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- Tome.
- ¿Qué hago con esto?
- Léalo.
- No entiendo.
- Si no lo lee, no va a entender.
- Pero si me tiene enfrente, para qué me pasa un papelito.
- Es la nueva forma de comunicación que está revolucionando al mundo.
- Pensé que era Facebook, Whatsapp, Twitter…
- Usted atrasa más que la Bruja del Calafate ¡mi Dios! ¿Quiere que le ponga una estampilla?
- No me parece gracioso.
- A mí tampoco, pero no puedo seguir hablando.
- ¿Por?
- Porque si sigo hablando para qué le di el papelito.
- Eso mismo le decía yo, no hace falta ningún papelito.
- …
- ¿Y?
- …
- Ya, ya, ya. Es ridículo.
- Ridículo es usted que tiene el papelito en la mano hace dos horas y ni siquiera lo abrió. Así no se va a enterar nunca de nada.
- Entonces diga lo que me quiere decir y listo.
- No puedo.
- ¿Por?
- Porque ya le di el papelito. Mire que es duro, eh?
- ¿Y para qué quiero yo que me diga las cosas en un papelito? Si quiere decirme algo en reserva puede bajar la voz, o podemos salir de la Sala de Prensa e ir al café de la esquina.
- Imposible.
- No me diga que el presidente no le paga el café.
- Sería convalidar la destrucción de un documento que hace a la comunicación oficial.
- Quédese tranquilo, no voy a destruir el papelito. Se lo devuelvo y listo.
- Eso tampoco puede ser.
- ¿Por?
- Una vez que el papelito llegó al destinatario no se puede devolver.
- ¿Por?
- ¿En serio tengo que explicarle todo?
- Sí.
- Porque el papelito es personalísimo. Tiene un único destinatario. El suyo, por ejemplo, no se lo puedo dar a Gabriela Cerruti.
- No, mejor que no.
- ¿Entonces lo va a leer o no?
- No puedo.
- ¿Cómo que no puede?
- Se quedó pegado. Por el sudor de los dedos.
- Yo se lo advertí. Ahora voy a tener que reportarlo.
- ¿Reportarme?
- También se lo dije. Usted tiene pegada en los dedos una comunicación oficial.
- ¿Cómo va a ser esto una comunicación oficial?
- Ahora no se haga el desentendido. En la nueva Argentina no hay privilegios. Si usted tiene una offshore, vaya y pase. ¡Pero esto es demasiado!
- ¿Qué cosa?
- Utilizar el propio sudor para destruir un documento oficial.
- Yo no destruí nada.
- ¿Cómo que no? Mire el agujero que está haciendo. Todo sudado, además ¿Se bañó?
- ¿Que tiene que ver eso si los dedos transpiran por estar fijos?
- Bueno, Bonadio lo puede tomar como atenuante.
- ¿Qué tiene que ver Bonadio con todo esto?
- Es el juez que va a entender en la causa. Usted acaba de cometer un delito federal.
- ¿Designan el juez a dedo?
- No le permito. Fue por sorteo, como corresponde.
- ¿Y cuándo hicieron el sorteo?
- Mientras usted intentaba destruir el papelito. Mandamos un papelito a tribunales con la denuncia.
- Eso es imposible.
- Para usted que se quedó en el 45 sí, para nosotros no.
- ¿Si lo leo anulan la causa?
- Depende.
- ¿Depende de qué?
- De Bonadio. La Justicia es un poder independiente, no lo olvide.
- Ningún juez sensato me condenaría por semejante cosa.
- Usted lo dijo.
- ¿Qué cosa?
- Que ningún juez sensato lo condenaría.
- ¿Está reconociendo que en la Argentina no quedan jueces sensatos?
- Mire, si usted está disconforme con los jueces mande un papelito y listo. Pero mientras tanto va a tener que responder por lo que hizo. Como cualquier hijo de vecino.
- ¿A dónde puedo mandar un papelito?
- Al Consejo de la Magistratura, a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, a la ONU, adonde quiera.
- ¿Cómo voy a mandar un papelito a un organismo internacional?
- Nosotros ya lo hicimos y funciona mucho mejor que los kilos y kilos de papel que se usaban antes.
- No me diga que…
- Le digo. Por ejemplo. Cuando llegó Rajoy, Mauricio le entregó un papelito que decía: “Dos amantes se vuelven a encontrar”.
- ¿Y?
- El gallego se calentó muchísimo y respondió con otro papelito, al toque.
- ¿Qué decía?
- “Quiero que seas mi Repsol, mi Marsans, mi cómplice y todo, y en la calle, codo a codo, ser mucho más que dos”.
- ¿Lo dice en serio?
- Los papelitos nos traen inversiones, mi viejo. ¡Ahora sí que no nos para nadie!
- Impactante.
- Y eso nos es nada. Con Trump empezamos a limar asperezas por los aranceles.
- ¿Cómo?
- Mauricio le escribió un papelito que decía: “Pensá en mi viejo, no seas malo”.
- ¿Y?
- Donald contestó con un papelito cifrado. Cuando entendamos qué quiso decir le cuento.
-¿Y ahora qué hago con este papelito?
- Léalo. Bonadio lo va a tener en cuenta. Se lo aseguro.
- Pero acá no dice nada.
- Lo debe haber borrado con la transpiración, lo que ciertamente agrava su situación.
- No puede ser, no se ve la tinta corrida. Es como si estuviera en blanco.
- Es una opción.
- ¿Me dio un papelito en blanco?
- Si hay crecimiento invisible, pobreza invisible, tarifazo invisible, no veo porque no puede haber papelitos en blanco.
- ¿Y cómo me entero de lo que me quiere decir?
- Ah, eso es problema suyo. El Estado ya no puede estar en todo como durante el populismo.
- ¿Y qué hago entonces?
- Por lo pronto, ponga el papelito en una bolsita de nylon. Que si sigue chivando así lo va a destruir del todo y va a terminar peor que Lula.
- ¿Me van a meter preso por un papelito que me dio usted y que encima está en blanco?
- En la Argentina se acabó la joda, mi amigo. Acuérdese lo que le digo.