Columnistas // 2017-06-04
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Se fue Malcorra, quedó la política de Cambiemos.
Una interpretación sobre la política exterior del gobierno. Su relación con dos super potencias, el tratamiento de la Causa Malvinas y la situación con Brasil, Venezuela y la (des)integración de América del Sur.


La política exterior es una de las tareas más complejas y de más alta responsabilidad del Estado. Debe basarse en un profundo conocimiento de la realidad internacional en la que se desenvuelve y sobre la que pretende influir. Por ello es importante una observación correcta y oportuna del escenario mundial, junto con la instrumentación de una estrategia coherente para alcanzar los objetivos marcados. Es la variable externa del proyecto político de un país y debe responder a las aspiraciones y necesidades de desarrollo político, económico, cultural y social del pueblo.

En el mundo actual, los principales actores que constituyen el núcleo de gobernabilidad del sistema son Estados Unidos/Norteamérica y China/Asia. Hay que decir que Estados Unidos/Europa sigue siendo la plataforma principal del poder globalizado, porque conserva una gran potencia económica y sobre todo militar (expresada en la OTAN) pero está entrando en crisis por su bajo crecimiento, por movimientos separatistas de la Unión Europea y por las posiciones que sostiene Trump (que tensionan fuertemente con Alemania). A este análisis hay que sumar nuestra propia zona de influencia que es Brasil/América del Sur, y allí los países decisivos son (por sus recursos naturales, su población y su extensión territorial) Brasil, Argentina y Venezuela.

En este espacio geopolítico de América del Sur se define una gran parte de la historia de la Argentina en el siglo XXI. Por eso, la sociedad con los países con lo que compartimos el continente, debe ser prioridad política. El objetivo debe ser consolidar un bloque lo más sólido posible con estrategias compartidas en Suramérica para convertirla en un actor global independiente e importante dentro del esquema mundial.

Por otro lado, el principal problema pendiente del país en materia internacional es la situación de las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los Espacios Marítimos Circundantes. En ese marco, la salida de los británicos de la Unión Europea a partir del Brexit abrió una posibilidad importante para conseguir apoyos dentro de Europa.  

Es conveniente recordar que hace unas décadas, con la disolución de la Unión Soviética y la caída del muro de Berlín, el mundo empezó a transitar una etapa de fuerte avance de los Estados Unidos dentro de la lógica neoliberal que ese y otros países propiciaban. Todos los mecanismos y resortes de la economía y la política mundial comenzaron a soportar la presión e influencia de los vencedores de la guerra fría. Se habla entonces de una época de “unipolaridad”, ya que una súper potencia no tiene competencia real que le dispute la hegemonía mundial. La economía de mercado, la lógica del modelo neoliberal y el estilo de vida norteamericano invaden el mundo en lo económico, político y cultural. Es la época del “Consenso de Washington”, de la globalización y del poder financiero internacional.

De esta lógica es subordinada predilecta la Alianza Cambiemos que llegó al gobierno en diciembre de 2015. Portadora de esa mentalidad colonial, Susana Malcorra fue elegida para conducir la política exterior.

Al intuir que la candidata de esa estructura de poder mundial era Hillary Clinton y que, por lo tanto, iba a ganar cómodamente en los Estados Unidos, la apoyaron abiertamente y disminuyeron a su oponente Donald Trump. Nunca los gobiernos serios toman partido abiertamente sobre los asuntos internos de otro Estado, pero si además se hace erradamente y con una potencia mundial, se trata de una vulgar grosería diplomática.

En la misma línea, en un comienzo, cuestionaron los avances y acuerdos del gobierno anterior con otra potencia mundial: la República Popular China. Aquí priorizaron su enemistad con el kirchnerismo. Pusieron en duda la calidad y la transparencia en los acuerdos por construcción de represas con financiamiento chino en Santa Cruz. Un año después, habiendo fracasado en la previsión con los Estados Unidos, que aspiraba a un triunfo de Clinton y con él lanzarse frívolamente a un tratado de libre comercio (el famoso TPP), vuelven sobre sus pasos a pedir auxilio a las inversiones chinas. Siempre bajo su único plan: la búsqueda de “lluvia de inversiones”.

En cuanto a la Causa Malvinas se evidencia el abandono directo del reclamo de soberanía. En el “Comunicado Conjunto”, firmado por ambas cancillerías el martes 13 de septiembre de 2016, se acuerda “remover” todos los obstáculos al desarrollo económico de las islas, cediendo a la pretensión británica de legalizar la depredación de la pesca en el Atlántico Sur y de permitir la explotación de petróleo en Malvinas, recursos que pertenecen al pueblo argentino. Tal vez quería obtener Malcorra el apoyo del Reino Unido para su candidatura a la Secretaría General de la ONU, lo que ocupó la mayor parte de su gestión y una cantidad considerable de fondos públicos, por lo que se encuentra imputada.  

Por otra parte la gestión Cambiemos respaldó inmediatamente al gobierno golpista y corrupto de Michel Temer en Brasil, que derrocó a la presidenta legítima Dilma Rousseff. Brasil está sumido en una crisis económica e institucional y su gobierno deslegitimado. Pero juntos, Macri y Temer, se dedicaron a hostigar a Venezuela y al gobierno de Nicolás Maduro (electo democráticamente a diferencia de Temer) y al mismo tiempo, desintegrar el Mercosur y la unidad de América del Sur.

Esta historia de papelones, tropiezos y desaciertos proviene del alineamiento de la Alianza Cambiemos a los centros financieros internacionales y la subordinación a los Estados Unidos y otras potencias. Es por lo mismo que es recalcitrantemente opositora a los procesos de integración de Suramérica y encabeza el boicot al Mercosur y Unasur a través de la persecución a Venezuela, llegando incluso a lo más bajo e inédito en la historia de la diplomacia de agredir a una canciller extranjera e impedirle participar de una reunión de ministros de relaciones exteriores del Mercosur, como sucedió con Delcy Rodríguez en el Palacio San Martín en diciembre de 2016.

La Alianza Cambiemos representa el neoliberalismo financiero internacional retrasado gobernando sobre un país periférico. La aplicación de este esquema ha llevado en todo el mundo al sometimiento y empobrecimiento de los pueblos.

Se fue Malcorra, pero sabemos que la Alianza Cambiemos seguirá sosteniendo la misma política de mentalidad colonial. El gobierno de Macri y Temer están ejerciendo presión para que se concrete un acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur (perjudicial para nuestro desarrollo), negociado por la Argentina como presidente pro tempore del Mercosur, por lo que hizo falta usurpar ese lugar expulsando previamente a Venezuela que se opone al acuerdo.

En síntesis, errores groseros con dos super potencias del mundo actual (Estados Unidos y China); entrega brutal de soberanía sobre el principal problema pendiente de política internacional (Malvinas) y destrucción al proceso de integración bajo el cual se juega el destino de la Argentina (Brasil-Venezuela-Mercosur-Unasur). Todo en tan sólo un año y medio. Quizá por eso, para muchos, Malcorra fue la peor canciller de la historia de la democracia.



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