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La inversión y capacitación en ciencia y tecnología es fundamental para el desarrollo y los países más avanzados invierten porcentajes significativos de sus PBI en esta actividad.
La ciencia y aecnología argentina, a partir de políticas públicas sostenidas durante décadas desde el estado, se pudo consolidar en distintos aspectos. Uno de ellos es el sector nuclear, que permitió a nuestro país destacarse a nivel mundial. El símbolo más reciente, el contrato ganado por Invap para el diseño y construcción de un reactor nuclear de investigación y producción para usos medicinales en Holanda, que el mismo presidente Macri anunció orgullosamente.
La investigación en tecnología nuclear en Argentina inició en 1948, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, con la construcción de las instalaciones de experimentación. El 31 de mayo de 1950 ?se creó la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), con el objetivo de convocar a especialistas y comenzar con las investigaciones.
Perón creó este organismo del Estado, dedicado al desarrollo de una fuente de energía por entonces apenas conocida, como parte de su política para conseguir la soberanía energética y tecnológica del país. La Comisión se dedicó también a la búsqueda de reservas de uranio, iniciando su extracción en 1952.
Hoy, la Argentina es uno de los diez países con mayor desarrollo nuclear del mundo y ejemplo por su uso pacífico.
La Argentina fue el primer país de América Latina en instalar una central para la generación de energía eléctrica a partir de la energía nuclear: Atucha I, en la provincia de Buenos Aires, cuya construcción inició en 1968.
Luego se realizó la instalación de la central nuclear de Embalse Río III, Córdoba, con casi el doble de potencia eléctrica y tecnología de origen canadiense, inaugurada en 1983. En 1980 se avanzó en la definición técnica de Atucha II, obra que se inició efectivamente al año siguiente y luego fue abandonada durante dos décadas, hasta que en 2007 se decidió completarla. En 2011 fue inaugurada y comenzó a funcionar en 2014.
Argentina es uno de los pocos países del mundo que tienen el control completo sobre el ciclo de desarrollo de combustible nucleares, lo que le permite alimentar sus centrales con material íntegramente producido en el país. El dióxido de uranio, los elementos combustibles, las vainas y tuberías especiales son elaborados por empresas nacionales. El agua pesada es producida en la planta Industrial de Agua Pesada ubicada en la provincia de Neuquén. Todas las centrales nucleares son operadas por empresas del país.
Esto es así porque durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández el sector nuclear se recuperó y se puso en marcha nuevamente, luego de décadas de abandono e intentos de privatización. La CNEA recibió incremento presupuestario, mejoras en infraestructura y repatriación de científicos. El símbolo de la recuperación fue Atucha II, la tercera central nuclear Argentina. En los últimos años se formaron miles de especialistas y más de cien empresas nacionales se encuentran hoy calificadas para trabajar en este sector de alta tecnología, cuando en 2003 no había ninguna.
Decimos todo esto porque en los tiempos que corren resulta fundamental recuperar la historia de los logros de nuestro país. El gobierno de Mauricio Macri acaba de cancelar el acuerdo con China para construir la cuarta central nuclear Argentina: Atucha III, que iba a dar trabajo a 5000 personas y es muy probable que sufra el mismo destino Atucha IV, desarmando un sector estratégico para nuestro país.
La cancelación de la central nuclear Atucha III es un golpe duro a la industria de alta tecnología y no concretará el proyecto que iba a suponer una inversión de unos 9.000 millones de dólares. La excusa utilizada es otra vez la necesidad de bajar el déficit y la “restricción presupuestaria”.
El proyecto iba a ser financiado en un 85% por la República Popular de China y el 70% de la tecnología iba a ser de industria Argentina. Aportaría 800 MW de energía en apenas 6 años.
La incertidumbre también incluye a la Planta Industrial de Agua Pesada de, cuya función es producir agua pesada que se utiliza para moderar y refrigerar reactores nucleares. La nuestra es una de las mayores productoras del planeta, habiendo sólo 11 países en el mundo que poseen plantas de este tipo.
La cancelación de proyecto Atucha III además implica una crisis terminal para cerca de 80 empresas nacionales como INVAP, Electroingeniería, Techint, IECSA o Dycasa que aportaron a la conclusión de Atucha II, entre 2005 y 2014, y deja sin oportunidades laborales a cientos de ingenieros nucleares que terminarán migrando a países con planes de desarrollo de tecnología atómica. INVAP, empresa argentina de vanguardia tecnológica desde 2016 perdió el 94% de su facturación al Estado nacional y hoy tiene problemas para seguir pagando los sueldos de sus trabajadores.
El anunciado objetivo del crecimiento energético nacional se transforma en una apuesta a que el consumo no desborde la capacidad de generación a partir de brutales tarifazos y recesión económica. Con tres centrales, el sector nuclear aporta el 5% de la energía utilizada en nuestro país, evitando el quemado de combustibles fósiles, en un contexto de expansión donde cerca del 11% de la producción mundial de la electricidad es generada por 450 centrales, hay unas 60 en construcción y unas 160 planificadas para construir.
Por último, no está de más tener en cuenta que los países que intentan alcanzar la autonomía y el desarrollo como naciones independientes sufrieron siempre los intentos de potencias mundiales para frenar su progreso.
En el marco de un pedido de auxilio financiero al FMI, crisis económica nacional y disputa geopolítica mundial: ¿Dejaría Estados Unidos que China financie tecnología nuclear en un país que intenta recolonizar en una región que considera su propiedad teniendo la posibilidad de impedirlo a partir de un gobierno argentino rendido a sus pies?