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- ¿Y esa fila?
- Sus colegas.
- Parece que lo esperan a usted.
- Exacto.
- ¿Y para qué?
- Tenemos que reducir la Sala de Prensa.
- ¿Reducir? Si el miércoles pasado ya la dejó en este cuadro de cinta adhesiva.
- Ahora vamos a reducirla a la mitad.
- ¿A la mitad?
- Como lo escucha.
- Ya estamos apretados, si la reduce a la mitad…
- No me diga lo que ya sé, dígame algo nuevo.
- Que no vamos a poder trabajar en un rectángulo de medio metro por medio metro.
- La Argentina es un país de oportunidades.
- Pero si siguen reduciendo, ajustando, cerrando…
- No insista que me va a hacer llorar.
- Necesitamos trabajar.
- ¿Qué quiere que haga? El gobierno anterior nos dejó una Sala de Prensa sobredimensionada, quintuplicada, repleta de gente que no da con el perfil.
- ¿Qué perfil?
- Mire esa nariz, si parece un sifón. El mercado espera señales contundentes. Basta de narices gradualistas.
- Pero el periodismo no es una agencia de modelos.
- No haga demagogia conmigo. El mundo es rubio y de ojos celestes. Y si no le gusta váyase a Bangladesh que está lleno de argentinos.
- De hinchas de la Selección Argentina, querrá decir.
- Es lo mismo. Quedaron eliminados igual.
- Usted no puede poner en duda la aptitud profesional de quienes trabajamos acá.
- ¿Sabe qué pasa? Queremos una Sala de Prensa con periodistas objetivos, republicanos, independientes…
- ¿Y?
- Y que el gobierno anterior nos dejó periodistas-militantes, cocineros-militantes, peluqueros-militantes y militantes en general, pero periodistas casi ninguno.
- Van a hacer tres años que usted está acá, no me puede venir con eso ahora.
- Igual no se preocupe, si algo nos caracteriza es el diálogo.
- ¿Va a hablar con los acreditados para que todos tengan un lugar?
- No.
- ¿Y entonces?
- Vamos a aplicar el método Lombardi.
- ¿El método Lombardi?
- Claro: vos sí, vos no, vos sí, vos no…
- Pero eso es lo que hicieron en Télam y dejaron a más de trescientos cincuenta trabajadores en la calle. Es horroroso.
- Horroroso sería que los kirchneristas disfrazados de periodistas se queden con la Sala de Prensa.
- Pero si acá hay periodistas que votaron al presidente…
- ¿Y lo van a volver a votar?
- Con esto que quiere hacer, realmente no creo.
- ¿No le digo? Son todos K, son todos K, son todos K…
- Pero…
- Pero nada mi viejo. Nosotros vinimos a poner las cartas sobre la mesa y lo vamos a hacer.
- ¿Qué cartas?
- Las del chinchón. Cada acreditado va a tener que elegir entre dos mazos. En uno va a tener el ancho de espada y en el otro el culo sucio.
- ¿Y?
- El que saca el as de espada se queda.
- ¿Y el otro?
- Se va ¿O pretende que el Estado también se haga cargo de la mierda ajena?
- Pero no puede jugarse a las cartas la continuidad de la gente.
- ¿A los dados?
- …
- La ruleta. Última oferta.
- ¿Qué merito supone seguir en un lugar sólo por obra del azar?
- Del azar, no. Hace dos años que estamos evaluando a la gente, estudiando si tiene un perfil griego, romano o nativo, si le gusta el chori o el sushi. No somos ningunos improvisados.
- Primero reducen la Sala a este cubículo, después pretenden que la mitad de la gente deje de venir…
- ¿La mitad?
- Es cierto, usted no dio un número, pero con este espacio no creo que…
- La fiebre populista lo lleva a la exageración, viejo. Vamos a dejar solo tres lugares.
- ¿Tres lugares? El noventa por ciento de los acreditados no va a poder trabajar.
- No se alarme. Lo suyo está.
- ¿Cómo que lo mío está?
- Los tres lugares son para el periodismo independiente. Y tengo un cuarto reservado para usted.
- Pero…
- No me agradezca. Sé que no se lo merece, pero tener un periodista-militante da a amplitud.
- Yo no soy ningún periodista-militante y tampoco esto se resuelve dejándome a mí y excluyendo a los demás.
- Si no quiere su lugar avise.
- No se trata de un lugar. Se trata de poder informar los actos de gobierno, de hacerlo con autonomía, de brindar información veraz y contextualizada…
- ¿Terminó?
- No.
- Bueno, apure que sus colegas están esperando para sacar la carta.
- Además, no entiendo por qué le molesta la cantidad de acreditados si el Estado no les paga el sueldo.
- Usted sí que se quedó en el 2003 ¿eh? ¿Y el aire que consume toda esta gente? ¿Quién lo paga, eh? Mientras usted se hace el Rodolfo Walsh conmigo se están llevando todo: el nitrógeno, el oxígeno, hasta los gases contaminantes se están llevando.
- ¿Y qué pretende? ¿Qué la gente deje de respirar?
- Que cada uno haga lo que quiera, pero que lo haga en su casa. Acá se acabó la joda, querido. Se acabó la joda. El que sigue por favor…