Columnistas // 2017-05-21
_
Competitividad: Para quién y a costa de qué
La competitividad se define como la capacidad de generar la mayor satisfacción de los consumidores a un precio fijo; o la capacidad de poder ofrecer un menor precio a una cierta calidad estipulada.

????????????????????????????????????????????????????????????????????????????

Aunque frecuentemente se usa la expresión pérdida de competitividad para describir una situación de aumento de los costes de producción, la competitividad depende de la relación calidad-costo del producto. Los tres principales factores de competitividad son: En primer lugar el salario: el nivel salarial medio es uno de los principales costes en muchas producciones. En segundo lugar la calidad del producto: es la capacidad de producir satisfaciendo las expectativas y necesidades de los usuarios. En tercer lugar productividad, que es la razón entre la cantidad de producto producido, fijada una cierta calidad, por hora trabajada. La productividad depende en alto grado de la tecnología (capital físico) usada, y la calidad de la formación de los trabajadores (capital humano).

Históricamente la oligarquía agropecuaria argentina pidió un tipo de cambio favorable, es decir un peso devaluado. Grobocopatel hace algunas semanas atrás salió mediáticamente a pedirlo. Lo cual es esperable para un sector de producción extensiva que en los últimos 15 años presentó un fuerte avance tecnológico y presenta condiciones inmejorables climáticas y de suelo como las que aporta nuestra Pampa Húmeda.

Es que la renta extraordinaria que genera la producción de soja se debe principalmente a las característica geo climáticas de nuestra Nación, a lo que se suman los avances tecnológicos y el mercado internacional, logros posibles en un país que funciona colectivamente entre lo público y lo privado, los aportes de un Estado y sus instituciones y el sector privado empresarial. Por ese esfuerzo mancomunado es que entendemos que quienes poseen el beneficio extra de recibir una renta económicamente extraordinaria generada gracias a un esfuerzo colectivo como el que se produce en la producción de soja, solidariamente deben contribuir en una actitud federal con el resto del país, a través del pago de un canon por “derechos a las exportaciones”, mal llamadas retenciones.

 Las declaraciones de Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA): "Devaluar es un atajo que siempre se nos vuelve en contra. Apostamos a la competitividad de fondo. Apostamos a ganar competitividad en cuestiones estructurales para ganar mercados a largo plazo”. Son un reclamo al incumplimiento de la promesa de campaña de Mauricio Macri de sacar las retenciones a la soja.

Ser competitivo tiene que ver con ser productivo, con calidad sumada a eficiencia. Y la cuestión nominal y transitoria como el tipo de cambio, solo es una herramienta que necesitan para generar asalariados mal pagos, cobrar en moneda dura y pagar en pesos débiles. Por eso el gobierno de Mauricio Macri comenzó con una devaluación del 60%, lo que fue aplaudido por los dirigentes de la mesa de enlace, pero aún espera por el mismo petitorio que le hicieron al ex ministro de Economía Axel Kicillof en 2014: sacar las retenciones de la soja.

El sector agropecuario de nuestra Patria está compuesto por una diversidad de producciones que llamamos Economías Regionales, de las cuales su principal mercado es el interno, en términos generales menos del 20% de lo producido en estas economías se exporta. De la producción rural solo el complejo oleaginoso cerealero tiene una fuerte impronta exportadora, siendo el 48% del total de las exportaciones nacionales. La soja representa el 84% de la producción total de aceites. El 54% de la producción primaria de este sector está concentrado en el 6% de las empresas conocidas como pools de siembra, el resto está disperso en ese 94% de los aproximadamente 73 mil productores.

Sin embargo el mostrar al campo como esa estancia repleta de soja y vacas de razas europeas, distan mucho de lo heterogéneo que resulta el sector agropecuario de la Argentina Federal. Esa mirada unitaria ha logrado a lo largo de la historia el beneficio de las familias oligárquicas de Buenos Aires en deterioro del resto de las provincias. Desde las históricas luchas de los caudillos defendiendo las producciones regionales en contra del unitarismo con su modelo político económico portuario exportador. Es ese modelo unitario el que ejecuta el actual Gobierno Nacional, en deterioro de la capacidad adquisitiva de los asalariados, como variable indispensable para generar competitividad, sólo para una parte de los argentinos. Afuera quedan los productores de esas economías regionales que abastecen el mercado interno y afuera quedan los trabajadores de la PyMEs, y la bola se agranda hasta que estalla como sucedió en diciembre de 2001.

Las políticas económicas de la Alianza Cambiemos vienen golpeando fuertemente al sector de los trabajadores y las economías regionales, por eso los aliados agro empresariales de la pampa húmeda arman sus declaraciones en sintonía fina con Mauricio Macri. No estaba errada Cristina Kirchner cuando vaticinó que no venían por el kirchnerismo sino por los derechos de los trabajadores, y por ajustar la variable salario para beneficiar a las oligarquías y a los grupos trasnacionales. 


/ En la misma sección
/ Columnistas
Elecciones en México: balas y votos
/ Columnistas
Qué es el síndrome de burnout