Columnistas // 2017-05-27
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Mayo: pensamiento político y plan revolucionario de operaciones
La Revolución de Mayo es uno de los acontecimientos más importantes de la historia argentina y un hecho fundador de nuestra nacionalidad. Encierra asuntos básicos que discutimos cotidianamente como la soberanía, la dirección de la economía o la dependencia externa. El plan de operaciones reclama su lugar en la historia.


En las famosas tertulias, mientras se apreciaba el minué, o en las salas mientras se jugaba a la ruleta o al ajedrez, o en los cafés con sus grandes patios y billares, se hablaba apasionadamente de política y las distintas posiciones se sacaban chispas en 1810.

Mariano Moreno representaba la idea más firme contra el absolutismo español, a partir del uso de la fuerza y la consolidación de un Estado nacional independiente y poderoso.

Por otra parte estaban los comerciantes, importadores y exportadores, concentrados en la ciudad de Buenos Aires y la pampa húmeda, interesados en el comercio internacional, sobre todo subordinado a Gran Bretaña y cuyo máximo exponente será Bernardino Rivadavia.

El otro grupo es el de los comerciantes monopolistas españoles que querían sostener los privilegios del orden colonial de ser los únicos autorizados a vender los productos que llegaban de España. Estaban encabezados por Álzaga y veían en los dos grupos anteriores el fin de sus negocios políticos y comerciales.     

Serán estas vertientes las que se enfrentarán a partir de la Revolución de Mayo. Nos interesa destacar una de ellas.  

Plan revolucionario de operaciones

Una semana después de aquél 25 de mayo, Moreno fundó “La Gazeta de Buenos Aires”, periódico con el que pensaba difundir los actos de gobierno y los principios de la revolución. Estaba convencido de que un órgano de información y difusión eral vital para el sostenimiento de la causa revolucionaria.  

Unos meses más tarde, el 30 de agosto de 1810, el joven abogado presenta a la Junta (por pedido de Belgrano), el plan secreto de operaciones. Era la propuesta de Mariano Moreno y otros revolucionarios que el gobierno debía poner en práctica “para consolidar la grande obra de nuestra libertad e independencia”. Se trata del texto político más importante de la revolución de mayo.  

El documento propone el monopolio del comercio exterior para la defensa de la economía y el dominio del gobierno sobre la explotación de la minería. También defiende el control por parte del Estado del comercio de oro y divisas. Por otro lado entiende la necesidad de expropiación de grandes fortunas improductivas para utilizar esos recursos en el desarrollo de un centro industrial propio y poderoso. Hay un claro apoyo a la educación técnica, las artes, a la organización de la agricultura y un impulso a favor de la industria de la navegación.

En cuanto a la estrategia política, Moreno estima conveniente mantener temporalmente buenas relaciones con Gran Bretaña, pues la reacción absolutista en España podía generar la necesidad de apoyarse en alguna potencia extracontinental. Sin embargo reconoce que los ingleses se dirigen bajo el principio de extensión mercantil “cuya ambición no ha podido nunca disimular su carácter”.  

Moreno busca construir un continente instruido y laborioso, que no tenga necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para sus habitantes. En ese sentido propone evitar ciertas manufacturas que son extranjeras y corresponden a un “lujo excesivo e inútil”. Por otra parte, entendía que debía prohibirse a los extranjeros negociar con otros países sin la intervención del gobierno.

Al mismo tiempo, propone expandir la revolución a otras regiones del continente (al sur de Brasil y a la Banda Oriental, hoy Uruguay) y la aplicación de castigos severos contra los que se resisten a la revolución, tal como ocurrió con los fusilamientos de ex virrey Liniers y los otros contrarrevolucionarios. Aunque esta acción abrió pujas al interior de la Junta y dividió la opinión pública.  

Es necesario decir que este plan se da en un contexto donde eran protagonistas los comerciantes monopolistas españoles, los criollos e ingleses ligados al ingreso y salida de mercancías (gran parte de contrabando) y los ganaderos que quieren vender sus productos al exterior. Bajo esta realidad, Moreno y otros revolucionarios buscan compensar la debilidad de las fuerzas económicas propias con el fortalecimiento del Estado, dando al gobierno la función de construir y dirigir la industria, el sistema bancario y el comercio exterior.

Al morir Moreno y limitar la influencia de Belgrano (enviado a cumplir funciones en el ejército del norte), el gobierno de Buenos Aires se subordinó a los intereses británicos y mercantiles autorizando en 1811 la libre exportación de oro y plata.

Luego, en el primer Triunvirato, se rebajó el impuesto al ingreso de mercancía extranjera y se permitió la entrada de artículos que compiten y destruyen la producción nacional, lo que originó la guerra civil de las décadas posteriores, más conocida como la lucha entre “unitarios y federales”.

Bajo estas medidas, opuestas al plan que redactó Moreno, se destruyó la actividad del interior, se impidió la industrialización y se concentró la economía en los sectores del puerto de Buenos Aires que controlaban el comercio exterior y los exportadores que poseían grandes extensiones de tierra. Al mismo tiempo se aceptó la conducción de la economía por el capital comercial de Inglaterra y se impuso el poder de Buenos Aires sobre las provincias del interior.

El plan de operaciones fue descubierto en el archivo de Indias de Sevilla a fines del Siglo XIX, su aparición generó que muchos historiadores desconocieran su legitimidad y negaran la autoría por parte de Mariano Moreno. Sin embargo, otros tantos historiadores e intelectuales, intentan darle un lugar en la historia de nuestro país. De hecho, muchos sostienen que Moreno pagó con su propia vida las ideas y acciones que manifiesta en su plan. Para esta vertiente, su muerte fue planificada por factores contrarrevolucionarios, asesinado en alta mar por el capitán del barco en el que viajaba a Londres a comprar armas para el movimiento revolucionario.

Mariano Moreno murió el 4 de marzo de 1811, su cuerpo fue arrojado al mar. Tal vez la bandera inglesa con que fue envuelto no era una marca sin sentido.

“Los pueblos nunca saben, ni ven, sino lo que se les enseña y muestra, ni oyen más de lo que se les dice”, afirmó Mariano Moreno, en su Plan Revolucionario de Operaciones en 1810.



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