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El objetivo del texto es guiar a gobernantes y generales en el proceso para una guerra exitosa. Sostiene que la mejor estrategia es someter al ejército enemigo sin luchar contra él; tomar las ciudades sin sitiarlas y derrocar al Estado contrario sin manchar las espadas de sangre.
Sun Tzu consideró las cualidades morales, emocionales e intelectuales más importantes que el poder militar. La planificación detallada, la información precisa, la organización perfecta eran todos elementos fundamentales y prioritarios.
Así, el ejército, era un instrumento que daba el golpe final a un enemigo previamente reducido y en condición vulnerable: “el ejército victorioso ataca a un enemigo desmoralizado y derrotado”.
La estrategia en “El Arte de la Guerra” se basa en el engaño, la creación de falsas apariencias para desorientar al enemigo, el acercamiento indirecto, la capacidad de coordinación y de lograr rápidamente la concentración de un ataque fulminante en los puntos débiles del adversario.
Por supuesto, la aplicación de tales tácticas requiere cuadros formados y bien entrenados y de un gobernante con nivel máximo de conocimiento. Sun Tzu consideraba que la unidad nacional era requisito previo para una guerra exitosa y que solo podía lograrse bajo un gobierno consagrado al bienestar del pueblo.
Para llegar a la cima del poderoso Partido Comunista Chino, que cuenta con cerca de 90 millones de afiliados, se requiere de una disciplina de acero y de una paciencia trascendental. El reciente congreso del Partido elevó a Xi Jinping al mismo nivel de Mao Tse-tung.
Xi apunta a consolidar el “Sueño Chino”, la "Gran Revitalización de la Nación China". Para ello debe aparecer en todo momento como templado, estable e invencible. Está dando los pasos para conseguirlo.
El “Arte de la Guerra” ha tenido una profunda influencia a lo largo de la historia china, siendo la fuente de las estrategias de Mao Tse-tung y de los ejércitos chinos. Las ideas de Sun Tzu también se transmitieron a Rusia y son parte de su herencia oriental.
Vladímir Putin y Xi Jinping tienen especial afinidad. El presidente chino es el único líder extranjero con el que el jefe de Estado ruso ha celebrado su cumpleaños. La semana pasada, tras una reunión en Pekín, Xi agasajó al que ha llamado “mi mejor, más íntimo amigo”, al entregarle la primera “Medalla de la Amistad”, que fue creada para reconocer a extranjeros que han tenido una "contribución excepcional al proceso de modernización socialista de China, a la promoción de los intercambios y de la cooperación entre China y el resto del mundo y al mantenimiento de la paz mundial". Un gran gesto simbólico de su acercamiento cada vez mayor en el tablero político.
El fin de semana pasado, ambos fueron protagonistas de la cumbre de la Organización para la Cooperación de Shanghái, un foro de países asiáticos creado por China y al que asisten líderes como el jefe de Estado iraní, el primer ministro indio o el presidente paquistaní. Una señal clara para las potencias del G7 reunidas al mismo tiempo en Canadá.
Xi y Putin tienen una estrategia común y sus propuestas comienzan a ser percibidas como grandes alternativas al modelo occidental. Los dos han votado juntos en la ONU contra la intervención de potencias en Siria; Moscú se ha opuesto a las maniobras occidentales en las aguas del mar del Sur de China. Moscú y Pekín han dejado claro que continuarán su colaboración con Irán, en áreas como la energía nuclear o las finanzas, pese al veto de Estados Unidos y sus sanciones. También en lo que se refiere a las tensiones en la península coreana, Rusia y China decidieron coordinar una solución pacífica de los problemas.
Ambos tienen en estos momentos una relación muy tensa con Estados Unidos. En la presentación de su nueva estrategia de seguridad, Trump dijo que las dos naciones trabajan contra los intereses estadounidenses y quieren cambiar el orden internacional en detrimento de su país.
El acuerdo que alcanzaron Rusia y China contiene indicaciones sobre la colaboración económica y financiera, “aumentando las cuotas de las respectivas monedas nacionales en los intercambios comerciales ruso-chinos”. Esto es, que trabajaran para seguir reduciendo el poder del dólar en las transacciones internacionales.
Además, proponen una reforma de la ONU, evitando forzamientos “antidemocráticos” que impongan limitaciones artificiales sin un común acuerdo. Al Consejo de Seguridad se le deberá “ampliar la representación y el derecho de voto de los países en vías de desarrollo”, y evitar intentos “de algunos países” de iniciar acciones militares sin el mandato general.
Es bueno recordar que una coalición militar entre Rusia y China les convertiría en el poder militar más fuerte del planeta. Putin ha insistido en que las amenazas de Estados Unidos no han impedido el fortalecimiento de las relaciones bilaterales, sino que ha hecho que ambos países se acerquen más que nunca. Desde 2013, Xi Jinping y Putin realizaron 23 encuentros, lo que implica que se reúnen en promedio una vez cada menos de tres meses.
Mientras tanto nunca antes los líderes de las economías más industrializadas del mundo habían llegado a una cumbre, como la que se realizó en Canadá, con tantas tensiones con uno de sus principales socios: Estados Unidos.
Están, China y Rusia, ¿dominando a su enemigo sin luchar contra él?