Columnistas // 2018-09-09
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PANORAMA POLÍTICO
Durar
La consigna del gobierno es llegar a las próximas elecciones. Se ha ganado el rechazo y la desconfianza de la población, de los inversores y de la comunidad internacional. Aferrado a su fracasado libreto económico solo cuenta con el recurso de la represión para demorar lo inevitable.


Argentina vive de prestado. Macri lo hizo. Nuevamente esta semana el gobierno fue a pasar la gorra por el FMI para frenar la corrida del dólar y pagar sus deudas. Si bien el acuerdo original con el Fondo era desembolsar U$3.000 millones por trimestre, el anticipo que se está pidiendo ahora es de U$15.000 millones, una suma igual a la que recibió el país en el mes de junio y que ya se fugó. El gobierno confía que, con este dinero en caja, podrá disuadir “al mercado” de que puede enfrentar sus compromisos y frenar cualquier corrida cambiaria. La contracara es el chantaje al que se somete el país, cuya sociedad pagará con más ajuste, recesión y pérdida de derechos y libertades, la aventura de un grupo de timadores profesionales, que vinieron a liquidar los últimas conquistas del Estado de Bienestar que aún estaban en pie.
El problema más grave que viven los argentinos es que la política económica oficial no crea empleo ni alienta la producción de bienes y servicios. Por el contrario, está generando una violenta reestructuración económica y social en beneficio de los sectores dominantes cuyas consecuencias ya comienzan a visualizarse. El Presidente Macri sigue convencido que será la inversión privada, en especial, la extranjera, la que conducirá al barco de la economía al puerto de la abundancia. Olvidando las debilidades que sufre un país periférico como la Argentina, el equipo económico no encontró mejor fórmula, para seducir y atraer inversiones, que aplicar toda la ortodoxia liberal, que hoy ningún país serio adoptaría. Liberalizó totalmente la política financiera y cambiaria, quitando todas las regulaciones y los topes para comprar y vender divisas, como así también desmanteló todas las barreras para facilitar la libre entrada y salida de fondos especulativos, a conveniencia de cada inversor. También eliminó para los exportadores la obligación de liquidar sus divisas en el mercado interno, a los cuales además benefició bajando retenciones e impuestos. Para completar el combo, se liberalizó el comercio produciendo una descomunal avalancha de importaciones que afectó la industria nacional y profundizó el déficit de la balanza comercial. Ya en brazos del FMI, el Estado nacional entregó su soberanía monetaria a manos de los organismos financieros internacionales. De esa manera se dejó a la Argentina expuesta a los ataques especulativos, se recortó recursos al Estado y se liquidó una parte sustancial de la industria y, con ella, miles de puestos de trabajo. Como jamás se frenó la fuga de capitales, la pérdida de “confianza de los inversores” se tradujo en una descomunal salida de divisas, de alrededor de U$ 60 mil millones, en lo que va de la era Macri. En este escenario, la inestabilidad cambiaria seguirá latente y el dólar se puede disparar frente a cualquier contingencia interna o internacional.
El tembladeral cambiario se llevó varios ministerios, decisión que dejó a las claras cuáles son las prioridades del gobierno de Cambiemos. En el desguace desaparecieron los ministerios de Agroindustria, Cultura, Energía, Trabajo, Salud, Ciencia y Tecnología, Turismo y Ambiente y Desarrollo Sustentable, las que se convirtieron en Secretarías de Estado. La necesidad recaudatoria obligó también al gobierno a reimplantar las retenciones. Pero esta vez, los llamados derechos de exportación, recayeron sobre todo tipo de producto o servicio que se venda al exterior. Se trata de una suma fija de $ 4 por dólar para las exportaciones primarias y servicios y de una suma fija de $ 3 por dólar para el resto de las exportaciones de cualquier tipo. Este impuesto es fijo en consecuencia, ante las variaciones del tipo de cambio o del precio internacional de cada producto, su incidencia sobre el precio interno también variará. Pero como los precios de exportación arrastran los precios de mercado interno, será el consumidor quién soportará el costo del nuevo esquema de retenciones, pagando precios prohibitivos en productos esenciales de la canasta alimentaria como el pan, la leche y la carne. Además, como se mantendrá un tipo de cambio alto y competitivo, este impuesto se licuará muy rápidamente. Pero esta vez, la vuelta de las retenciones, a pesar de todas las promesas en contra de Mauricio Macri, no provocó la iracunda reacción “de la gente del campo” como la que generó la Resolución 125. Será que antes era para redistribuir entre los sectores más vulnerables de la sociedad argentina, en cambio ahora es para pagar la timba financiera de los especuladores internacionales y la deuda con el FMI que contrajeron sus socios en el gobierno. Igual, rápidos y codiciosos, el ahora Secretario de Agroindustria Luis Etchevehere, “olvido” cerrar el registro que fija la Ley Nº 21.453 y permitió a los exportadores granos presentar liquidaciones por alrededor de 8,5 millones de toneladas de granos, antes de ser alcanzados nuevamente por las retenciones al sector. La sospecha que Etchevehere usó esa "información confidencial" para favorecer a los agroexportadores, se tradujo en una denuncia contra el funcionario por "tentativa defraudación contra la administración pública". Otra criatura que rescató el gobierno de las cenizas del “populismo kirchnerista” es el programa Precios Cuidados. Frente a la escalada inflacionaria y la disparada de los precios el gobierno olvidó sus críticas al programa y lo reforzó y amplió, llegando a sumar alrededor de 550 productos, los que podrán conseguirse en todos los supermercados del país y comercios adheridos. Toda la información está disponible en el sitio web del programa Precios Cuidados, donde además se pueden conocer los precios, los supermercados y los locales adheridos.
