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- Menos mal que volvió porque tengo una primicia para usted.
- Nunca me fui. Solo que no acepto el ajuste en la Sala de Prensa.
- ¿Me va a hacer el discurso populista-kirchnerista-bolivariano-iraní del 9 de julio, o quiere que le cuente?
- Diga nomás.
- Pero antes pase.
- ¿Adónde?
- A la nueva Sala. Se lo dije la semana pasada: confiamos en usted.
- Pero si yo no saqué la carta.
- También le dije que lo suyo estaba: le tocó el as de espada con la carita de Dujovne.
- ¿Usted sacó la carta por mí?
- Exacto.
- Pero eso es deshonesto con el resto de los colegas.
- Vaya a ver a Laura Alonso a ver qué le dice.
- La Oficina Anticorrupción es un apéndice del gobierno…
- ¿No ve lo que le digo? Nada le viene bien. Tomé, acá tiene su carta, para que vea que somos la administración más transparente de la historia.
- Pero este es el uno de oro y usted dijo que al que le tocaba el culo sucio se quedaba afuera.
- Se la traje de recuerdo. Y firmada ¿eh? Para que le muestre a sus nietos que alguna vez existió la nueva Argentina.
- ¿Mis nietos no la van a ver?
- Lo bueno no dura para siempre. Es una ley de la vida.
- Pero algo debería quedar.
- Depende.
- ¿Depende de qué?
- Del FMI. Ahora la traen, pero cuando se la llevan parecen un camión de mudanza.
- ¿Me va a dar la primicia o no?
- Ah sí, claro. Es que usted me lleva para cualquier lado. Venga, acérquese.
- Si doy un paso más en este cubículo que dejó como Sala de Prensa, le voy a tocar la nariz.
- Y bueno... un esfuerzo siempre hay que hacer.
- No entiendo lo que me quiere decir.
- ¡Y dale con el análisis, y dale con el análisis! Despabílese: Freud ha muerto.
- Apúrese por favor que tiene un olor a ajo insoportable.
- Es que ahora cocinamos nosotros.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- Que echamos al cocinero-militante que heredamos del gobierno anterior.
- ¿Echaron al cocinero?
- Como lo escucha. Y Mauricio se hizo cargo de la cocina.
- ¿Y?
- Jamás se hizo un Paty. Imagínese.
- ¿Se da cuenta por qué echar gente no soluciona nada?
- Si a usted no le gusta el ajo es problema suyo. El FMI dice que es sano, nutritivo y que estimula el crecimiento de una glándula que hace a las personas más ahorrativas.
- ¿Qué tiene que ver el FMI con el ajo?
- Nada. Pero nosotros lo consultamos y nos dio el okay. Así que tenemos garantizada la provisión de ajo hasta 2019.
- ¿Y después?
- Si vota bien, va a seguir el ajo.
- ¿Y si no?
- Vamos a volver a comer pan negro. Nadie va a querer volver a eso, se lo aseguro.
- ¿Me cuenta entonces?
- Ah! Sí, claro. Vamos a anunciar un plan revolucionario que nos va a permitir bajar la inflación, alcanzar la pobreza cero y desatar la revolución de la alegría. Todo en un abrir y cerrar de ojos.
- ¿No será mucho?
- Para nada. Con “Propinas para todos” vamos a hacer realidad el milagro argentino. Si quiere póngala como textual de Mauricio.
- Mire que a Carrió no le fue bien con esa idea.
- Pero nosotros la mejoramos.
- ¿En qué sentido?
- Incluimos a todos los argentinos.
- ¿Cómo es eso?
- Huele a populismo que solo tengan que poner las clases medias y altas. Con nuestra propuesta van a tener que poner todos.
- No entiendo.
- Muy simple. Usted le da una propina a su vecino, y al del edificio de al lado, y también al de la casa lindera, así hasta completar toda la cuadra de su barrio…
- ¿Pero de dónde voy a sacar la plata para darle propina a todo el mundo?
- Ahí aparece el genio de Mauricio: la propina no tiene que ser necesariamente en dinero.
- Usted me confunde.
- Muy simple: le saca la dentadura postiza a la abuela y se la da a su vecino jubilado que cobra la mínima; baja del armario la colección de soldaditos que guarda desde la niñez y se la entrega al hijo del desocupado de su cuadra; busca su libro favorito y lo lleva a la escuela carenciada más próxima. Y así hasta que no le queda nada de nada ¿No es espectacular?
- Pero si no me queda nada no voy a poder vivir. Y además voy a necesitar recibir propinas yo también.
- Exacto. De eso se trata. De ayudarnos entre todos ¿Qué le parece?
- Cínico. Ineficaz. Injusto.
- ¿Y la parte mala cuál sería?
- …
- Mire la hora que se hizo ¿Me disculpa? Tengo que atender a los tres colegas que quedaron.
- Ya me voy, pero al menos lávese los dientes.
- No hace falta. Ahora que quedaron pocos ya no se queja nadie.