Columnistas // 2017-12-14
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Campaña anticorrupción como campaña antisubversiva


Reato, en el programa de Zotowyadla, resultó elocuente. Aquel que el criminal Videla aceptó como entrevistador en la cárcel y cuya ideología no es secreto para nadie, no pudo dejar de advertir que las prisiones preventivas a ex funcionarios del gobierno anterior son problemáticas, y que la figura de “guerra” en relación con Irán es poco sostenible. Igual, él dice que los kirchneristas son –según su opinión, claro- corruptos, y por ello deben estar presos. Aunque no se lo haya comprobado en juicio. Incluso –agregamos nosotros- aunque se le escape el “detalle” de que la causa por el tratado con Irán no es una causa por corrupción. No importa.

 Tampoco importa que en el gobierno actual haya sonados casos de corrupción, no pocos con causas judiciales iniciadas. Caputo y Aranguren, ambos con rango de ministros, son ejemplos al respecto. Y también los propietarios de empresas off shore, que son escándalo en todo el mundo, menos aquí. Reato no manifestó quererlos en la cárcel. Ni querer en la cárcel al mismo Bonadío, juez de la servilleta con 41 pedidos de jury en el Consejo de la Magistratura.

 Es que no es repulsa por la corrupción lo que mueve la supuesta furia purificadora de los anti-corrupción. Lo mostró sobradamente Andahazi, probablemente menos astuto y más obvio que Reato. Tras fingir sentirse molesto por estar cerca de “un corrupto” en el programa de TV en que coincidió con Aníbal Fernández, el extremismo del novelista se mostró por entero: “Han inventado un desaparecido con Maldonado”, espetó. Y agregó la perla siguiente: “¿Cuántos desaparecidos más se habrán inventado?”. Toda una definición, por demás afín a los nostálgicos de la dictadura, situada en la huella de Lopérfido y otros diversos negacionistas.

 Muy claro, entonces. Los enemigos ideológicos de un gobierno que llevó a los tribunales a los responsables de la represión ilegal, apelan a la cobertura de “campaña anticorrupción” para  desplegar su saña. Nosotros no sabemos si cada uno de los perseguidos por supuesta corrupción es inocente o culpable: sí sabemos que se los encarcela sin condena, se los humilla y escarnece en los procedimientos de apresamiento, y se los persigue por razones que poco tienen que ver con cuestiones de corrupción.

 El bloque ideológico que apoyó a la dictadura (y que hoy se asume como antidictatorial) urde su revancha a través de la persecución mediático/judicial de sus adversarios. Ya ocurrió en 1955. Y no por nada –aunque se lo ha olvidado- los criminales de la dictadura prometieron acabar, a la vez, con “la corrupción y la subversión”. Es evidente que muchos hoy se inspiran calladamente en su legado.-

  



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