A medida que el hambre y la pobreza se van extendiendo como una mancha vergonzosa entre un número cada vez más alarmante de la población, el gobierno se prepara para contener el malestar y la protesta, apelando a uno de los recursos preferidos: la represión. Provocaciones, amenazas y uniformados para reprimir a los millones de desesperados que han sido abandonados por el Estado. Durar es la consigna del gobierno. Lo que no pueda con la persuasión lo intentará conseguir con el miedo. Otros lo han probado antes y todos, indefectiblemente, han fracasado. La solidaridad que se ha comenzado a gestar es la respuesta política más poderosa, y que no hay fuerza capaz de demolerla.


Mendoza: G20 y mucho más.
La reunión de ministros de educación y empleo del G20 en Mendoza se dio en el peor momento de gobierno de Mauricio Macri y, paradójicamente, en medio de la disolución del ministerio de Trabajo, ahora transformado en secretaría bajo la órbita de Producción, además de la unificación de Educación junto a Cultura y Ciencia y Tecnología.
Las reuniones que abordaron estas dos importantes dimensiones de la vida social fueron propuestas por la presidencia pro témpore, a cargo de Argentina, también una paradoja, estando ambas variables bajo una fuerte política de ajuste del gobierno nacional.
El G20 demostró una vez más que “mandan los que mandan”, y expidió documentos discursivamente atractivos, pero empíricamente inaplicables. La preocupación por la concentración de la renta en el mundo, la precarización laboral, los problemas en la protección social, las innovaciones generadas por las nuevas “formas” de trabajo que impone el capitalismo financiero y cognitivo, las brechas de género y el problema del trabajo en las mujeres y los jóvenes, fueron algunos de los principales postulados evaluados por las reuniones ministeriales.
El salto cualitativo lo dio sin duda el Labour20, reuniones integradas por sindicalistas de distintos países y la Organización Internacional del Trabajo entre otras instituciones internacionales. La necesidad del acompañamiento de los Estados en las nuevas formas de trabajo en un mundo 4.0, fue uno de los temas fundamentales pero, más concretamente, la urgencia del movimiento trabajador de recibir salarios reales que tengan alguna relación con las condiciones materiales de vida. El presupuesto fundamental del documento expedido por el sindicalismo fue la necesidad del desarrollo basado en el salario, situación que necesariamente genera la obligación de los Estados en intervenir en la economía de los países.
El presidente Mauricio Macri llegó a Mendoza en su primera visita oficial después de la “tormenta; incluso suspendió la semana pasada una visita a la provincia de San Juan. Su paso por el G20 fue fugaz y su discurso inocuo, la premisa que puede recordarse es la de “seguir trabajando juntos” pero, por su incansable repetición, el resto se olvida fácilmente.
En tanto, los discursos de Triaca y Finocchiaro fueron, una vez más, de legitimación de las imposiciones del gabinete nacional, y claro, del FMI. El primero reconoció la caída del empleo, pero como causal de la “crisis”, y con un discurso que ya roza lo fanático, volvió a repetir hasta el cansancio la falacia de que el Estado no puede gastar más allá de los ingresos. Luego cuestionó la representación de los trabajadores tras los dichos de Hugo Moyano esa misma mañana, que afirmó sin anestesia que “Macri se quiere rajar”. Cuestionó también la actividad sindical por ser “ideológica”. Como no tenemos intenciones de subestimar a nuestros lectores, entendemos que no hace falta hacer más comentarios al respecto.
Finocchiaro fue, públicamente, un tanto más respetuoso. Se mostró optimista porque esperaba cerrar el acuerdo paritario con docentes el día viernes pasado. Finalmente sucedió así; la mayoría de los gremios aceptaron la oferta salarial a excepción de Conadu Histórica. Tras un mes de ardua lucha, triunfó el divide y reinarás, sin que se tenga certeza de que no se seguirá recortando el presupuesto educativo. En este contexto no puede asegurarse el normal funcionamiento de las universidades y fundamentalmente la continuación de becas de investigación y estudio, además de la continuidad de las obras de infraestructura en marcha.
