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En el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, Gran Bretaña se consolidó como el mayor imperio colonial de la época, la extensión de sus colonias superaba en más de cien veces la superficie de su territorio. Sin embargo, la hegemonía británica fue disputada por el poder económico y militar de los Estados Unidos, que a partir de la segunda mitad del siglo XX la desplazará del primer lugar.
En ese contexto, el 3 de enero de 1833 Gran Bretaña logró tomar por la fuerza las islas Malvinas. Hacía mucho tiempo que los ingleses tenían interés en ellas porque deseaban contar con un establecimiento frente al estrecho de Magallanes, ubicación estratégica de ayer y siempre.
Entre 1767 y 1811 se sucedieron treinta y dos gobernadores españoles en Malvinas, luego de que asentamientos ilegales de franceses primero y de ingleses después fueran despedidos mediante negociaciones o por la fuerza.
Al producirse la Revolución de Mayo, la guarnición española de Puerto Soledad recibió órdenes de dirigirse a Montevideo para reforzar defensas. Sin embargo, las Islas no estuvieron abandonadas. En Malvinas permanecieron españoles, criollos e indios. Este punto es importante, ya que algunos diplomáticos ingleses y norteamericanos intentan así justificar las acciones violentas de 1831 y 1833 que más adelante se describen.
Los primeros gobiernos patrios tuvieron en cuenta las Islas como parte integrante del territorio heredado de España. En 1820 tomaron la decisión de establecer autoridades permanentes en las Islas, la tarea estuvo a cargo del coronel de marina David Jewett. La ocupación se hizo con toda seriedad y precedida de una notificación que se remitió a las embarcaciones inglesas y norteamericanas, fechada el 2 de noviembre de 1820. Finalmente, el 6 de noviembre de 1820, Jewett izó el pabellón azul y blanco en Puerto Soledad. Por primera vez la bandera azul y blanca se agitó con los vientos de Malvinas, lo que representó un acto de voluntad soberana que fue aceptado por las naciones del mundo, no hubo actos de protestas ni reclamaciones.
A partir de 1823, el comerciante Luis Vernet se dedicó a la empresa de Malvinas, viajó a explorarlas y a trabajar en ellas, tuvo socios, concesiones y finalmente se radicó junto a su familia en 1829. Poco tiempo después Vernet solicitó al gobierno un nombramiento que oficialice su situación y le otorgue carácter político, por ello el 10 de junio de 1829 se sancionó el histórico decreto que creó una “Comandancia Política y Militar” con sede en la Isla Soledad, pero abarcando todas las islas hasta el Cabo de Hornos. Así fue como Luis Vernet se transformó en el primer comandante establecido por el Gobierno argentino. Este decreto es una de las razones para que la fecha sea conocida en nuestro país como “Día de las Malvinas”.
El desarrollo de las Islas continuó con normalidad hasta que el comandante Vernet decidió aplicar la ley, sancionada por Buenos Aires, que reglamentaba los derechos de pesca y apresó tres embarcaciones de los Estados Unidos que capturaban ilegalmente lobos marinos alrededor de Malvinas. Vernet y su familia decidieron viajar junto a las naves capturadas hasta Buenos Aires, donde se inició el juicio.
Las autoridades norteamericanas se enfurecieron por la medida. Acusaban a Luis Vernet de pirata y ladrón, y pedían que fuera entregado a Estados Unidos o que fuera juzgado según leyes de la Argentina. Ese pedido no tuvo éxito y la corbeta de guerra Lexington, comandada por el capitán Silas Duncan, tomó rumbo al sur.
El día 28 de diciembre de 1831 llegó a las islas, pero una tormenta impidió contacto hasta el 31. La embarcación había enarbolado pabellón francés y señalado el descenso. Desde tierra, el pabellón argentino respondió al saludo, por esto, nadie imaginaba lo que iba a suceder. Las autoridades habían sido invitadas por un teniente a bordo, pero fueron detenidas por la fuerza. Desembarcaron hombres armados, que destruyeron y saquearon las casas y las huertas. Requisaron todo el lugar y apresaron pobladores que fueron sometidos por Silas Duncan a interrogatorio para identificar los culpables de la detención de las naves norteamericanas.
El accionar de Silas Duncan en Malvinas estuvo avalado por las autoridades de los Estados Unidos. Ese país jamás reprobó oficialmente lo sucedido y las distintas misiones diplomáticas enviadas por diferentes gobiernos argentinos, no lograron obtener el desagravio a nuestro pabellón ni la indemnización correspondiente por la destrucción total de la colonia. Terminado el destrozo, la Lexington levó anclas, dejando la desolación atrás. Así llegó el año nuevo de 1832 en las Islas.
Este ataque benefició a Inglaterra, que aprovechó la oportunidad para tomar las Islas indefensas y devastadas. Un siglo y medio después, durante la guerra de Malvinas de 1982, Estados Unidos volverá a beneficiar a sus socios ingleses, y será nuevamente un actor fundamental para la derrota de la Argentina y para favorecer los intereses británicos.
Gran Bretaña ya había invadido Buenos Aires en 1806 y 1807 con resultados adversos, pero no abandonaba su antiguo objetivo de controlar los océanos Atlántico y Pacífico, una presa de gran importancia estratégica. Siempre fue el cono suramericano extremadamente apetecible al paladar inglés.
El 2 enero de 1833 apreció en Malvinas un buque de guerra denominado Clío que ostentaba el pabellón británico. El capitán John James Onslow, sin perder el tiempo, informó a las autoridades que tenía órdenes de tomar posesión de las Islas en nombre de su rey y exigía que la bandera argentina fuera arriada al día siguiente. El capitán Onslow bajó a tierra con un contingente de la marina de guerra y plantó un mástil en una de las casas de Puerto Soledad y enarboló la bandera británica. A unos cuatrocientos metros, en el edificio de la comandancia, flameaba la argentina. Un oficial y un soldado inglés lo arriaron, dicen las crónicas que esta absurda ceremonia demoró unos quince minutos.
La actuación de la Clío, como en el caso de la Lexington, no fue un hecho individual de un marinero o un pirata, sino parte de un plan mayor de la corona. Los historiadores acuerdan que la Clío partió rumbo al Río de la Plata el 14 de enero de 1833, habiendo encargado al irlandés Dickson izar la bandera inglesa todos los domingos y cada vez que llegara una nave. Así los cañones ingleses de la Clío que amenazaron a la población cambiaron la historia para siempre.
En este relato hay dos hechos fundamentales contra la soberanía y el pueblo argentino: primero, el ataque de Estados Unidos contra el archipiélago a fines de 1831; y luego la usurpación británica de 1833 que cambió la historia hasta nuestros días.
Empezando el 2017, el Gobierno de Mauricio Macri elimina del mapa argentino las Islas Malvinas para saludar a su pueblo en año nuevo.