Columnistas // 2017-07-09
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9 de julio
La independencia y las tres etapas fundantes de América Latina
El brillante intelectual latinoamericano, Alberto Methol Ferré, sostenía que América Latina tuvo tres grandes ebulliciones totalizantes que la configuraron y la siguen configurando. El 9 de julio los argentinos celebramos la declaración de la independencia frente a España alcanzada en 1816 y el inicio de nuestra historia como país soberano. Sin embargo, este hecho fundacional fue parte de un movimiento más amplio y continental.


Podemos aproximar que la ebullición americana generalizada estalla hacia 1808 y se extiende hasta 1830. Toda la América hispánica explotó con intensidad inédita contra la decadencia de España. San Martín, desde el sur, ejecutó el plan de liberación continental cruzando la Cordillera de los Andes y luego de lograr la victoria en Chile, atacó y derrotó el corazón del poder español asentado en Lima. Desde el norte, Simón Bolívar, fundador de la Gran Colombia, intentó sellar la independencia y la unidad convocando a un gran Congreso en Panamá en 1826, con el objeto de sostener la unión de los Estados de América, en un proyecto de confederación continental que fracasó.

Sucedió que América Latina se fue independizando y desintegrándose al mismo tiempo. Lo hizo a través de la creación de múltiples estados, ciudades y puertos que se constituían alrededor de algún producto exportable que demandaba el comercio internacional. Es decir, fue transformada en la periferia de la revolución industrial inglesa del siglo XIX, como abastecedora de materias primas.

Así, cada país se fue aislando en sí mismo y perdiendo contacto con sus vecinos. Su afirmación fue localista y la vocación integradora se fue adormeciendo. La mirada de las elites que los condujo pasó de la tierra adentro continental al océano que lo conectaba con su interés comercial, centrando su accionar en los centros metropolitanos, primero Inglaterra y Francia, luego Estados Unidos. Pero la lucha por la independencia fue la segunda de las ebulliciones que destaca Methol Ferré.

La primera sucedió dos siglos y medio antes, aproximadamente de 1520 a 1560. Producto de la conquista y la colonización había comenzado a nacer un pueblo nuevo en la historia que no sería ni europeo ni aborigen, sino mestizo: Latinoamérica. Esta es la primera ebullición general, donde todas las partes entran en relación, luego de milenios de dispersión.

Antes de esta época sólo existían dos Imperios, el Azteca y el Inca, que fueron destrozados rápidamente por la violencia y la ambición de los conquistadores. Es la conmoción fundadora, donde todo se fue mezclando y juntándose, dando como resultado un nuevo tipo cultural mestizo, unificado a la fuerza por idioma, religión, territorio e historia.

Finalmente, la tercera ebullición generalizada en América Latina es la que estamos transitando hoy. Desde fines del siglo pasado y comienzos del presente se retoma la idea de Patria Grande, cuyo origen se encuentra en San Martín, Bolívar y Artigas. Portan esta idea los gobiernos nacionales y populares.

Sin embargo, nuestra América aparece separada en sus dos regiones básicas. México y América Central miran hacia el norte y salvo que la era Trump y la crisis económica los lleve reencontrarse con el sur, es una tendencia sostenible. Por eso la gran isla de América del Sur es el escenario fundamental de la ebullición y el centro de las fuerzas de Latinoamérica.

En esa dirección, América Latina tiene que lograr su ensamble fundamental: la alianza de Argentina y Brasil. Este es el núcleo principal que puso a todo el continente en efervescencia con Lula da Silva y Néstor Kirchner a la cabeza en la década pasada. A lo que hay que sumar a la Venezuela bolivariana que encendió la llama en el siglo XIX y también en el XXI con Hugo Chávez. El no al ALCA en 2005 y la creación de la Unasur años después, cristalizaron el nacimiento de una verdadera “Política Sudamericana”.

Lo habían intentado Juan Domingo Perón, Getulio Vargas y Carlos Ibáñez del Campo en la década de 1950 con el ABC (Argentina, Brasil y Chile). Es Perón quien expone la necesidad de América Latina unificada como “Estado Continente” y propone una política de acción unificadora sudamericana, para lograr un polo de acumulación de fuerza que se extendiera a toda Latinoamérica.  

Entonces Argentina y Brasil serán la conexión principal para retomar esa línea fundadora. El núcleo de la unidad continental se dará si se juntan las voluntades políticas de los dos países más importantes. Sin Argentina y Brasil al frente, todos los demás no podrán caminar con la misma fuerza.

Por eso también, como una marca del destino y de la historia, encabezan la política desintegradora y por lo tanto antinacional, el presidente golpista de Brasil, Michel Temer, y de la Argentina, Mauricio Macri.

El camino principal para transitar a la independencia definitiva se llama Integración. Por la misma razón, es que siempre está amenazada de muerte. Todo otro camino que no sostenga y profundice dicha unión, es una equivocación o una decisión antinacional.

América Latina está en una disputa abierta por su independencia real. Elecciones en los próximos dos años en Argentina Brasil, Bolivia, Chile, Colombia, Uruguay, México, Paraguay, Venezuela, entre otros, van a ir trazando el futuro en el continente.

Estamos dentro y somos parte de la gran batalla de estos años, de la clave donde se juega el destino de nuestros pueblos: integrarnos para independizarnos; independizarnos para integrarnos.

En el mundo actual, no hay más lugar para las “patrias chicas”. O nos salvamos juntos o estamos condenados a deambular por pequeñas soledades separadas.



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