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Los atentados en Nueva York
Dice Noam Chomsky en su libro “¿Quién domina el mundo?”, que el “11-S” cambió la historia de la humanidad. Una de las consecuencias fue que el presidente de los Estados Unidos, George Bush, declarara la “guerra al terrorismo”. En ese marco, se realizó la invasión de Afganistán, luego de Irak y más tarde, las intervenciones militares en otros países de la región.
El 11 de septiembre de 2001 se cometieron cuatro atentados suicidas en Estados Unidos por miembros de la red Al Qaeda, mediante el secuestro de aviones comerciales que fueron impactados contra diversos objetivos, causando la muerte de casi 3000 personas y dejando unos 6000 heridos, así como la destrucción en Nueva York del World Trade Center y graves daños en el edificio del Pentágono.
Algunas hipótesis alternativas a la oficial proponen que el gobierno de Estados Unidos tenía conocimiento previo de los ataques y no hizo nada para prevenirlos. Todo habría sido organizado por las mismas autoridades con el fin de justificar una intervención militar en Medio Oriente. La otra explicación alternativa indica que fue el propio gobierno quien cometió los ataques en una operación falsa. Bajo este supuesto la causa del derrumbe de las Torres Gemelas fue una demolición controlada. ?
Lo cierto es que los actos terroristas del “11-S” produjeron cambios económicos, políticos y sociales a nivel global. Además del desastre humano realizado en Medio Oriente y la desestabilización de la región, más tarde apareció el “Estado Islámico”. También, la Agencia de Seguridad Nacional dio inicio a un programa de espionaje mundial que ha sido denunciado en distintas oportunidades.
El “11-S” latinoamericano
Ahora bien, ¿qué hubiera pasado si los autores del crimen hubieran impuesto una dictadura militar que matara a miles de personas y torturara a miles más? Supongamos, (como lo hace Chomsky) que la nueva dictadura estableciera un centro internacional que ayuda a instaurar Estados terroristas en otros lugares del continente. Pero que además llevara un equipo de economistas que de inmediato conducirían a una de las peores depresiones de la historia.
Eso ocurrió, por supuesto, en lo que en Latinoamérica reconocemos como “el primer 11-S”. En efecto, el 11 de septiembre de 1973 Estados Unidos por fin logró derrocar al gobierno democrático de Salvador Allende en Chile mediante un golpe de Estado que colocó en el gobierno al siniestro general Augusto Pinochet y que instaló al mando de la economía a los “Chicago Boys” (economistas de la Universidad de Chicago), que llevaron a la destrucción económica del país.
El objetivo del golpe era matar el “virus” que podría instalar una política de desarrollo independiente de los deseos de Washington. El gobierno de Allende se destacó por el intento de llevar a cabo la transición del capitalismo al socialismo. El plan consistió en la estatización de áreas estratégicas de la economía, la nacionalización de la minería del cobre, la aceleración de la reforma agraria, el congelamiento de los precios de las mercancías, el aumento de los salarios de los trabajadores, y la modificación la constitución, entre otras medidas.
Estas acciones motivarían a Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, a promover un boicot contra el gobierno de Chile. El mundo se encontraba en medio de la polarización política internacional de la Guerra Fría y Estados Unidos con el antecedente molesto de la revolución cubana de 1959 demasiado cerca.
Salvador Allende fue presidente de Chile entre el 3 de noviembre de 1970 hasta el día de su muerte, el 11 de septiembre de 1973. Era médico cirujano y político socialista. Antes fue candidato a la presidencia en cuatro oportunidades: en 1952, 1958, 1964 y en 1970 donde en una reñida elección a tres bandas, consiguió la primera mayoría simple con un 36,6% de los votos, siendo ratificado por el Congreso Nacional. En Washington, Richard Nixon ordenó evitar que Allende asumiera la presidencia. La CIA organizó dos planes para detener la elección en el Congreso, pero no pudo impedirlo.
De ese modo, se convirtió en el primer presidente marxista del mundo en acceder al gobierno a través de elecciones generales. Dicho de otro modo, por primera vez en el mundo una sociedad llevaba al gobierno a un marxista a partir de elecciones democráticas.
Sus tres años de gobierno despertaron enormes simpatías en la juventud latinoamericana y estuvieron marcados por una gran polarización política y económica que desembocó en una fuerte convulsión social.
El día 11 de septiembre de 1973, tras tomar control de gran parte del país, las Fuerzas Armadas exigieron la renuncia de Allende, quien se refugió en el Palacio de La Moneda. Ese mismo día, después de que el edificio presidencial fuese bombardeado por aviones y tanques, Allende se suicidó. Antes emitió su último mensaje a la Nación por radio.
Últimas palabras públicas de Salvador Allende, radio Magallanes.
Tras el fin del gobierno democrático, el general Augusto Pinochet encabezó una brutal dictadura militar que duró casi diecisiete años, extendiéndose hasta 1990. Durante ese tiempo se cometieron múltiples violaciones a los derechos humanos, como miles de desapariciones forzadas, torturas y asesinatos a la vez que se impidió la libertad de expresión y el funcionamiento de las instituciones democráticas.
Bombardeo a la Casa de la Moneda. 11/9/1973
Según el testimonio de uno de sus médicos, Patricio Guijón, se suicidó disparándose en la barbilla, explotando la bóveda craneana y muriendo instantáneamente. El General Javier Palacios entró en el Salón Independencia y se encontró con Allende y el médico Guijón. Llamó al oficial de radio y entregó su escueto informe: “Misión cumplida. Moneda tomada, presidente muerto”.