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-Ponga el brazo acá.
- …
- Sin miedo, viejo. Estírelo, estírelo, así, mire, así, sobre el escritorio.
- ¿Qué quiere hacer?
- Superar 70 años de inflación, de déficit fiscal, de atraso…
- Pero es mi brazo…
- Como dice Mauricio: ¿Usted cree que me hace feliz hacer esto?
- Me estoy acalambrando.
- Espere, quédese ahí, no se mueva que ya vuelvo.
- …
- Y no grite, que se nos asustan los mercados y sube el dólar.
- Me parece raro que…
- Mire ¿Qué tul?
- Nooo ¿Se volvió loco? ¿Qué hace con esa hacha?
- Como dijo el lunes el mejor presidente de la historia: “Llegó la hora, estamos maduros”.
- Me asusta esa sonrisa. Parece Jack Nicholson en El resplandor.
- Tenga cuidado con lo que dice que el mundo nos está mirando. Y también nos habla ¿No lo escucha?
- En lo más mínimo.
- Venga, ¿a dónde va?
- Ya le dije me da miedo verlo con el hacha.
- Miedo le deberían dar los cuadernos Gloria. Esta es una simple hacha de monte. Y Made in China. Un lujo.
- Aléjese, por favor.
- El espiral de los cuadernos le pueden causar una infección generalizada, pero con este noble instrumento no va a sentir nada.
- No me siga, que me pone nervioso.
- Espere un momento. Que Maurcio escuche voces que le digan “ajuste, corte, mutile/ ajuste, corte, mutile”, que la doctora Carrió tenga alucinaciones apocalípticas y que Bergman ande vestido de árbol no quiere decir que no seamos gente sensata. No se confunda.
- Pero usted quiere cortarme un brazo.
- ¿Sabe qué pasa? Tanto tiempo de gradualismo bolchevique nos obliga a tomar medidas drásticas, pero es por su bien y el de todos los argentinos, se lo aseguro.
- ¿Cómo va a ser por mi bien cortarme un brazo?
- Peor es que siga el “Viva la pepa” y después tenga que cortarle la cabeza, ¿no cree?
- Suena intimidante.
- Venga, acérquese, confíe en la revolución de la alegría. El mundo nos pide un sacrificio.
- No creo que nadie nos esté pidiendo tanto.
- Yo sí. Esa es la diferencia entre un gobierno que forma parte del mundo y los cochinos venezolanos.
- ¿Qué tiene que ver Venezuela con todo esto?
- Nada.
- ¿Y entonces para qué la nombra?
- Ahora que Dios ha muerto solo queda el Diablo, y hay que nombrarlo.
- ¿Cómo que Dios ha muerto? No lo imaginaba leyendo a Nietzsche.
- No empiece con la filosofía como el miércoles pasado, y deje de dar vueltas, que me está mareando.
- Si usted deja el hacha…
- Dios ha muerto, lo mató la corrupción K ¿No lo sabía?
- No.
- Sólo queda la Virgen y con la única que habla es con la doctora Carrió. Imagínese cómo estamos.
- Peor sería que hablara con la oposición, con la ex presidenta, por ejemplo.
- Ni me la nombre, ni me la nombre…
- Tranquilo, espere, tranquilo, que va a destrozar toda la Sala de Prensa…
- ¿Qué me tranquilice? ¿Usted pretende que me tranquilice cuando esa mujer perdió la cabeza? Aumentó las retenciones, subió las asignaciones, reflotó Precios Cuidados…
- Esos fueron anuncios del presidente.
- ¿No le dije que Dios había muerto? Ahora entiendo porque las siete plagas de Egipto se desataron sobre el paraíso en el que vivimos durante dos años.
- Creo que está bajo mucha presión y confunde la realidad…
- La realidad es que se desataron todas las tormentas juntas y ahora los mercados, que hasta ayer nos apoyaban, nos están metiendo el dedo en el...
- ¿Hace falta ser tan explícito?
- ¿Sabe qué pasa? Ya no podemos gastar más de lo que tenemos, es hora de dejar atrás el país niño-populista ¿Cuánta plata tiene en el bolsillo?
- Ni un peso. El diario está al borde de la cesación de pagos. No sé cómo van a hacer para pagarnos el sueldo.
- Perfecto. Entonces no va a gastar nada.
- Pero si no gasto nada no me puedo alimentar, ni vestir ni ir al médico.
- Mire que es ambicioso, ¿eh?
- A esta altura mi única ambición es llegar a fin de mes.
- Ya empezamos con el llanto kirchnerotroskista.
- Le digo la verdad.
- Imposible: la verdad es una sola y la tenemos nosotros.
- ¿Le parece?
- No tenga dudas. Y ahora me voy, que nos vamos a la reunión con el FMI y tengo que embalar el hacha.
- ¿Va a llevar eso a Washington?
- Y diez cuchillos, veintitrés moladoras, treinta y tres sierras eléctricas y cincuenta y dos bisturís, entre otras cosas…
- Va a ser un tanto intimidatorio. Así no creo que nos presten un peso más.
- Es para que usen ellos, no nosotros. No sabe lo que podemos soportar por conseguir un billete.