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Durante años el FMI y otros organismos internacionales, Estados Unidos y países europeos aconsejaron y pidieron a la Argentina que aplicara una política de libre circulación de bienes y capitales y que realizara todo tipo de ajustes en su economía para que pudiera cumplir con el pago de los intereses que generaba su exorbitante deuda externa, que se había intensificado con una escalada incontrolable a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, bajo el cual se aplicó el modelo económico neoliberal impuesto por Washington que más tarde se profundizaría con el gobierno de Carlos Menem y con el de Fernando de la Rúa.
Estas políticas de ajuste que significaron reducción presupuestaria en jubilaciones, pensiones, salud, educación, despidos, disminución de salarios y que perjudicaron principalmente a las clases medias y bajas, llevaron permanentemente a la aplicación de nuevos ajustes y a la toma de más deuda externa hasta que la crisis económica, social y política hizo colapsar al país que quedó en situación de extrema vulnerabilidad hacia diciembre de 2001.
Fue el resultado de subordinar la economía del país a las recetas del FMI y de la entrega de la conducción política de la Argentina al sistema financiero internacional.
Entre los años 2003-2015, durante los gobiernos kirchneristas, el país logró salir de la crisis y retomar el crecimiento económico. Se generó riqueza nacional y se distribuyó de manera que se recuperaron los salarios, las jubilaciones y se generó empleo. El consumo restableció el mercado interno y se protegió la producción industrial. Al mismo tiempo, se redujo notablemente el endeudamiento externo, llegando a fines de 2015 a ser uno de los países más desendeudados del mundo en relación a su PBI.
A partir de diciembre de 2015, al llegar al gobierno la alianza cambiemos, rápidamente se tomaron las medidas que habían regido hasta diciembre de 2001, de libre circulación de bienes y de capitales (entrada y salida del país sin restricciones ni regulaciones), ajuste sobre las clases medias y bajas y toma desenfrenada de deuda externa. Se redujo el consumo y el mercado interno, miles de pymes han cerrado producto de los tarifazos y de la importación indiscriminada, se devaluó la moneda y hay récord de inflación llegando a 112% acumulada desde que gobierna el presidente Mauricio Macri.
El viernes llegó al país Christine Lagarde, titular del FMI, para supervisar el avance del acuerdo firmado con el gobierno y hasta parece que abrirá una oficina en Buenos Aires para monitorear el cumplimiento. Es el símbolo de la sumisión del gobierno nacional a las corporaciones del sistema financiero internacional.
Nómades
En el último libro del doctor en Ciencia Política, Marcelo Gullo, titulado “Relaciones internacionales: una teoría crítica desde la periferia sudamericana” queda muy bien explicado un nuevo actor de importancia central en la historia del sistema mundial: la oligarquía financiera internacional.
Sucede que, a partir de la crisis económica desatada en 1973 por el incremento de los precios del petróleo, el capital financiero especulativo fue desplazando al capital productivo del liderazgo del poder mundial. Desde ese momento hasta nuestros días fue tomando cada vez mayor importancia hasta convertirse en el núcleo central de la estructura hegemónica a punto tal de poner a su servicio a distintos Estados y gobiernos.
Explica Gullo que, históricamente, los pueblos nómades fueron las primeras unidades políticas sin asiento territorial. Estas primitivas unidades políticas solían atacar con fines a pueblos que ya tenían un asiento territorial. La característica distintiva de estos actores era obtener el producto del trabajo y las riquezas que estos pueblos habían acumulado. Su ambición solía carecer de límites y su voluntad era la de “vaciarlas” al máximo para luego huir, buscando otras a las cuales saquear.
Las acciones de las entidades especulativas financieras tienen mucho en común con el accionar de los grupos nómades. Sin embargo, para funcionar eficazmente, explica Gullo que la oligarquía financiera internacional actúa aliada a las grandes potencias y, en conjunto, tienen como víctimas privilegiadas a las unidades políticas de menor poder, es decir los denominados “países periféricos”.
Finalmente, se hace necesario que el grupo que dirige el Estado a someter, sea cómplice de la estructura hegemónica, generalmente a partir del enriquecimiento de quienes gobiernan el país saqueado.
En lo que va del año la pérdida de reservas del Banco Central alcanzó la cifra brutal de 19.703 millones de dólares. El 22 de junio ingresaron los 15 mil millones de dólares del préstamo del FMI, de los cuales ya se fueron 3.538 millones, que en 20 jornadas, hacen un promedio de 177 millones diarios. En el primer semestre, la deuda pública en términos del PBI alcanzó un nivel del 87%.
La desregulación cambiaria y el libre flujo de capitales especulativos constituyen los dos pilares del modelo. Supuestamente así llegaría una “lluvia de inversiones” que no caerá jamás. ¿Por qué? Porque el objetivo no es el crecimiento, sino el saqueo y la subordinación del país al capitalismo financiero neoliberal del cual el actual gobierno forma parte.