Columnistas // 2022-03-20
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Bolsonaro ya habla como derrotado y autoriza tarifazo de combustibles
Contrariamente a la ligera recuperación de popularidad que ha logrado en los últimos tres meses, Jair Bolsonaro hizo una declaración la semana pasada en la que parece dar por perdida la contienda electoral de octubre. “No veo la hora de que algún día entregue la batuta de la presidencia para poder ir a la playa”, dijo, el martes (8), durante una reunión con líderes evangélicos en el Palácio da Alvorada, residencia del Presidente de la República.


El tono pesimista a menos de siete meses de las elecciones puede estar relacionado con otro hecho: la revelación de la total sumisión del gobierno al mercado, que venía exigiendo a Petrobras un fuerte reajuste de los combustibles para que los precios fueran equivalentes a los estándares internacionales, impactada por el conflicto en Ucrania.

Combustibles y alimentos

Bolsonaro llegó a declarar que cambiaría la política de reajuste de Petrobras, pero no tuvo el coraje de hacer prevalecer su poder de mando sobre las decisiones de la estatal petrolera. El resultado: el jueves (10) se anunció que el diésel subiría un 24,9% y la nafta un 18,8%. A lo largo de 2021, la nafta acumuló 46% de reajuste.

Desde enero de 2019, cuando asumió Bolsonaro, la nafta aumentó un 116%, frente a una inflación del 20,6%. En gas de cocina, el incremento fue del 100,1% %. Con el diésel, 95,5%. Entre octubre de 2016 – segundo mes de Michel Temer en definitivo como presidente – y enero de 2022, el gas de cocina en las refinerías se reajustó un 287,2%, frente a una inflación del 29,8%. Para la nafta, el aumento acumulado fue del 117,2% y el diésel alcanzó un reajuste del 107,1%.

Los accionistas de Petrobras celebran las ganancias que obtienen a costa del empobrecimiento de 210 millones de habitantes.

Esto no es todo. El gobierno no tiene una política de control de stocks y las exportaciones – como tuvieron Lula y Dilma – de granos y los alimentos causaron la disparada de la inflación: en 2021 el índice oficial fue del 10,06%, el más alto en seis años. Los alimentos se han vuelto mucho más caros en los últimos tres años y el consumo de carne se ha reducido mucho.

En Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso, el mayor exportador de ganado bovino del país, miles de personas hacen fila dos veces por semana frente a los mataderos para recibir donaciones de huesos y cuero. Este es uno de los retratos de la era Bolsonaro.

El otro, registrado en varias grandes ciudades, como Fortaleza, Recife y Río de Janeiro, son las escenas de pequeñas multitudes que rodean camiones recolectores de basura en busca de comida. A mediados de enero, en Humaitá, una ciudad de Amazonas, a 590 km de Manaos, el basurero público fue tomado por cientos de personas que buscaban un cargamento de 5 toneladas de pollo que había sido embargado por la municipalidad y enterrado en el sitio.

Debido a la guerra en Europa, se espera que la inflación se dispare aún más en las próximas semanas y los alimentos serán los principales afectados.

Al demostrar debilidad y, en lugar de defender a la población, reafirmar su apoyo incondicional a los accionistas de Petrobras**, Bolsonaro puede haber desperdiciado su última oportunidad de llegar a octubre con alguna posibilidad de superar a Lula. Y él lo sabe. De ahí la frase derrotista.

Sin embargo, para no perder el apoyo de su audiencia más fiel, a medida que se acercan las elecciones, Bolsonaro encarnará el papel del “guerrero” que nunca se rinde. Para la familia Bolsonaro, peor que una derrota electoral sería una derrota moral, que podría poner en peligro la continuidad de la extrema derecha como fuerza política orgánica en Brasil.

De todos modos, esperemos las escenas de los próximos capítulos. En el guión de la serie “Brasil pos-2016”, cualquier cosa puede pasar.

**Solo en 2021, los accionistas de Petrobras recibieron bonos por un total de R$ 63,4 mil millones (alrededor de US$ 12,6 mil millones). La compañía espera pagar a los accionistas entre 60 y 70 mil millones de dólares entre 2022 y 2026.


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