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Uno de los principales temas que ha ocupado la agenda legislativa de este año, es la iniciativa oficialista de modificar el Código Contravencional de Mendoza, conocido también como Código de Faltas. Dicho código data del año 1965 y ha sufrido algunas modificaciones, pero ninguna de la magnitud de esta.
Ante todo, es importante entender y conocer cuáles son los supuestos básicos desde los cuales partió el Gobierno de la provincia. Las contravenciones del Código de Faltas son “delitos menores” o “conductas antisociales” que los legisladores no han considerado oportuno colocarlos en la categoría de delitos, por lo que no están normados por el Código Penal Argentino. Pero, este nuevo Código no solo avanza sobre las “conductas antisociales”, sino sobre un sinfín de acciones de disciplinamiento y criminalización de la pobreza.
Estaremos bajo permanente vigilancia, garantizando al Estado una población pasiva y disciplinada; bombardeados con la idea de vivir en libertad plena.
¿No es irónico, dado el contexto provincial, que se sancione la “ofensa personal a trabajadores de la educación dentro del establecimiento educativo y por otro lado, la ofensa personal a médicos, enfermeros, personal de ambulancia o agentes sanitarios”? Poco consecuente de un gobierno, que ha declarado públicamente el fin del diálogo con los docentes, que ha cerrado la paritaria por decreto y que aplicó uno de los hitos más importantes en cuanto a disciplinamiento de las y los trabajadores de la educación como lo es el Ítem Aula. ¿No es eso, un agravio o una ofensa hacia los trabajadores?
Que un gobierno que había proyectado un aumento del presupuesto en Salud del 28% sobre una inflación del 40%, que ha dejado a su paso un sinfín de trabajadores despedidos y expulsados del sistema de Salud Pública y que a nivel nacional avala y respalda la eliminación del Ministerio de Salud, asuma la potestad de sancionar a los padres o tutores que omitan su obligación de que sus hijos o menores a su cargo reciban la vacunación obligatoria ¿no es un tanto incoherente?
Sancionar el “uso indebido de llamadas de emergencia o equivalente que requiriese la intervención o el auxilio de un organismo público, servicio público o de asistencia sanitaria o comunitaria” con multa o arresto; da sobrada muestra del desconocimiento de los avances en políticas públicas que tienden a combatir la trata de personas, por ejemplo, del gran paso que significó que la policía deje de esperar 24 o 48 hs para buscar a una persona desaparecida.
Todo esto, bajo un manto de discrecionalidad que adquieren las fuerzas de seguridad (provinciales y municipales), dejando a la ciudadanía en la posibilidad de ser acreedores de multas o prisión por ejemplo, al negarse a dar informes sobre la propia identidad personal o por ser sujetos de “conducta sospechosa”.
Un gobierno provincial que llega al punto de poner a nivel de delito el organizar manifestaciones o reuniones públicas que convoque masivamente a personas en locales cerrados o al aire libre, sin haberle dado aviso a la autoridad y que ha demostrado más de una vez que no dudará en aplicar sanciones a las organizaciones políticas que decidan mostrar su disconformidad con las políticas de gobierno; pone seriamente en peligro derechos constitucionales vinculados a la libertad de expresión o de protesta.
Este es un Código que no hace otra cosa que transformar en ley el espíritu disciplinador y estigmatizador de un gobierno que genera y esconde la pobreza, que pretende licuar el rol del estado y focalizar la responsabilidad en el individuo. Pierde de vista que trabajar limpiando vidrios o dejar que los niños se bañen en los cauces de agua en las tardes calurosas del verano mendocino no son elecciones, son sólo las condiciones y las opciones que tienen los sectores más vulnerables.
El Código de Faltas mendocino fue sancionado por 20 votos afirmativos, el de todos los senadores del bloque oficialista del Frente Cambia Mendoza y acompañado por sus aliados (cómplices), el pseudo izquierdista Ernesto Mancinelli, referente provincial de Libres del Sur, y del pseudocristiano Héctor Bonarrico del Partido MASFE/Partido Intransigente.
La oposición entera se retiró del recinto ante la necedad de un gobierno que impone antes de debatir y discutir, dejando solo en una frase de escritorio el legado alfonsinista de que “con la democracia se come, con la democracia se educa, con la democracia se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear, que nos dejen de manejar la patria financiera, que nos dejen de manejar minorías agresivas, totalitarias, inescrupulosas que por falta de votos buscan las botas para manejar al pueblo argentino…” Parece que Cornejo, 35 años después, busca en las botas lo que no puede lograr desde la política y la democracia.