojados por la Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (EANNA) y los datos mundiales arrojados por UNICEF y OIT que esta problemática se profundiza en un mundo inmerso en una crisis estructural, donde los responsables, y grandes ganadores, son las clases capitalistas que concentran, en cada vez menos manos, las riquezas de nuestros pueblos.

En América Latina vemos una ola de gobiernos neoliberales, que profundizan estas desigualdades dejando presos a los niños y niñas en condiciones cada vez más degradantes de vida.

Nuestro objetivo es poder pensar cómo generar acciones colectivas, exigiendo a los Estados Nacionales y Organismos Internacionales condiciones dignas de vida, y que se garantice el pleno desarrollo de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.


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