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Feminismos
No hay una sola forma de entender el feminismo. Hay feminismos, en plural. Comprende a todo aquello que busca la liberación de las mujeres y la defensa de sus derechos, y por lo tanto cuestiona la dominación de los varones. En esa dirección, el concepto de “patriarcado” es central, ya que la organización social otorga a la parte masculina el dominio del orden general y la autoridad. La idea puede asimilarse a toda organización en donde existe una primacía de poder en favor de los varones.
El concepto de "género" también es central porque define lo masculino/femenino, no como una realidad natural, sino como una construcción cultural. Esto quiere decir que la sociedad está estructurada no sólo por relaciones de clase o raza sino también por ciertas nociones sobre lo femenino y lo masculino.
Las características biológicas han sido revestidas de un conjunto de comportamientos, percepciones y pensamientos que se han impuesto a la mujer y al hombre. El feminismo no cuestiona, de este modo, únicamente la construcción de la mujer, sino también el concepto de varón y el lugar establecido para ellos en la sociedad.
El cuestionamiento de la hegemonía masculina desafía los modelos tradicionales de relación entre mujeres y hombres. Se están generando modificaciones tan importantes que nadie puede (ni debe) permanecer neutral. Al modificarse el lugar asignado a la mujer, se genera un cuestionamiento del propio lugar del varón, ante las mujeres, ante los otros hombres y ante sí mismo.
El feminismo comunitario
Dentro de los feminismos, existe la perspectiva del feminismo comunitario, que reflexiona con principios y valores de los pueblos originarios. Se trata de la visión comunitaria del “Buen Vivir”, un paradigma construido desde el pensamiento indígena continental, que aporta a la construcción de un nuevo orden para la vida.
Las feministas comunitarias plantean el concepto de patriarcado como el sistema de todas las opresiones, todas las explotaciones, todas las violencias, y discriminaciones que vive toda la humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y la naturaleza, como un modelo históricamente construido sobre el cuerpo sexuado de las mujeres.
El “buen vivir” es un paradigma ancestral con raíces en la cosmovisión de los pueblos andinos que plantean la vida en plenitud, entendida en un equilibrio de lo espiritual y material tanto en lo interno como externo de la comunidad. Es el “buen convivir”. Buena vida para todos en armonía interna.
Reconocen a la comunidad como un cuerpo que siente, piensa, se mueve, que ha sido oprimido, pero también tiene la fuerza para liberarse. Este cuerpo comunitario está conformado por el par político de los cuerpos de mujeres y hombres, como dos partes autónomas, pero a su vez en relación. La comunidad está constituida por mujeres y hombres como dos mitades necesarias en su relacionamiento cósmico, no jerárquicas, recíprocas y autónomas una de la otra. Sin embargo, esto no significa una heterosexualidad obligatoria, porque no estamos hablando de pareja sino de par de representación política, no estamos hablando de familia, sino de comunidad. Por eso, reafirman que las mujeres son la mitad de todo.
Desde esta perspectiva, debemos reconceptualizar el par complementario, despojarlo de su machismo, racismo y clasismo. Es una propuesta alternativa a la sociedad individualista. La humanidad tiene dos partes y la negación de una de ellas en la sumisión y el sometimiento, es atentar también contra la existencia de la otra. Someter a la mujer a la identidad del hombre o viceversa es cercenar la mitad del potencial de la humanidad.
La herencia de la invasión colonial, que comprende exclusión, desprecio, machismo y racismo ha generado, además, un imaginario estético racista, prejuicioso y discriminador, que ha lastimado especialmente a las mujeres. El feminismo en el movimiento comunitario es la lucha y Ia propuesta política de vida de cualquier mujer en cualquier lugar del mundo, en cualquier etapa de la historia que se haya rebelado ante el patriarcado que la oprime.
Los cuerpos en las sociedades van construyendo imágenes que se proyectan social, política y culturalmente. Los cuerpos de las mujeres deberían construirse en libertad, con respeto, entre afectos y complementariedades. Pero no es así, estas imágenes de la mujer vienen cargadas de machismo, racismo y clasismo. Es el mundo al que llegamos, pero es a la vez el que vamos construyendo. Y cambiando.
Mujeres y hombres debemos desobedecer las órdenes que han limitado y reprimido nuestros cuerpos, nuestros espacios y nuestros tiempos y que han contaminado de machismos nuestros movimientos y organizaciones sociales.
Todas las personas que aspiran a una sociedad igualitaria deberían sentirse y reivindicarse feministas. Cada vez más personas (mujeres y varones) adhieren a sus valores. El feminismo comunitario sostiene una visión alternativa al capitalismo neoliberal globalizado y difunde otro sistema de valores. Si aprendemos a pensarnos más como comunidad y menos como individuos será más fácil entender que una parte de nosotros mismos no puede oprimir a la otra.
El feminismo comunitario ayuda a pensar en un trabajo de mujeres en alianza con los varones para un camino compartido hacia un mundo más justo. Los hombres tenemos mucho que aprender de las mujeres y nuestros esfuerzos por lograr cambios sociales solamente se alcanzarán si trabajamos junto a ellas. No nacemos feministas. Nos hacemos. Es un aprendizaje.
Debemos construir una cultura alternativa de hombres. Debemos estar conscientes de que los varones hablamos desde posiciones de dominio y tenemos que asumir la responsabilidad de erradicar la violencia masculina.
El machismo atraviesa transversalmente a un sistema que es colonialista, racista, capitalista y neoliberal. Tiene que llegar el día en que los compañeros, los hermanos, exijamos que las mujeres estén a la par en todo, como la mitad de todo.
Julieta Paredes es poeta, cantautora, escritora, y feminista aymara boliviana.
Referente del feminismo comunitario.