Columnistas // 2017-10-19
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Justicia para Santiago
48 horas de espanto


Pocas veces hemos vivido en los períodos de democracia Argentina una situación tan nefasta como la que atravesamos.

La desaparición de Santiago Maldonado nos demostró a los argentinos el frágil estado de derecho en el que vivimos.

Pocas veces una investigación ha sido tan manoseada, tan contaminada, y tan negada por el propio estado.

Pocas veces hemos visto a los medios de comunicación trabajar con tanta irresponsabilidad, inexactitud, y falta de respeto, violando todos los manuales de ética periodística.

Pocas veces hemos visto a algunos sectores de la clase dirigente argentina demostrar tanta calamidad.


Santiago Maldonado, un joven artesano amante de los viajes, participó de un reclamo legítimo de la comunidad mapuche por tierras que les pertenecen, y que están en manos de un empresario extranjero. Luego se convirtió en un desaparecido en democracia, y hoy la Argentina está en vilo esperando saber si un cadáver encontrado a la vera del río Chubut, que fue tres veces rastrillado por la policía y prefectura naval, es el de Santiago.

Sin embargo, lo que proliferan son las incertezas, las dudas, la manipulación de la información, las fotos falsas y la sensación de que todo es mentira y que nunca sabremos la verdad.

Desde el inicio, la máxima autoridad política del país, el Presidente de la Nación y su gabinete de ministros, se dedicaron a negar, a culpar, a esconder.

Defendieron a muerte a la gendarmería, la involucraron en la investigación. Afirmaron que Santiago podía estar en cualquier parte, que no se podía comprobar que hubiera estado en Pu Lof, a pesar del testimonio de los mapuches presentes ese día. Hasta se dijo que Santiago había matado una persona y había huído.

Detrás de la realidad montada por los medios y la dirigencia política, el revanchismo político y hasta la burda comparación de la desaparición de Santiago con la de Julio López, como si fuese 1x1, hay una familia devastada, y una sociedad que necesita y merece conocer la verdad.

El presidente estuvo ayer en una conferencia de la Organización Mundial de la Salud, en Montevideo, donde afirmó que “esta era una semana medio compleja”.

Esta no es una semana compleja, es una semana bisagra. Porque Santiago representa todo aquello que no queremos ser, todo eso a lo que no queremos volver: que un argentino pierda su vida por culpa de la violencia estatal, y que todo lo que creemos que somos se transforme en incertidumbre.

Días antes de que cierren las campañas electorales, el gobierno mide qué candidato debe poner frente a las cámaras. Luego de los derrapes de Elisa Carrió, que burda y cínicamente afirmó que “el cuerpo parecía el de Walt Disney” y el silencio total y absoluto de la ministra de Seguridad, que a esta altura debería haber renunciado, y debería estar siendo investigada por la justicia federal junto a Pablo Noceti, el coach de Cambiemos le da la posta a María Eugenia Vidal. Los funcionarios tienen prohibido hablar.

Estas son las situaciones reales que suceden en un país, y que el gobierno no sabe manejar. No puede controlar a sus propios funcionarios y candidatos, y mucho menos encabezar una investigación seria y demostrar a los argentinos que podemos creer por lo menos en la justicia.

Ayer la justicia informó que el cuerpo hallado tenía el DNI de Santiago Maldonado. El hermano de Santiago, afirmó en conferencia de prensa que hasta que no tenga seguridad, lo seguirán buscando.

Todos queremos seguirlo buscando. No podemos, no debemos aceptar que un joven argentino murió por culpa de la violencia de las fuerzas represivas del estado por defender intereses de un empresario extranjero, bajo órdenes del ministerio de Seguridad.

El circo de la política argentina se enfrenta hoy a la cruda realidad. Y acá no hay grieta, no hay boletas ni candidatos. Queremos saber dónde está Santiago Maldonado. Queremos saber qué pasó con Santiago Maldonado. Y queremos que paguen los responsables.

Hasta entonces, Santiago, te seguiremos buscando.

  


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