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-Tengo una primicia para usted.
- ¿Algo fuerte?
- Demasiado.
- Me interesa.
- Una declaración de alto impacto político.
- ¿De quién?
- Adivine.
- A ver...
- “No hay plan B”. ¿Quién lo dijo?
- Es obvio…
- Le doy tres opciones: Martín Lousteau, el Correcaminos o el capitán del Titanic.
- El presidente.
- ¿Cómo lo sabe? No me diga que usted también tiene una red ilegal de escuchas.
- Leo los diarios todos los días, soy periodista.
- ¿Qué, ya lo publicaron?
- El fin de semana.
- ¿Y cómo hicieron? Si Mauricio me lo dijo hace un ratito, justo antes de venir para acá.
- A lo mejor se leyó a sí mismo en el diario. Hay colegas que tienen la capacidad de anticiparse a lo que él piensa.
- No se haga el irónico conmigo. Además, eso es imposible.
- ¿Por?
- Porque Mauricio no lee.
- ¿No lee los diarios?
- No lee diarios, revistas, libros, guías de teléfono… No lee nada de nada.
- ¿Tanto tiempo le lleva la campaña?
- Ni se imagina. Tiene el dedo liso de tanto tocar el timbre.
- Pero un presidente debería leer al menos…
- Uy, viejo, no empiece con el intelectualismo ¿Sabe el tiempo que lleva sacar al país adelante? ¿Sabe el esfuerzo que significa superar la postración, poner a la Argentina a andar como Cristo a Lázaro Báez?
- ¿A Lázaro Báez? ¿Qué tiene que ver Lázaro Báez?
- Nada, pero queda bien mencionarlo.
- …
- Además, a Mauricio le da sueño.
- ¿Qué cosa?
- ¡La lectura! ¿De qué estamos hablando, de la hermana peronista de Carrió?
- ¿Carrió tiene una hermana peronista?
- Dios nos libre y nos guarde. Cruz diablo. San Cavallo nos ampare.
- ¿El presidente no puede leer cuando se levanta?
- Imposible.
- ¿Por?
- Está casando.
- Pero si se acaba de levantar.
- Usted no tiene idea del esfuerzo que es ser presidente.
- Probablemente, pero creo que un presidente…
- Usted no tiene ni idea lo que significa para Mauricio tener que trabajar todos los días…
- Bueno…
- Por favor, no me interrumpa.
- Perdón.
- Usted no sabe lo que es tener reuniones todo el tiempo, recibir llamados de Trump, de Merkel, de Rajoy, enfrentarse a la crítica despiadada de la prensa infame…
- Espere un momento. Casi no quedan medios críticos al gobierno.
- ¿Está seguro?
- Me sobran los dedos de una mano para contarlos.
- Deme la mano.
- ¿Qué hace? ¿Qué le pasa?
- Le estoy contando los dedos. Usted nació con alguna malformación.
- ¿Qué dice?
- Acá hay muchos más que cinco opositores, se lo aseguro.
- Es peligroso…
- Peligrosísimo, hoy los medios pueden voltear al gobierno. Créame.
- Me refería a que es peligroso ver opositores por todos lados. Primero viene la paranoia, después empieza la persecución.
- ¡Pamplinas! Usted se deja llevar por las denuncias de la Bruja del Calafate, en cambio lo nuestro es científico: los tenemos contados.
- Entonces es cierto que hay una lista negra de periodistas y de medios.
- Lo desmiento rotundamente. Eso es un agravio que no le voy a tolerar.
- Pero si usted acaba de decir que los tienen contados.
- Jamás, nunca, jamás de los jamases va a encontrar acá una lista de color negro. Nunca. Somos la revolución de la alegría, nuestras listas son amarillas, celestes, rojas. Pero negras, jamás.
- Mejor explíqueme eso de que no hay plan B.
- Muy sencillo. Es parecido al “te la debo”. Una marca registrada: respuestas sencillas para problemas complejos.
- ¿Pero qué significa?
- Que no hay otra, eso quiere decir. Tenemos un proyecto y ninguna alternativa.
- ¿Pero qué pasa si la gente le pide al gobierno que cambie, que rectifique sus políticas?
- No hay plan B. Se lo acabo de decir.
- ¿Y si le va mal en las elecciones?
- No pasa nada.
- ¿Cómo que no pasa nada?
- Como no hay plan B vamos a seguir con el mismo programa económico, las mismas políticas, todo igual ¿Y sabe por qué?
- ¿Por qué?
- Porque no hay plan B. Mire que fácil que será que sale con rima y todo.
- Discúlpeme, pero no es una conducta democrática.
- Si tuviéramos otra cosa para ofrecer usted tendría razón, pero ya le dije por enésima vez que no, que no hay plan B.
- Pero…
- ¡Uy mi Dios, qué duro es! Piénselo así: usted se queda sin nafta, encuentra una estación de servicio con el último aliento y pide 200 mangos de Súper…
- Con 200 pesos no hago nada…
- Esa se la dejo pasar. Pide 1000 pesos de Súper ¿ahora le gusta?
- Si, pero difícilmente tenga 1000 pesos para el auto…
- ¿Me deja seguir?
- Si, perdón.
- Entonces usted pide 1000 pesos de Súper pero el playero le dice que no hay, que solo le queda Infinia ¿Usted qué hace? ¿Pone Infinia o se va empujando el auto?
- Pongo Infinia.
- Bueno, esto es igual. No hay plan B.
- No es lo mismo…
- No hay plan B.
- Está promoviendo la resignación…
- No hay plan B.
- Y el conformismo…
- No hay plan B.
- Y la extorsión…
- No hay plan B.
- ¿Se le rayó el disco?
- No hay plan B.
- Está bien, entendí.
- No hay plan B.
- Me rindo, por favor, pare.
- No hay plan B.
- ¡Ya, por favor! Me está volviendo loco.
-! Ah! Por fin la entendió.
- Gracias. La repetición me provoca ansiedad, estrés…
- Menos mal.
- ¿Por qué?
- Porque no hay plan B.