Columnistas // 2017-02-19
_
China y Argentina: 45 años de relaciones diplomáticas
El 19 de febrero de 1972 se establecieron lazos diplomáticos entre ambos países. Desde ese momento el vínculo se mantuvo y se profundizó. Sin embargo, las decisiones de la actual gestión, abren dudas sobre la continuidad de estos avances.


El país oriental es el segundo socio comercial de la Argentina, apenas por debajo de Brasil, y también es uno de los grandes inversores. Además, en la dimensión política existen grandes coincidencias manifestadas en espacios multilaterales como las Naciones Unidas, el G20 o el G77+China. Los gobiernos anteriores profundizaron el vínculo hasta el máximo nivel, pero la gestión actual presenta serias dudas.

En 1945 se llevó a cabo el reconocimiento mutuo entre Argentina y China, que mantuvieron relaciones de comercio y cooperación a pesar del aislamiento que Occidente le imponía al país oriental en el marco de la guerra fría. Ese mismo año se designó al primer embajador en aquél país, el médico José Arce. Tras el triunfo de Mao Tse-tung y el Partido Comunista Chino en 1949, hubo coincidencias importantes sobre todo a partir de la relación que mantuvieron Juan Domingo Perón y Mao.

La dictadura de Alejandro Lanusse estableció por primera vez lazos diplomáticos formales el 19 de febrero de 1972, a través del Tratado de Bucarest, luego de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aceptara al gobierno comunista como único y legal. Hacía muy poco que Richard Nixon, entonces presidente de los Estados Unidos, se había reunido con Mao en un acontecimiento que cambió la historia en medio de la posguerra mundial. En 1972 se instalaron los embajadores Cheng Wei-Chih en Argentina y Eduardo Bradley en China.

Durante los gobiernos de Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa se firmaron treinta y siete convenios, pero desde 2004 se abrió una etapa donde las relaciones con el país asiático se incrementaron exponencialmente. Desde ese año hasta 2015 el intercambio comercial creció un 700%. El gigante asiático se convirtió en uno de los principales inversores en el país y en muchas actividades su presencia resulta fundamental.

En ocasión de la visita del presidente Xi Jinping en julio de 2014, durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, los Jefes de Estado elevaron la relación a la categoría de “Asociación Estratégica Integral”. Este nuevo status abarca todos los ámbitos de interacción, desde lo comercial y económico hasta lo político y social en el plano bilateral y la cooperación multilateral. Para la Argentina, la relación con el gigante asiático se ha convertido en un eje fundamental. Desde la asunción de Xi Jinping en el 2013, se observó una profundización en la búsqueda de acceso a los mercados de América Latina, África y Europa. También se produjo un acercamiento con Rusia en el marco de promover el multilateralismo.

La República Popular China es una aliado de Argentina en la Cuestión Malvinas. Ha votado a favor de todas las resoluciones de la Asamblea General sobre la Cuestión de las Islas Malvinas, asunto que se trata en el Comité Especial de Descolonización de las ONU. También, el país reafirmó la necesidad de que los Gobiernos de la Argentina y del Reino Unido reanuden sus negociaciones y de que ambas partes se abstengan de tomar decisiones en forma unilateral, que es la posición histórica sostenida por Argentina y la ONU.

Nuestro país respalda el principio de “una sola China”. Reconoce al Gobierno de la República Popular China como el único gobierno legal, quien sostiene que Taiwán es parte inalienable de su territorio. El “no reconocimiento” de Taiwán impone a la Argentina abstenerse de realizar actos que impliquen en forma directa o indirecta el reconocimiento de Taiwán como Estado, o de su gobierno. Sin embargo esto no significa suspender toda vinculación con Taiwán, con la que de hecho mantiene lazos comerciales y culturales.

El trabajo conjunto que se llevó a cabo desde el G77+China en los últimos años, así como la Cuestión de las Islas Malvinas y la política de “una sola China” en relación al conflicto con Taiwán, muestran la coincidencia de criterios y principios entre ambos países. En el mismo sentido, hasta diciembre de 2015 se trabajó en coordinación por apoyar un nuevo orden multipolar y en contra de las pretensiones hegemónicas de algunas potencias y corporaciones.

Con la llegada al gobierno de Mauricio Macri se tomó distancia de los procesos de integración con América Latina y con potencias como Rusia y China y se optó por una alineación subordinada a los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea.

A partir de diciembre de 2015, se decidió dejar de lado el trabajo realizado, los logros obtenidos y la agenda a futuro. El Presidente inició su gestión enfriando el vínculo con el país oriental. Las sospechas y modificaciones de las obras hidroeléctricas de Santa Cruz que se van a realizar con el financiamiento de los asiáticos, las investigaciones antidumping promovidos a productos de ese país, el hundimiento por parte de prefectura naval de un buque chino que pescaba ilegalmente en la zona exclusiva argentina en marzo de 2016, degradaron la relación.

También en este nuevo contexto el gobierno argentino declinó el reclamo de soberanía sobre Malvinas, le pagó a los “fondos buitre” una suma usuraria y perjudicial para el país y el sistema internacional, buscó acuerdos y tratados comerciales con los Estados Unidos y la Unión Europea y, al mismo tiempo, abandonó imprudentemente los esfuerzos coordinados con el gobierno asiático, gestados en el seno del G77+China, el G-20 y la ONU.

El traspié político que sufrió la administración Macri tras el triunfo de Donald Trump dejó al descubierto el error estratégico cometido con China. El país oriental es un actor de importancia global y con creciente influencia en el escenario internacional. Es fundamental, más allá de los intensos debates sobre las oportunidades y riesgos que genera esta relación, sostener una visión de largo plazo, sobre la base del respeto mutuo y los intereses compartidos.
 


/ En la misma sección
/ Columnistas
Elecciones en México: balas y votos
/ Columnistas
Qué es el síndrome de burnout