Columnistas // 2018-05-20
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PANORAMA POLÍTICO
Burbujas
El andamiaje especulativo del macrismo se está derrumbando. La corrida cambiaria y el vencimiento de las Lebacs provocaron una crisis que no puede ser resuelta sólo con ajuste y recesión. La solución estructural es un cambio de modelo económico.


La sensación de un inminente derrumbe de la economía ha irradiado  un estado de angustia e incertidumbre generalizado. Parafraseando a un filósofo y economista alemán del siglo XIX,  se puede sostener que el modelo económico macrista, en su versión actual, lleva implícito el germen de su propia autodestrucción.  Este terremoto cambiario y financiero autogenerado se hizo evidente, con mayor intensidad, esta semana cuando el gobierno debió enfrentar el mega vencimiento de Lebacs,  por 615.877 millones de pesos. Si bien se logró posponer la explosión de la burbuja financiera, la corrida cambiaria no se detiene y el costo sobre las reservas y los precios serán abrumadores.  Es ilustrativo repasar la serie de artilugios monetarios y financieros a los que apeló el gobierno para enfrentar el “supermartes” y dilatar el previsible desenlace.

Tal como ya lo señalamos en nuestro anterior panorama político, la decisión del gobierno de  liberalizar y desregular el mercado financiero, dejando expuesto el dólar a todo tipo de perturbaciones  internacionales y operaciones especulativas, explica los problemas que sufrió la Argentina esta semana. Los  especuladores financieros, atraídos por estas ventajas, se mueven a voluntad entre el dólar y las LEBACS persiguiendo el mayor beneficio.  Esta bicicleta financiera, que es aceitada por el propio gobierno, busca evitar que el dólar se dispare y con él, la inflación. Para que los tenedores de Lebacs, al momento de su vencimiento,   no cambien estos bonos por dólares y produzcan una corrida cambiaria, el Banco Central les ofrece una tasa del 40% nominal anual. Con esta tasa de interés el gobierno logró que, este 15 de mayo, se renovaran el total de los 615 mil millones de pesos  de estas letras que , dato muy importante, solo representan la mitad de todas la Lebacs que hay en el mercado.

A pesar del gesto triunfalista  de algunos funcionarios, el problema está muy lejos de resolverse.  El próximo 21 de junio se repite el escenario pero mucho más agravado. Ese día no sólo vencen la Lebacs que se renovaron el martes de esta semana  sino que también se sumaran letras por 226 mil millones de pesos, que vencen también ese mismo día. La burbuja es tan peligrosa y los números son tan abrumadores que difícilmente el gobierno pueda escapar ileso  de su propia trampa. El susto del 15M fue de tal magnitud que el presidente tuvo que recurrir hasta los buenos oficios de Donald Trump para frenar el ataque especulativo. Condescendiente con su amigo, el presidente norteamericano tuiteó:  "Gran charla con mi amigo el presidente Mauricio Macri de Argentina esta semana. Él está haciendo un buen trabajo para Argentina. ¡Apoyo su visión para transformar la economía de su país y liberar su potencial!", afirmó generoso.

Sin embargo, si bien el presidente Macri logró conjurar el “supermartes”,  en ese trance tomó una serie de desafortunadas decisiones que afectarán estructuralmente la vida de los argentinos. Una de ellas fue la vuelta al Fondo Monetario Internacional (FMI).   En un gesto desesperado, y para incrementar transitoriamente las reservas del Baco Central que rondan los 55.000 millones de dólares y continuar soportando la demanda insaciable de especuladores locales e internacionales,  el gobierno recurrió al Fondo Monetario Internacional para conseguir más recursos. Pésima señal para los argentinos ya que el odiado regreso del FMI después de doce años sólo profundiza los malos augurios. Nobleza obliga, hay que reconocer que el retorno triunfal de este organismo financiero no es producto de la fatalidad o de una imposición; es la decisión de un gobierno que ha elegido una vez más  tropezar con la misma piedra, entregando el manejo de la política económica a un prestamista de última instancia. Tampoco hay un “nuevo” y más sensible FMI como pretenden suavizar los funcionarios de Macri. La receta, sin todavía conocer las características del préstamo, ni el monto, ni tampoco los plazos, es la misma de siempre y está colgada de la página web del organismo. En tanto, la Directora Gerente del FMI, Christine Lagarde, sabiendo del rechazo que produce el organismo que preside,  metió confusión afirmando que el Fondo no establecerá condicionamientos. "Se trata del programa económico de Argentina integralmente concebido por el presidente Macri y su Gobierno", afirmo a la defensiva y transfiriendo los costos al gobierno argentino. Para ser precisos, parte de las condiciones que impone este Stand by ya se están ejecutando y sus efectos están a la vista: recesión, ajuste, recortes, devaluaciones y pobreza.

