Columnistas // 2017-12-27
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La Argentina es una fiesta


- Qué año, mi Dios. Qué año.

- Intenso.

- Esplendoroso, le diría.

- ¿Lo dice por las llamaradas que se ven en las calles?

- Llamaradas, humaredas, fuegos de artificios, detonaciones...

- Dicho así parece una fiesta.

- Le voy a confesar algo: jamás pensé que Mauricio lo haría tan rápido.

- ¿Qué cosa?

- La tumultuosa algarabía que vive el país, ¿de qué estamos hablando?

- Lo de tumultuosa se lo admito, ahora la algarabía...

- No se deje engañar por los mapuches-kirchneristas-masistas-trotkistas-y demás istas que quieren voltearnos. La Argentina es una fiesta.

- La gente está en las calles es cierto, pero no para festejar.

- Ah, ¿no?

- No.

- ¿Y qué está haciendo?

- Protestando, exigiendo cambios.

- Que fácil le sale la consigna, mi Dios. Y ya que se las sabe todas ¿Por qué se ve a las multitudes corriendo, saltando bajo chorros de agua, bailando entre las motos?

- Para escapar a la represión.

- Pamplinas.

- ¿Ni siquiera mira la tele?

- Ni un minuto. Con Mauricio preferimos la Play.

- ¿La Play?

- Usted se escandaliza porque no conoce el último juego que Pato Bullrich llevó a Olivos. No podemos dejar de tirar.

- Cómo de tirar...

- Es de esos juegos en que usted está detrás de la mira y dispara.

- Un presidente no puede jugar a eso.

- Si viera lo relajado que queda Mauricio después de tirar cinco, seis, siete horas sin parar, no diría lo mismo.

- ¿Y a quién le tira?

- No haga preguntas maliciosas. Le advierto que no es un juego belicista, es un juego de paz.

- No veo cómo puede ser de paz si de lo que se trata es de disparar a mansalva.

- A mansalva, no. Es un juego de alta precisión, con mira telescópica y todo.

- Sigue sin decirme a qué o quién le dispara.

- A una horda de zombis que invaden Buenos Aires.

- ¿Zombis?

- Una multitud de encapuchados que lo único quiere es romper, saquear, matar y robar.

- Suena maniqueo.

- Maniqueo es negar la alegría que hay en las calles, mi amigo.

- ¿Alegría?

- Mire como será la cosa que a dónde va Mauricio no le piden un discurso sino un chiste.

- Mientras que no repita el que le hizo al policía herido en un ojo: “Tu mujer es demasiado linda para que la mires con un solo ojo”.

- A usted nada le viene bien. Si se saca las anteojeras del periodismo militante va a ver cómo la gente volvió a ser feliz.

- ¿Cómo?

- A pura batucada con las cacerolas.

- ¿Le parece?

- No me va a decir que se creyó el cuento de que nos hacen cacerolazos a nosotros, que somos los padres de la cacerola.

- Es lo que pasó.

- Relájese. Raspan la abundancia.

- Creo que tiene una mirada sesgada.

- Qué contrera que es, por favor.

- No puede negar que hay un clima complicado.

- ¿No me diga que el 31 llueve?

- La calle está caliente.

- ¿Caliente? ¿La gente se amontona para saludar a los políticos y usted me dice que la calle está caliente?

- No fue eso lo que le pasó a Lousteau.

- ¿Ah no?

- No.

- ¿Y qué le pasó?

- Lo escracharon.

- ¿Quiénes?

- Trabajadores del Banco Provincia.

- ¿No damos más créditos?

- Están reclamando que no se modifique su régimen jubilatorio.

- Otra acción golpista.

- ¿De dónde saca eso?

- Los viejos son lo que más nos votaron. Están chochos con Mauricio. Olvídese.

- Con la reforma previsional contentos no están.

- Y dale con la campaña desestabilizadora.

- Lo dicen las encuestas, la calle...

- Es emocionante ver a tantos viejos llorando, abrazados a sus nietos, gracias a nuestras políticas de...

- ¿Dónde vio eso?

- En el Congreso.

- Olvídese. Los hacía llorar los gases lacrimógenos.

- ¿Lloraban o no lloraban?

- Pero...

- Pero nada. Los hechos son los hechos. Si usted quiere hacer periodismo de interpretación nunca va a llegar a ser un Leuco, a lo sumo será un hijo de Leuco, que no es poco pero no es igual.

- Está empecinado en no ver lo que está pasando.

- Lo que está pasando es que el mundo no deja de aplaudir nuestro reformismo permanente. Eso es lo que está pasando.

- ¿El mundo?

- Merkel, Trump, Rajoy, Xi Jinping, Nethanyau... toda gente que hace de este mundo un lugar próspero y feliz.

- ¿Le parece?

- Estamos condenados al éxito. El mundo lo dice a gritos. Solo falta que algunos argentinos se den cuenta.

- ¿Y si no se dan cuenta?

- Vamos a ayudarlos.

- ¿Cómo?

- Con la Gendarmería, la Prefectura, la Federal, la Metropolitana. El auténtico ejército de la revolución de la alegría.

- Pero así va a haber cada vez más gente en la calle.

- No ve que tengo razón: La Argentina es una fiesta.


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