Columnistas // 2017-10-11
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El plan B


 -Tengo una primicia para usted.

- ¿Algo fuerte?

- Demasiado.

- Me interesa.

- Una declaración de alto impacto político.

- ¿De quién?

- Adivine.

- A ver...

- “No hay plan B”. ¿Quién lo dijo?

- Es obvio…

- Le doy tres opciones: Martín Lousteau, el Correcaminos o el capitán del Titanic.

- El presidente.

- ¿Cómo lo sabe? No me diga que usted también tiene una red ilegal de escuchas.

- Leo los diarios todos los días, soy periodista.

- ¿Qué, ya lo publicaron?

- El fin de semana.

- ¿Y cómo hicieron? Si Mauricio me lo dijo hace un ratito, justo antes de venir para acá.

- A lo mejor se leyó a sí mismo en el diario. Hay colegas que tienen la capacidad de anticiparse a lo que él piensa.

- No se haga el irónico conmigo. Además, eso es imposible.

- ¿Por?

- Porque Mauricio no lee.

- ¿No lee los diarios?

- No lee diarios, revistas, libros, guías de teléfono… No lee nada de nada.

- ¿Tanto tiempo le lleva la campaña?

- Ni se imagina. Tiene el dedo liso de tanto tocar el timbre.

- Pero un presidente debería leer al menos…

- Uy, viejo, no empiece con el intelectualismo ¿Sabe el tiempo que lleva sacar al país adelante? ¿Sabe el esfuerzo que significa superar la postración, poner a la Argentina a andar como Cristo a Lázaro Báez?

- ¿A Lázaro Báez? ¿Qué tiene que ver Lázaro Báez?

- Nada, pero queda bien mencionarlo.

- …

- Además, a Mauricio le da sueño.

- ¿Qué cosa?

- ¡La lectura! ¿De qué estamos hablando, de la hermana peronista de Carrió?

- ¿Carrió tiene una hermana peronista?

- Dios nos libre y nos guarde. Cruz diablo. San Cavallo nos ampare.

- ¿El presidente no puede leer cuando se levanta?

- Imposible.

- ¿Por?

- Está casando.

- Pero si se acaba de levantar.

- Usted no tiene idea del esfuerzo que es ser presidente.

- Probablemente, pero creo que un presidente…

- Usted no tiene ni idea lo que significa para Mauricio tener que trabajar todos los días…

- Bueno…

- Por favor, no me interrumpa.

- Perdón.

- Usted no sabe lo que es tener reuniones todo el tiempo, recibir llamados de Trump, de Merkel, de Rajoy, enfrentarse a la crítica despiadada de la prensa infame…

- Espere un momento. Casi no quedan medios críticos al gobierno.

- ¿Está seguro?

- Me sobran los dedos de una mano para contarlos.

- Deme la mano.

- ¿Qué hace? ¿Qué le pasa?

- Le estoy contando los dedos. Usted nació con alguna malformación.

- ¿Qué dice?

- Acá hay muchos más que cinco opositores, se lo aseguro.

- Es peligroso…

- Peligrosísimo, hoy los medios pueden voltear al gobierno. Créame.

- Me refería a que es peligroso ver opositores por todos lados. Primero viene la paranoia, después empieza la persecución.

- ¡Pamplinas! Usted se deja llevar por las denuncias de la Bruja del Calafate, en cambio lo nuestro es científico: los tenemos contados.

- Entonces es cierto que hay una lista negra de periodistas y de medios.

- Lo desmiento rotundamente. Eso es un agravio que no le voy a tolerar.

- Pero si usted acaba de decir que los tienen contados.

- Jamás, nunca, jamás de los jamases va a encontrar acá una lista de color negro. Nunca. Somos la revolución de la alegría, nuestras listas son amarillas, celestes, rojas. Pero negras, jamás.

- Mejor explíqueme eso de que no hay plan B.

- Muy sencillo. Es parecido al “te la debo”. Una marca registrada: respuestas sencillas para problemas complejos.

- ¿Pero qué significa?

 - Que no hay otra, eso quiere decir. Tenemos un proyecto y ninguna alternativa.

- ¿Pero qué pasa si la gente le pide al gobierno que cambie, que rectifique sus políticas?

- No hay plan B. Se lo acabo de decir.

- ¿Y si le va mal en las elecciones?

- No pasa nada.

- ¿Cómo que no pasa nada?

- Como no hay plan B vamos a seguir con el mismo programa económico, las mismas políticas, todo igual ¿Y sabe por qué?

- ¿Por qué?

- Porque no hay plan B. Mire que fácil que será que sale con rima y todo.

- Discúlpeme, pero no es una conducta democrática.

- Si tuviéramos otra cosa para ofrecer usted tendría razón, pero ya le dije por enésima vez que no, que no hay plan B.

- Pero…

- ¡Uy mi Dios, qué duro es! Piénselo así: usted se queda sin nafta, encuentra una estación de servicio con el último aliento y pide 200 mangos de Súper…

- Con 200 pesos no hago nada…

- Esa se la dejo pasar. Pide 1000 pesos de Súper ¿ahora le gusta?

- Si, pero difícilmente tenga 1000 pesos para el auto…

- ¿Me deja seguir?

- Si, perdón.

- Entonces usted pide 1000 pesos de Súper pero el playero le dice que no hay, que solo le queda Infinia ¿Usted qué hace? ¿Pone Infinia o se va empujando el auto?

- Pongo Infinia.

- Bueno, esto es igual. No hay plan B.

- No es lo mismo…

- No hay plan B.

- Está promoviendo la resignación…

- No hay plan B.

- Y el conformismo…

- No hay plan B.

- Y la extorsión…

- No hay plan B.

- ¿Se le rayó el disco?

- No hay plan B.

- Está bien, entendí.

- No hay plan B.

- Me rindo, por favor, pare.

- No hay plan B.

- ¡Ya, por favor! Me está volviendo loco.

-! Ah! Por fin la entendió.

- Gracias. La repetición me provoca ansiedad, estrés…

- Menos mal.

- ¿Por qué?

- Porque no hay plan B.


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