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- ¿Y eso?
- Mi cuaderno.
- ¿No es demasiado grande?
- Mis notas sobre el mejor presidente de los últimos 50 años necesitan espacio.
- Pero un libro de contabilidad parece excesivo. Además de poco práctico.
- El facilismo populista no le deja ver la magnitud de la tarea. Ayúdeme.
- Es pesadísimo.
- Dé un paso atrás y abra.
- Está lleno de tierra.
- ¿Lo va a abrir o tengo que llamarlo a Bonadio para que me ayude?
- ¿De dónde sacó este libraco?
- De la guantera del auto.
- Imposible.
- ¿Quiere que le traiga la VTV?
- ¿Qué tiene que ver la VTV?
- Está a punto de leer un documento histórico, un registro minucioso de los días que están cambiando a la Argentina y el niño-populista que lleva adentro lo traiciona y empieza con los por qué. Mamita…
- Es que me parece un poco forzado que…
- Está bien. Déjelo así. Cierre que se lo llevo al periodismo independiente, ellos sabrán hacer buen uso de este documento exclusivo.
- Ahora déjeme leer.
- Imposible.
- ¿Por qué está tan sucio, con manchas de grasa y los bordes de las hojas quemados?
- Es que entró a mi casa un comando kirchnerista-iraní-docente-piquetero y tuve que tirarlo a la parrilla.
- ¿Sufrió un atentado por el contenido del libro?
- No, era el jardinero. Lo vi entrar de repente y me asusté.
- Está un poco paranoico.
- En absoluto. Yo estaba haciendo una bondiolita de cerdo y el tipo se me aparece de golpe gritando dónde está Gloria, dónde está Gloria.
- Una situación extraña…
- Más o menos. Mi mujer se llama Gloria y el tipo es sordo. Pero lo estamos investigando.
- ¿Me va a dejar leer o no?
- Solo la primera página.
- “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo caballero de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor…” ¿Qué es esto?
- Fui Mención de Honor en el concurso literario de Villa Dolores ¿No le conté?
- Pero…
- Sí, no me lo diga. Debí dedicarme a las letras.
- Este es el comienzo del Quijote, usted no escribió esto.
- No le permito que ponga en duda mi registro fiel de los hechos que veo todos los días.
- Si hasta está escrito en castellano antiguo.
- ¿Sabe qué pasa? Mauricio es un adicto al trabajo y yo me siento a escribir al final de la jornada. Hay días en que el sueño me vence.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Que a veces no soy yo quien escribe. En realidad, sí soy yo, pero me dictan.
- ¿Quién le dicta?
- La Virgen de San Nicolás.
- ¿Me está tomando el pelo?
- Uh Dios, además de incrédulo, ignorante. Perdóneme que se lo diga así.
- A usted le dicta la Virgen de San Nicolás y el ignorante soy yo…
- Con razón nos fue tan mal con las pruebas Aprender. Y después dicen que la pesada herencia es un invento de Durán Barba.
- Está mezclando todo.
- Ya lo dijo la doctora Carrió: la Virgen dicta y los remiseros copian. Es creer o reventar.
- Hablando de reventar, por qué no me muestra lo que escribió sobre la explosión en la escuela de Moreno.
- ¿La del problemita con el gas?
- Hubo dos muertos. Fue mucho más que un problemita.
- Si lo que busca es la nota sensacionalista, el amarillismo que colma las fauces del periodismo militante, no lo va a encontrar en esta obra.
- ¿Y qué es lo que voy a encontrar?
- Nada. Mire: el resto de las hojas están en blanco.
- ¿No me dijo que lleva un relato minucioso del día a día del presidente?
- Exacto.
- ¿Y entonces?
- Es que después de lo del jardinero escribo, saco fotocopias y quemo el original en la parrilla.
- Bueno, entonces déjeme leer las fotocopias.
- Imposible.
- No me va a decir que las tiene la Virgen de San Nicolás.
- Peor. Las tiene Gloria, mi mujer.
- ¿Y no tiene miedo que se filtren?
- En absoluto. Nosotros a los argentinos les decimos siempre la verdad. Si las quiere leer se las pide a Gloria y listo. No hay nada que ocultar.
- ¿No es más fácil publicarlas?
- Eso va a ser después. Cuando Mauricio termine su mandato y toda la clase política vaya a visitarlo a Bahamas para que le aconseje qué hacer, cómo resolver esto o aquello.
- Creo que tiene una idea romántica de lo que está pasando.
- Sí, también. Escuche que lindo poema que escribí: “Pero mudo y absorto y de rodillas /como se adora a Dios ante su altar / como yo te he querido / desengáñate / ¡así... no te querrán!”. La hice llorar a Gloria con esto.
- Pero eso es de un poema de Bécquer.
- Ah bueno, a usted nada le viene bien. Devuélvame el cuaderno. Mañana salimos en la tapa de todos los diarios. Y después no diga que no le avisé.