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En un año y meses de gestión, el gobierno cultural de Mendoza ha despilfarrado todo su capital. Pasar de una gestión municipal a la gestión provincial en el área de Cultura no es un trámite sencillo. A mi experiencia me remito. Godoy Cruz es el espacio más maravilloso de gestionar en Cultura. Y más cuando después de muchos años de acumular capital social e infraestructura, solo hace falta seguir en la brecha, mejorando, optimizando, dando nuevas respuestas a nuevas demandas.
Gestionar la cultura provincial es asumir nuevos desafíos, sumamente complejos y nada de lo que traigas de antes te servirá para avanzar con calidad, consenso, y eficacia. En la conducción provincial la mirada y la dedicación deben ser muy profesionales. En los distintos frentes, el diagnóstico te dirá por dónde transitar. Y sin ese instrumento primordial, si no lo tenés muy claro, empezarás a hacer agua por todos lados. Esa fue la falla inicial de esta gestión de Cambia Mendoza. Equivocaron el diagnóstico.
No se puede borrar con el codo
El primer gran error fue la eliminación del Ministerio de Cultura, que todos los mendocinos habíamos sabido conseguir. Al margen de las gestiones, lo importante del Ministerio era su institucionalidad, la participación de su titular en el gabinete, su gestión integrada con las otras: Educación, Seguridad, Desarrollo Social, Salud, Economía. Por más que al nuevo secretario de Cultura le den “pelota”, lo “quieran” o lo “consideren”, eso no es lo mismo que sentarse de igual a igual con los otros Ministros o administrar su presupuesto en forma autónoma y creativa. Ese cambio para atrás fue sentido por la comunidad artística y por los otros sectores de opinión: política, comunicacional, empresarial. Otra vez la cultura disminuida, con su destino de entretenimiento en el mejor de los casos o de simple “circo” en la cotidianeidad. Ni Cornejo ni Gareca pensaron que quizá hiciera falta alguna encuesta o consulta especializada en este sentido. Así comenzó el famoso cambio en cultura, con al menos dos goles en contra, antes de comenzar el partido.
Si me ciega el fanatismo, veo todo borroso
La mirada poco profesional, sin datos duros, sin observación crítica, sin componentes estratégicos, te lleva al error inevitablemente. El balance de los años de gestión cultural anteriores al actual, realizado por Gareca y su equipo fue al mejor estilo Macri con la “pesada herencia”. Y todo había estado mal administrado, pesimamente gestionado, no mantenido, etc. Esa forma infantil de analizar la realidad no tuvo en cuenta la experiencia vital de cientos de artistas y de público que habían transitado felices por distintos proyectos, espacios y nuevas propuestas que venían cambiando la realidad de la cultura y de las industrias creativas en la Provincia. Al creer que todo comienza cuando yo llego, se cortan los caminos virtuosos del difícil crecimiento cultural, se descapitalizan las experiencias avanzadas (que no son patrimonio de ninguna gestión) y se paralizan los consensos logrados.
Negar lo realizado en el campo artístico antes de 2016, los nuevos espacios e infraestructuras logrados: Le Parc, Escuela Mitre, Bibliotecas Públicas, estudios de licitaciones o los grandes éxitos de las Ferias del Libro, los avances en la producción audiovisual, grafica, fotográfica, y danza, lo único que hizo fue generar la desconfianza y sospechar que tras los exabruptos del secretario de Cultura de Cornejo, se detectaba la carencia de información fidedigna y de un plan mínimamente fundamentado que provocara la adhesión o al menos una optimista expectativa.
Arrancar mal, andar mal, puede terminar mal
La advertencia principal que desde el conocimiento y la práctica profesional de la gestión cultural hay que hacerles a los aspirantes a ocupar el cargo máximo de Cultura de la provincia es el manejo de la Fiesta Nacional de la Vendimia. No me voy a explayar en su importancia e impacto en la vida económica, política y social de la Fiesta porque ya es algo que creo ha sido asumido por todos.
Pero si quiero hacer eje en lo que venimos trabajando desde hace muchos años los que ya transitamos por estos andariveles y tuvimos la oportunidad de aprender, sufrir y capitalizar experiencias.
Mendoza toda, como decía Palorma, debe asumir que para gestionar en forma moderna, responsable y profesional nuestra Fiesta máxima, se requiere de un Ente Autárquico para su realización. Mientras más tiempo perdamos en hacerlo, más contratiempos seguiremos teniendo, nuevos peligros y riesgos de vida sufriremos, más derechos serán incumplidos y la repartija de culpas nos avergonzará a todos.
Gestionar significa operar con conocimiento y con los instrumentos financieros y administrativos adecuados. Eso no ocurre hoy en el gobierno cultural de Mendoza