A pesar de que el gobierno pueda seguir seduciendo algunos  ingenuos o desinformados, el acuerdo con el FMI, en estas condiciones, es más  dinero para alimentar el casino montado por el equipo económico y más deuda para sostener un modelo insolvente que lo que busca es llegar con chances electorales al  2019. La economía nacional no se reactivará, tampoco caerá la inflación ni bajará el precio de las tarifas ni de los créditos productivos. Mauricio Macri ha comprado sólo  un poco más de tiempo a un precio y a un costo político de cual se va a terminar arrepintiendo.

Por supuesto que alguien debe pagar esta irresponsabilidad y no serán justamente aquellos usureros que se benefician del modelo. En esa dirección es que los consultores financieros, los grandes medios de comunicación y los voceros del establishment se han dado a la tarea de repetir, casi al unísono, que la causa principal de este desequilibrio  macroeconómico es el gasto público, cuyo déficit hay que reducir drásticamente. Pero su clamor no apunta a la responsabilidad de los poderosos que desfinancian al estado. Por el contrario, a los amigos del poder se le dispensa y transfiere millones de dólares mediante blanqueos de capitales, suculentas medidas de exención impositivas, quita de retenciones,  devaluaciones a la carta y exorbitantes ganancias que sacan de la economía nacional para fugarla a los paraísos fiscales.

Si bien es falso que  este tipo de crisis se  soluciona achicando el estado o reduciendo el déficit fiscal, la gestión Macri  amenaza con un shock de (más) “austeridad” que, no cabe duda, lo pagaran como siempre los que menos tienen.  Cómo ya está ocurriendo, el peso del ajuste cae sobre los trabajadores que serán objeto de un mayor proceso de precarización y flexibilización y, en particular, los empleados públicos que sufrirán congelamientos, recortes y expulsiones. También los jubilados y pensionados, que ya ganan en promedio menos de la mitad de lo que necesitan para vivir,  sufrirán una licuación mayor de sus ingresos por aplicación de la nueva fórmula de actualización y por la pérdida de la mayoría de los beneficios sociales que percibían. También están en la mira las provincias y los municipios que perderán aún más recursos por la caída de la coparticipación, el mayor endeudamiento, los recortes de la obra pública y  por los efectos del Pacto Fiscal. Otro de los sectores castigados serán las pequeñas y medianas empresas por ausencia de créditos productivos, apertura importadora, falta de mercado interno, el aumento de impuestos y de las tarifas. A la interminable lista de sectores sociales que serán inmolados en el altar del equilibrio fiscal hay que sumar a los sectores de más  bajos recursos, en particular las beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo, a quienes les espera el más absoluto desamparo por el retiro del Estado como garante de la integración y la inclusión social.

El presidente Macri cree haber hallado  la fórmula para conjurar las amenazas. Y cómo se da cuenta que el problema ya no es sólo económico sino también político, se ha propuesto convocar a todos los sectores para “sentarnos todos alrededor de una mesa  y hacer un gran acuerdo para lograr reducir el déficit”. Pero pretender atacar el déficit con más ajuste y recortes es absolutamente contradictorio, pernicioso y falaz. La falta de dólares, que es el verdadero problema a enfrentar,  no disminuirá ni haciendo el más brutal ajuste regresivo. Eso lo tienen claro los dirigentes opositores y difícilmente se presten a la foto del recorte fiscal. Solo la sustitución de este modelo especulativo por un modelo productivo que vuelva a poner al trabajo y la producción en el centro de la economía podrá evitar que esta burbuja financiera estalle y se lleve, a su paso,  lo poco que queda.

El estado bobo. En un recordado discurso que pronunció García Márquez en Colombia comentó el esfuerzo que le significó comprender el mundo militar, influenciado por una historia que le contó su abuelo sobre la matanza a obreros de las bananeras en la Ciénaga. Fue así como decidió crear, en “Cien años de soledad”,  a su propio militar, el coronel Aureliano Buendía, que perdió treinta y seis de las treinta y seis batallas que luchó. Necesitó mitificar un personaje real, para poder comprender su naturaleza diferente. Sin embargo, cuando escribió “El general en su laberinto”, que narra la vida de Simón Bolívar, se encontró con un personaje de carne y hueso “de talla descomunal”. Esta vez el escritor se obnubiló por este militar tras la fascinación que le produjo descubrir al Bolívar real, al hombre detrás de la leyenda.

