Columnistas // 2017-03-05
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Crónica de un Norcoreano solo
Hoy, estamos en camino hacia un esquema discursivo donde los ciudadanos son culpables de todas sus penurias, donde el estado no es responsable de sus ciudadanos y su direccionalidad de poder está orientada a incrementar las ganancias, de quienes tienen de sobra.


A mediados de la década del 60' Leonardo Favio estrenó la película "Crónica de un niño solo". Considerada por muchos como una de las mejores películas en la historia del cine argentino, narra la historia de un niño rodeado de soledad, angustia, injusticia y dolor. Refleja en su relato, todas las ausencias posibles: familiares, sociales y principalmente del estado donde este último tiene presencia a través de un esquema punitivo (el reformatorio). Filmada en blanco y negro, si no hay alegría, tampoco hay color.

A finales del siglo XIX, los países latinoamericanos después de independizarse, resolver conflictos internos y demarcar fronteras se embarcaron en la construcción de su concepto de nación. Cada cual con sus particularidades, las elites vernáculas fueron influenciadas por el "positivismo" europeo, que no refería a tener buena o mucha onda, sino más bien a la confianza que generaba una incipiente industrialización que parecía no tener límites. Lo que reforzaba esa idea, era el enorme territorio disponible, escasa población (genocidio mediante), recursos naturales disponibles (sin conocimientos todavía de hidrocarburos) y la capacidad latente de producir alimentos.  Aún hoy, es posible escuchar desde Tierra del Fuego hasta Tijuana, cómo los hombres y mujeres de nuestra Latinoamérica hablan de las bondades de cada uno de sus países. Orgullosamente, se mencionan caudalosos ríos; costas (hay países con accesos a dos océanos); recursos lacustres, forestales, mineros, hidrocarburíferos; climas variados que junto a grandes extensiones permiten diversidad de cultivos; etc. Este enorme inventario físico, sin embargo, no permite explicar cómo es posible que existan desigualdades en toda nuestra extensión, o sí. En definitiva, estos recursos cuando pueden ayudar a reducir o mitigar desigualdades, reciben un temible contrataque, no de los ciudadanos sino de los verdaderos dueños.

 

No somos muchos los que en este lado del mundo consideran al estado como un regulador de las relaciones sociales, un distribuidor o más que eso, un desarrollador. Es realmente angustiante tener una clase dirigente que no acepta que un ciudadano de Santiago del Estero pueda ser presidente, que es irreal el poder viajar o comprar electrodomésticos, mucho menos poseer un celular o mejorar el nivel de vida. Es más sorprendente aún que el tan remanido relato de que producimos alimentos para más de 400 millones de personas, con un poco más de un décimo de población, un tercio de la misma (14 millones de argentinos y argentinas) no logren cubrir sus necesidades básicas. Tenemos que poner el aire a 24 grados; tampoco debemos desperdiciar el agua, porque aparentemente la publicidad del gobierno afirma que no sabemos lavar los platos.

Nos da orgullo nuestra histórica producción de granos, pero eliminamos retenciones al trigo y en 15 meses el pan (con ayudita del gas) aumentó 83%. También se eliminó el fondo que compensaba los precios internos del aceite comestible (se exporta el 80% del total producido) aumentando por encima del 160% en góndola. Hoy podemos sentirnos seguros y contentos de volver al mundo porque nuestros precios son iguales que en el Reino Unido. 

No sólo competimos como consumidores debiendo pagar precios de "mercado internacional". Deberíamos sentir alegría, porque tampoco se estorba en las decisiones del sector privado, el Estado ya no se hace cargo de la situación laboral y por lo tanto también competimos con el mundo por nuestros sueldos. Si una empresa despide a 400 trabajadores, seguramente es una decisión empresarial que no está influenciada por la apertura indiscriminada de importaciones.

 

Norcorea, es proyectada por los medios, como un lugar de escasez absoluta, pero también por las excentricidades de sus últimos tres líderes que dentro del país poco resuelven a sus ciudadanos y la nula posibilidad de crítica. 

Hoy, estamos en camino hacia un esquema discursivo donde los ciudadanos son culpables de todas sus penurias, donde el estado no es responsable de sus ciudadanos y su direccionalidad de poder está orientada a incrementar las ganancias, de quienes tienen de sobra. Logran hacerte sentir como un extranjero en tu propio país, donde las "riquezas" del mismo no son para todos. Al lado nuestro hoy, hasta un Norcoreano podría sonreír.

Fuentes:

1. http://www.lagaceta.com.ar/nota/719274/economia/precio-pan-aumento-83porciento-15-meses.html

2. http://www.infobae.com/economia/2016/11/28/el-aceite-sube-6-esta-semana-y-acumula-casi-160-en-el-ano/

3. http://www.cronista.com/economiapolitica/Lo-que-sucede-en-Bangho-es-una-decision-empresaria-20170222-0072.html


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