Columnistas // 2018-09-02
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Argentina en shock postraumático
La semana que termina fue la peor de la gestión cambiemos. La crisis económica y las consultas desesperadas al FMI retrotraen la memoria colectiva a un momento oscuro de nuestra historia social. Argentina en shock postraumático.


 Ciertos acontecimientos pueden dejar huellas físicas y también secuelas psicológicas. Las personas traumatizadas sienten que la herida del pasado provoca dolor en el presente. Las sociedades también pueden quedar marcadas por sucesos de la vida colectiva.

La palabra trauma deriva del griego y significa “herida”. El trauma es por tanto una “herida psicológica”. El estrés postraumático es un trastorno que aparece en personas que han vivido un episodio dramático en su vida (guerra, secuestro, abuso, muerte violenta de un familiar...). La última gran herida de nuestra sociedad es producto de la crisis política y social de fines de 2001. El síntoma principal del estrés postraumático es la re experimentación del trauma, pero también se manifiesta cuando la persona debe enfrentarse a estímulos que estén asociados con él.   

Hay síntomas de distintos tipos.

Algunos tienen que ver con recuerdos intrusivos (Recuerdos recurrentes, involuntarios y angustiantes del hecho traumático/Revivir el hecho traumático como si estuviera sucediendo otra vez/Sueños o pesadillas acerca del acontecimiento/Angustia o reacciones físicas a las cosas que te recuerdan el acontecimiento traumático).

Otros son síntomas de la evasión (Tratar de evitar pensar o hablar acerca del hecho traumático/Evitar lugares, actividades o personas que te recuerden el hecho traumático).

También puede sufrir cambios en el pensamiento y en los estados de ánimo (Pensamientos negativos acerca de ti mismo, de otras personas o del mundo/Desesperanza acerca del futuro/Problemas de memoria, incluso no recordar aspectos importantes del hecho traumático/Sentirse distante de los familiares y amigos/Dificultad para sentir emociones positivas).

Por último, podemos encontrar los llamados síntomas de excitación (Asombrarte o asustarte fácilmente/Estar siempre alerta al peligro/Conducta autodestructiva, como por ejemplo beber en exceso o conducir demasiado rápido/Trastornos del sueño/Dificultad en concentrarte/Irritabilidad, arrebatos de ira o conducta agresiva/Sentimientos abrumadores de culpa o vergüenza).

Si usted sintió alguno o varios de estos síntomas durante la semana que pasó, la buena noticia es que no está solo. Millones de argentinos sentimos lo mismo. Una semana de tormenta acaba de concluir, atormentándonos.

Mientras se marchaba en defensa de la educación pública el dólar trepaba descontrolado en las pizarras. Cada recorte al que nos someten desde hace casi tres años implica una pérdida de derechos y un aumento de sufrimiento social.  La corrida cambiaria llevó a un aumento del dólar que superó los 40 pesos al final del día jueves, obligando al Banco Central a subir las tasas de interés al 60% hasta fin de año y a aumentar otra vez los encajes bancarios. Para el viernes, el dólar se movía alrededor de los 38 pesos y el desabastecimiento y la ruptura de la cadena de pagos se empezaban a sentir en algunos sectores.

La nueva meta del déficit primario será de 0,5% en 2019, en vez del 1,3% que ya significaba sacrificados recortes nacionales y provinciales. Otra salvajada neoliberal se aproxima.

La destrucción de la producción y el trabajo consolidará una recesión más profunda. El desempleo se acerca a una peligrosa cifra de dos dígitos. El mal humor social y la violencia crecen en un país incierto.

Argentina descendió de la primera a la octava posición regional de salarios mínimos en dólares tras la devaluación. En noviembre del 2015 el salario mínimo en dólares era de 589 y en la actualidad pasó a ser de 250.

El FMI pretende reducir el déficit fiscal de nuestro país a partir de un brutal recorte del gasto público. Esto implica una enorme apropiación de los ingresos de los asalariados, de los más pobres y la clase media, y una transferencia hacia el capital financiero internacional a través del endeudamiento externo y el pago de los intereses de esa deuda.

La necesidad de que el ministro de Hacienda deba viajar a Washington para resolver el destino de los argentinos es otra muestra de debilidad y pérdida de soberanía. Necesitan que el FMI autorice a usar más dólares para intervenir en el mercado cambiario y poder contener al dólar que aumentó 100% en lo que va del año. La eliminación y transformación de una decena de ministerios y la salida de funcionarios clave va en esta dirección.

Por otra parte, las retenciones, que venían reduciéndose 0,5 por mes, podrían mantenerse estables e incluso reinstalarse en el caso del trigo y el maíz. Pero esta vez no se usarán para redistribuir ingresos o para invertir en la economía productiva. Esta vez estarán destinadas a garantizar el pago a los acreedores.

Este recorte del gasto se combina con la imposición de las tasas de interés más altas del mundo y desregulación cambiaria. La liberalización de todo tipo de control sobre la actividad financiera ha convertido al país en un casino desquiciado. Algunos crupieres soplan a sus amigos los números que van a tirar.     

El fracaso del programa es tan rotundo que ni siquiera logró reducir mínimamente la inflación, algo fácil de resolver según el capitán del mejor equipo. La megadevaluación de esta semana aún no se traslada a precios. Recesión con inflación desatada vislumbra el horizonte sombrío.

La revolución de la alegría quedó atrás junto con el segundo semestre y los brotes verdes… El resultado real es una economía herida de muerte…

Y síntomas de re-experimentación del trauma social.  


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