La presidencia Argentina en el G20 es sin dudas una gran farsa, simplemente porque ni si quiera está en el plan de gobierno, contribuir al “progreso” que el capitalismo mundial se propone, el de la innovación, la tecnología, y las nuevas formas de entender el trabajo. Con los CEOs macristas en la gestión ni siquiera se puede reflexionar en los términos de capitalismo del Siglo XXI, tal es el grado limitaciones intelectuales y metodológicas que expresan. Por sus propias carencias han perdido en su propio terreno, que no es otro que el de la especulación financiera y el negocio usurario. Es como si en el juego del truco, ese fantasma de parroquia y de picardías como diría Borges, los muchachos “del mejor equipo” se fueran al mazo, con el as de espada y ancho de basto, por jugar mal su primera mano.
En este estado de cosas es que resulta extremadamente preocupante, cuando lo local y lo global se dan cita en Mendoza y no hay posibilidades de traducir estos contactos y esta experiencia en un valor agregado para ser aplicado a nuestra deprimida realidad.
La visita del Presidente que tuvo como compañía en todo momento al gobernador Alfredo Cornejo, no solamente fue bajo un cuidado hermetismo y lejos de la prensa, sino que sostuvo una agenda con bodegas, con el gabinete nacional, y alguno que otro pautado de Macri teatralizando su inexistente sensibilidad y humanidad.
Evidentemente para el gobernador no fue una grata visita. Más allá de los comunicados de COVIAR y el respeto de los bodegueros, es innegable la situación de crisis que atraviesa este sector, abatido por los aumentos en los costos, la inflación desmedida, los tarifazos, y la apertura de las importaciones.
Por su parte Cornejo debió admitir que hay un retraso en las obras públicas prometidas. El único regalo del Presidente fue ponerle fecha a la licitación de Portezuelo del Viento, proyecto que el gobierno local quiere concretar desde hace dos años y medio. Macri dejó entrever la posibilidad de que Cornejo acompañe una posible fórmula presidencial, “venimos trabajando muy bien”, afirmó. Esta no es una señal de generosidad, sino más bien responde a la desesperación de combatir las internas al interior de la frágil alianza, que se ve tensionada permanentemente con amenazas de rupturas o nuevos armados políticos, en momentos donde el Presidente refleja su peor imagen (el 60% de la población no lo votaría en el 2019), sumado a que María Eugenia Vidal se debió llamarse al silencio luego de quedar totalmente embarrada en el escándalo de los aportantes truchos.
Más allá de la paciencia que demuestra Cornejo ante el gobierno nacional, sabe que sus posibilidades no son buenas si no hay rupturas. Es consciente de que la Unión Cívica Radical ha quedado pegada a este gobierno a pesar de detentar poco poder, a excepción de las gobernaciones. Sabe además que es el culpable del callejón sin salida en el que embarcó a uno de los partidos centenarios de la Argentina.
Tal es así, que ya es vox populi su intención de adelantar las elecciones a junio del año que viene, con el objetivo de asegurar por lo menos la gobernación a Martín Kerchner, quien deberá competir con Omar De Marchi y quizás Julio Cobos. Las nuevas escisiones del PD en la figura de Marcos Niven, son una señal más de la situación incómoda que atraviesa el gobierno provincial, que depende de una estructura nacional que ya está en proceso de cierre.
Para empeorar aún su situación, Cornejo se metió en el camino pantanoso de un código de faltas retrógrado, que recuerda a las peores políticas higienistas del siglo pasado. El miércoles pasado la Cámara de Diputados fue protagonista de un nuevo papelón institucional, luego de que la oposición se levantará para evitar el quórum en la votación del Código que ya tiene media sanción en Senadores. Con su mejor estilo, el presidente de la Cámara Néstor Parés reanudó la votación para su tratamiento este miércoles, que se aprobó con los votos afirmativos de Cambia Mendoza, mientras los legisladores opositores se agolparan en la puerta. Luego la sesión cayó por falta de quórum. En la próxima sesión la oposición evitará la aprobación del código aludiendo a la falta de quórum del miércoles pasado, y Parés, prisionero de su estilo, interpretará el reglamento a su gusto, afirmando que como Presidente no dio permiso a la oposición para retirarse del recinto.
A pesar de que el gobierno quiere invisibilizarlas, las voces de académicos, organizaciones sociales, políticas y defensoras de derechos humanos realizarán una fuerte oposición a un proyecto que prohíbe casi todo, menos la discrecionalidad del gobernador para reinar como un triste y decadente monarca.
 


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