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La dictadura cívico militar tomó el poder el 24 de marzo de 1976. Su política se caracterizó por desmantelar el aparato productivo y multiplicar la deuda externa. Al mismo tiempo se implementaron medidas para subordinar los intereses nacionales a los de potencias extranjeras, principalmente los Estados Unidos. El sostenimiento de dicho gobierno se basó en la desarticulación del movimiento popular a través de una brutal represión ilegal y genocida: el terrorismo de Estado.
Hacia principios de 1982, la dictadura se encontraba en una situación muy desfavorable. A la crisis económica se sumaban las evidencias de las violaciones a los derechos humanos. Además, los reclamos de elecciones democráticas profundizaban el descontento. La necesidad de recobrar apoyo, fue parte de la explicación que indujo a la junta militar presidida por el General Leopoldo Galtieri, a inclinarse por la recuperación de los territorios usurpados.
Por aquellos días se llevó a cabo una multitudinaria movilización realizada por la Confederación General del Trabajo (CGT). El 30 de marzo de 1982 una muchedumbre avanzó hasta Plaza de Mayo pidiendo “paz, pan y trabajo”. Ese día, en Mendoza, caía herido el dirigente gremial José Benecdito Ortiz, que recibió los disparos de la Gendarmería en plena calle, mientras él y sus compañeros cantaban el Himno Nacional. Ortiz murió cuatro días después.
El 2 de abril, a partir de una tarea conjunta de las Fuerzas Armadas denominada “Operación Rosario” los soldados argentinos toman la isla Soledad logrando la rendición de la guardia militar británica en Malvinas, pero al acercarse a la residencia del gobernador, el pelotón fue sorprendido por disparos que dieron muerte al Capitán de Corbeta Pedro Giachino.
El mendocino Giachino fue miembro del grupo de tareas GT3.3 de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y participó en el Área Conjunta 400 que operaba en la zona de Zárate-Campana durante la dictadura militar. La operación estuvo al mando del Almirante Carlos Busser, quien murió en 2012 en prisión preventiva acusado por violaciones a los derechos humanos por la represión ilegal en Bahía Blanca.
A partir del desembarco la dictadura organizó un despliegue propagandístico como el realizado durante el mundial de fútbol de 1978. Los medios de comunicación se sumaron a la campaña de la Junta Militar.
Los soldados que se enviaron a Malvinas provenían de distintas provincias del país, unos 10 mil fueron al Teatro de Operaciones Malvinas. Tenían entre 18 y 20 años y la mayoría de ellos, provenían de distintos sectores sociales, muchos con un nivel de instrucción militar bajo, algunos apenas sabían leer y escribir. En general, no estaban preparados para una guerra y mucho menos para las condiciones del Atlántico Sur.
Las bajas temperaturas, las dificultades del terreno y la falta de elementos básicos provocaron bajas por principio de congelamiento y por patologías como el denominado “pie de trinchera”. Se sumaba una alimentación insuficiente producto de la improvisación logística que provocó incluso la muerte de hambre de algunos soldados.
La situación generó gran sufrimiento a los combatientes, que además padecieron la falta de respeto a sus derechos por parte de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas. La aplicación de castigos a la propia tropa, en pleno combate contra el enemigo, es algo difícil de encontrar en la historia de la humanidad. En la guerra de Malvinas se estaquearon soldados sin abrigo en la turba mojada y en muchos casos bajo fuego de artillería enemiga. Esto podía ser la condena de una falta considerada por los altos mandos como grave, por ejemplo haber matado una oveja para alimentarse.
Muchos años después los ex conscriptos han denunciado estos hechos iniciando una causa judicial para reclamar que se investigue, bajo la figura de torturas, crímenes declarados de lesa humanidad.
La decisión de Margaret Thatcher, el mismo 2 de abril, es la de enviar el operativo bélico más importante desde la Segunda Guerra Mundial. La fuerza de tarea que parte desde Inglaterra reunió una impresionante cantidad de unidades navales, dotadas de moderno armamento, incluso armas atómicas.
Sin dudarlo Washington elige a su aliado Gran Bretaña y anuncia su apoyo en el conflicto, aún en contra de lo establecido en el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca. Ese día 30 de abril se pulverizaron las ingenuas esperanzas de Galtieri de que Estados Unidos apoye a la Argentina.
El 2 de mayo, por decisión de Margaret Thatcher, un submarino nuclear de las fuerzas británicas, hunde al Crucero General Belgrano cuando se encontraba fuera del área de exclusión que Gran Bretaña había delimitado. Este crimen de guerra llevó al conflicto a una situación imposible de revertir, dejando el saldo de 323 muertos.
Los aviones argentinos intentaron impedir el desembarco bombardeando la flota británica, que finalmente logó hacer pie en la Bahía San Carlos. Los ingleses tomaron Puerto Darwin y Ganso Verde. Siguieron avanzando hacia posiciones cercanas a Puerto Argentino. Entre el 10 y el 14 de junio se generan los combates más violentos, generalmente con ataques nocturnos y un intenso apoyo de artillería. En Pradera del Ganso la batalla duró más de 40 horas y en Monte Longdon se luchó por más de 10 horas.
El gobernador militar General Mario Benjamín Menéndez se rindió ante el General Británico Jeremy Moore el 14 de junio. La guerra duró 74 días entre los que hubo 33 de combate. El conflicto bélico costó la vida de 649 argentinos y 255 británicos.
Luego de permanecer como prisioneros algunos días en Puerto Argentino, las tropas argentinas fueron regresando lentamente al continente. A los soldados del ejército se los sometió a una fuerte acción psicológica, en las instalaciones de Campo de Mayo, para que no revelaran lo que habían vivido en la guerra. Fue la orden no hablar de Malvinas.
Galtieri debió renunciar en medio del desprestigio de la dictadura. La derrota contribuyó a que comenzaran las denuncias masivas sobre violaciones a los derechos humanos cometidas entre 1976 y 1983. La sociedad reaccionó frente al anuncio de rendición con un gran sentimiento de repudio al gobierno militar y de frustración frente a la realidad. Esto se debió en gran medida al exitismo con que la dictadura manejó la información sobre lo que sucedía en la guerra.
En cuanto a los soldados que habían peleado en el conflicto, el ocultamiento y la indiferencia que recibieron en su doloroso regreso, les generó uno de los primeros traumas de posguerra. Desde el fin de la guerra se han producido más de 400 suicidios de ex combatientes argentinos. Aunque se estima que han muerto muchos más que no fueron registrados como tales.
Se cumplen 41 años del inicio de la dictadura cívico militar genocida y 35 años de la guerra de Malvinas, ambos acontecimientos son parte del mismo proceso político, por ello el 2 de abril es inseparable del 24 de marzo.