También las personas y comunidades intentan comprender, mediante diferentes  estrategias, la heterogénea naturaleza de las cosas que la rodean, hasta descubrir finalmente  lo que es real y trascendente. El gobernador Alfredo Cornejo es claramente un dirigente que necesita mitificar el pasado, porque es incapaz de comprender  las particularidades, la heterogénea idiosincrasia de quienes conviven en la sociedad mendocina y para las cuales debe gobernar.

En su discurso del pasado viernes, en la inauguración de los almuerzos de la Asociación Ejecutiva de Mendoza, que puede encontrase  en la edición de ayer de este diario, el gobernador planteó que, desde la asunción de su gobierno en la provincia y de Cambiemos a nivel nacional, los mendocinos y argentinos pasamos “de un estado bobo a un estado inteligente”.  Autorrefencial afirmó, hablando del gasto público, que fue “un acierto, el que nos llevó a tener 4.000 empleados públicos menos en estos dos años que llevo de gestión. Se hizo con jubilaciones, cesantías y algunos cortes de contratos. Vamos a seguir en esa dirección.”  Nada dijo de cuál fue el destino de esos nuevos desocupados.

También resaltó que “La capacidad de maniobra de los gobiernos, en particular del que finalizó en 2015, era nula y no sólo por la presidenta que teníamos, sino porque la provincia había perdido todos sus instrumentos económicos y su capacidad de negociación idónea con la Nación y con los diferentes poderes”.   Sin embargo, si hay una característica del gobierno del presidente Macri, es el carácter centralista y elitista de su gobierno. La capacidad de maniobra de los gobiernos provinciales hoy es nula. Luego de la firma del Pacto Fiscal y de la grosera resignación de recursos de las provincias en favor de la ciudad y la provincia de Buenos Aires,  es rutina ver al gobernador peregrinar por la Casa Rosada en busca de recursos. Cualquier lector atento de la realidad puede inferir la catadura casi extorsiva y los aprietes en el Congreso para beneficiar los planes políticos del gobierno nacional. Respecto de la capacidad que tienen las provincias para incidir en el modelo económico de Cambiemos, la misma es literalmente nula. Sólo cuando las necesidades políticas de Mauricio Macri son acuciantes, los gobernadores son llamados para sacarse la foto de rigor.  

También agregó en esa charla que ““A las empresas les gusta Mendoza, porque tiene mejor infraestructura y conectividad. Tiene sindicatos más permeables a la negociación. Además, hay un mejor entorno para hacer negocios en Mendoza”.  Sin embargo los mendocinos saben que los sindicatos no son más permeables, sino que las paritarias se cierran por decreto y a la baja. El caso de los docentes es ejemplificador: no pueden ir al paro porque pierden un porcentaje importante del sueldo que tiene que ver con el presentismo.  A pesar de los dichos del Gobernador, tampoco hay muchos interesados en hacer negocios en Mendoza. De hecho, las economías locales no paran de reclamar al gobierno provincial una ayuda ante las tarifas impagables, la baja del consumo, la crisis económica, la inflación incontrolable y una matriz productiva que no se renueva y sufre adicionalmente la avalancha de  importaciones. En tanto, hay naturalezas distintas que claman por ser comprendidas. Nada dijo el gobernador de la necesidad de que las empresas, entre otras deudas pendientes, se propongan igualar salarios entre hombres y mujeres, contraten a la misma cantidad de mujeres que de hombres y se comprometan a una mayor inserción y sostenimiento laboral de las mendocinas.

Señaló que “actualmente tenemos superávit, lo que nos permite tomar deudas para obras que quedan y generan riqueza. (…) De este modo estamos mejorando nuestra deuda. Y además la que tenemos en dólares la estamos pasando a pesos progresivamente, para no estar tan expuestos.”  Cornejo reconoce indirectamente el riesgo de estar endeudado en dólares con un gobierno nacional que poco más de dos años ha devaluado el peso casi un 120 por ciento. La corrida cambiaria y la crítica situación que vive un gobierno que debe recurrir al FMI para no vaciar el Central, necesita llevar un dólar a $30 para frenar la fuga de capitales, lo que generaría un aumento sideral de las acreencias de la  provincia que recauda en pesos pero, que por la genialidad de Martín Kerchner, se endeudó en dólares.

