_

El lunes pasado, en la Cámara de Diputados, el gobierno nacional logró convertir en ley la reforma previsional, mediante la cual recorta ingresos a 17 millones de argentinos, entre los que se encuentran jubilados, discapacitados y beneficiarios de la AUH.
Luego de dos semanas de mucha tensión, el macrismo conseguirá “ahorrar” más de 100.000 millones de pesos, pero pagando un costo alto para su imagen ante la sociedad. Según la medición de Humor Social y Político, que realiza D'Alessio IROL junto a Berensztein, el 85% de los argentinos cree que la reforma "es mala".
El gobierno decidió aprobar la ley de cualquier modo, con una mayoría estrecha en diputados y un rechazo generalizado entre los argentinos, que quedó evidenciado por las distintas movilizaciones y, sobre todo, en los cacerolazos nocturnos en muchas ciudades del país.
La política genera acontecimientos donde la sociedad hace “síntesis” mediante hechos o acciones que logran expresar el sentir popular. En este caso, el recorte a jubilados tocó una fibra sensible del pueblo argentino que la repudió abiertamente.
Por otra parte, la aprobación de esta ley fue el resultado de un procedimiento que incluyó extorsión, autoritarismo, fallas a la hora de la argumentación política y esfuerzos incómodos para negar lo evidente.
Repetir el lema “pesada herencia” como explicación a todos los males parece ser una “técnica” que empieza a agotarse. El gobierno se comunica con la sociedad como si todos los que se oponen a sus decisiones fueran kirchneristas. Va a necesitar más que eso de ahora en adelante.
También fue bochornosa la humillación a los gobernadores. Se los obligó a presionar a los diputados nacionales a cambio de no ahogarlos financieramente. La foto con los mandatarios provinciales es comparable a la de los cazadores con sus animales domesticados, resignados, vencidos. El diálogo no es extorsión. Estas prácticas pueden volverse en contra el día menos pensado. No abundan las sonrisas en la imagen.
La muchedumbre copó las calles durante el día lunes, fue expulsada y volvió pacíficamente a la noche, al compás de las cacerolas. Ese sonar del reflujo popular, durante varias noches consecutivas, es una medicina amarga que todavía no había probado la Alianza gobernante, envalentonada por el reciente triunfo en elecciones legislativas. Parece así inaugurada una nueva etapa. Hay un quiebre entre la sociedad y el gobierno. Su intensidad y extensión todavía no puede preverse y dependerá en gran medida de lo que suceda en adelante.
El presidente habló en “conferencia de prensa” luego de quitarle 100.000 millones de pesos a jubilados, discapacitados y beneficiarios de la AUH. Declaró sin titubear que tiene dos ejes prioritarios: “la niñez y cuidar a nuestros abuelos”. Cualquier ciudadano promedio hubiera hecho un papel más digno que el periodismo “independiente”. Las preguntas y las respuestas se aferraron al montaje ensayado y aprendido. Nada de lo dicho está fuera del libreto. Esta “técnica” también parece no otorgar los resultados de antaño.
El libreto esta vez no alcanzó, la mentira social chocó de frente en la madrugada con un pueblo en la calle, al que no se aconseja seguir mintiendo.
Lo cierto es que el gobierno encontró dificultades importantes para lograr su objetivo. Aparecieron límites en la aspiración hegemónica de Cambiemos. Explotó la protesta social de amplias capas de la sociedad, incluyendo sectores de bajos, medios y altos ingresos.
Mención aparte merece la revitalización de la oposición, que actuó en diputados como un frente de unidad que pasó de una situación de fragmentación, a una situación de alianzas flexibles y frágiles, pero eficaces y con proyección. Actuaron aliados el Frente para la Victoria-PJ, el Frente Renovador y otros sectores como el Movimiento Evita, progresistas y la izquierda.
Los diputados opositores actuaron en todas las líneas de negociación y maniobra, dejando marcada una posición clara y contundente.
Al mismo tiempo, la situación dejó en evidencia a aquellos que, siendo opositores, no pudieron negarse a dar quorum o acompañar la medida. Hoy están en un lugar peor que hace dos semanas, con respecto a sus expectativas futuras de acción política, sobre todo frente a sus provincias donde disputan votos y legitimidad.
El gobierno accionó en contra del consenso social, lo que derivó en reacciones autoritarias y represión. La oposición se fortaleció y logró articulaciones que, por momentos, desbordaron al oficialismo.
Avance táctico de la oposición a partir de alianzas flexibles. Victoria legislativa del macrismo que pudo aprobar las leyes que necesita para su programa económico. Derrota social porque las mayorías nacionales se rebelaron contra una medida injusta.