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Siguiendo con el análisis de la realidad, la noticia que golpea ahora, es el cierre de la emblemática Moño Azul, que viene padeciendo una situación muy crítica desde el año
2016.
Nuestras economías regionales están siendo pulverizadas por las decisiones políticas de este gobierno. La apertura indiscriminada de las importaciones como política de estado, es la que más impacto negativo generó en el sector frutícola. El ingreso de manzanas, naranjas y hasta mandarinas desde el extranjero destruyeron la rentabilidad de los productores nacionales. La segunda causa es la retracción del mercado interno, con una marcada disminución del consumo. La serie de decisiones que generaron una caída del poder adquisitivo de los trabajadores (tarifazos, paritarias en baja, y desempleo) dan como resultado el cierre de empresas como Moño Azul, o Expofrut el año pasado.
En el primer semestre del 2016 se importaron 157 toneladas de peras y manzanas contra 23 del mismo período de 2015. Esto implica un crecimiento del 582%.
Para este año se estimaba una producción de manzana de 605 mil toneladas. Las zonas productoras de esta fruta son el alto valle de Rio Negro en un 90%, y Mendoza con un 10% de la participación en la producción nacional. El destino de consumo es en un 42% la industria, 41% el consumo interno, y un 17% de la producción es para la exportación. Las exportaciones a Brasil y a Rusia están en decadencia, debido a la recesión económica de nuestro país vecino y a la devaluación de la moneda Rusa, lo que complica el panorama del sector. La economía mundial está pasando por un momento, que en líneas generales, tiende al proteccionismo y cierre de fronteras, con EEUU a la cabeza.
El complejo de fruta de pepita, al igual que el conjunto de la fruticultura, mostraba una gran capacidad de movilización de empleo, que se concentra en la época de cosecha. El empleo registrado en el cultivo de frutas para las provincias de Rio Negro, Neuquén y Mendoza ascendía a 28,8 mil puestos de trabajo en el 2014. Entre 2003 y 2014 el empleo registrado en el cultivo se incrementó un 42%, para luego desplomarse en una caída continua desde diciembre de 2015.
En cuanto al precio de manzana en góndola, se incrementó de $31,40 a $35,52 el kilo en diciembre de 2015 (un 13%). En enero se elevó a $38,93 (9,6%), en febrero a $40,95 (5,18%) y en marzo a $45,25 pesos el kilo (10,5% de aumento). En contraste, el precio al productor de manzana sólo aumentó un 1% en diciembre de 2015, un 5,6% en enero y 0% en febrero, para caer sustancialmente en marzo un 15,63%.
Una vez más los perjudicados son los dos eslabones fundamentales de la cadena productiva,: Por un lado los productores que debido a la falta de políticas que reactiven al sector, sumado al bajo precio que reciben por la fruta, quedan en una situación de extrema vulnerabilidad para el mantenimiento de su producción. Por otro lado, vemos 30 despidos de la empresa Moño Azul que se suman a los 130 que ya habían quedado afuera del mercado laboral por el cierre de Expofrut, siendo 160 familias sin trabajo, sin alimento, sin dignidad. Un resultado más de la realidad de la que no quiere hablar Mauricio Macri.
Que no nos vendan fruta podrida. La realidad indica que cada vez más trabajadores son despojados de sus fuentes laborales, y cada vez más productores ya no pueden sostener sus fincas por falta de políticas que fortalezcan las economías regionales.
Debemos pensar en el conjunto de nuestra producción nacional, federal, con agregado de valor en origen, con industrialización de nuestras materias primas, generando fuentes laborales fidedignas, asegurando nuestra soberanía y seguridad alimentaria, para que antes de ser el supermercado del mundo, podamos darle de comer a nuestros hijos e hijas.