Nada dijo el gobernador sobre el fracking al que  permitió mediante un decreto. Es por lo menos de dudosa responsabilidad autorizar esta técnica cuando  hay grandes sectores de la población en contra porque la provincia no ha dispuesto las condiciones necesarias de control, evaluación y supervisión de la actividad para que los mendocinos estén  seguro que no afectará el agua que se consume o el suelo en el que se vive. Por otro lado, el gobierno provincial debería tener liderazgo político para construir un consenso que permita una respuesta adecuada a quienes, como los vecinos de Malargüe,  ven en el fracking una oportunidad de empleo.

Nada dijo tampoco del recorte en obra pública nacional que anunció el ministro Dujovne dos semanas atrás. Si como dice Cornejo, las provincias no tienen grandes recursos, ¿De dónde vendrá la obra pública, la inversión en energía? ¿Será a través de más endeudamiento provincial? ¿Quiénes querrán invertir en Mendoza, cuándo es mucho más rentable y menos costoso comprarle Lebac a un gobierno que se ha metido por ineptitud y falta de responsabilidad en un callejón sin salida?

Otra desafortunada reflexión de Alfredo  Cornejo fue cuando, ante declaraciones a la prensa,  reconoció el fracaso de la política antiinflacionaria y  afirmó que "el gobierno está admitiendo que se puede convivir con una inflación un poquito más alta”.  Grave afirmación si se considera que es el propio gobierno quien viene conteniendo los aumentos salariales con paritarias, o en sus defectos decretos, que no superan el 15%.  No es difícil darse cuenta que, la herramienta más importante elegida por el gobierno para frenar la espiral inflacionaria, es el propio salario de los trabajadores. Tan es así que, desde que asumió Mauricio Macri la presidencia, la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores registrados ronda el 10%.  Si además se tiene en consideración que este año la inflación podría alcanzar valores superiores al 25%, los dichos del gobernador no son solo desafortunados sino irresponsables.

También esta semana integrantes de los bloques legislativos del justicialismo mendocino presentaron un proyecto para crear el “Consejo Económico Social Anticrisis”,  que tiene como finalidad analizar el impacto que la crisis económica tendrá sobre las tarifas, los salarios, los precios, el abastecimiento como así también sobre la deuda provincial.   La presentación la hicieron diputados y senadores provinciales, más referentes partidarios de distintos sectores. Al frente, Omar Félix y Roberto Righi, las principales autoridades del PJ mendocino, pero acompañados por Adolfo Bermejo, Patricia Fadel, Guillermo Carmona,  Luis Böhm y Carlos Sosa, entre otros. El objetivo primordial de este Consejo, según expresa el proyecto, “es la defensa de los sectores más vulnerables de la sociedad, de las economías regionales, asegurando la gobernabilidad y la paz social”

El diputado nacional Guillermo Carmona dijo en una oportunidad:“Creemos que tiene que haber una respuesta rápida a la problemática que se abre y que ya estamos viviendo; que requiere de un compromiso por parte del gobierno provincial, de la legislatura provincial, de los municipios y de los sectores representativos de la sociedad mendocina. Porque de una situación crítica tenemos que salir todos juntos".  A su turno Omar Félix, Presidente del Partido Justicialista, afirmó que otra de las cuestiones muy importantes, tiene que ver con el impacto en los salarios. Esto obliga a una revisión de las escalas salariales, para “poder afrontar lo que indudable que va a ocurrir, que es una pérdida del valor y el poder adquisitivo de los argentinos en general y de los mendocinos particularmente”.

Sin dudas que la semana que concluye quedará como una de las más críticas de las vividas por la actual administración. El Presidente, pasada transitoriamente la tormenta,  llamó la semana pasada a una reunión de la mesa política e incluyó al radicalismo incorporando al recientemente reaparecido Ernesto Sanz. Sin dudas un poco tarde para solucionar los terribles errores económicos cometidos por  Sturzenegger, Caputo y Dujovne. Palabras más, palabras menos, el Presidente quiere que el radicalismo también se haga cargo de la crisis, al fin y al cabo, son parte de la alianza gobernante. Como presidente de la Unión Cívica Radical, y como gobernador de una de las provincias más grandes de la Argentina, sigue llamando la atención la  sorprendente pasividad de Alfredo Cornejo frente a los desaciertos de sus socios políticos.

La mística tiene un límite. Aureliano Buendía  se acaba cuando descubrimos al Libertador.



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