Columnistas // 2021-12-06
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La soberanía vuelve al escenario político y diplomático
Con la elección del secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur Guillermo Carmona se ha reactivado la tratativa y el diálogo con el fin de lograr un acercamiento de las partes. No obstante, el debate que se resume en una cuestión de soberanía es aún más profundo. Hoy se ponen en juego mucho más que el reconocimiento internacional del dominio de las islas sino también el correcto ejercicio de la gobernanza. Será por lo visto el tema a tratar en los próximos años del mandato de Alberto Fernández y del canciller Santiago Cafiero.


Luego de la designación del ex diputado Guillermo Carmona por el canciller Santiago Cafiero como secretario, se puso en sus hombros la responsabilidad política sobre Malvinas. Esta no se agota en ella, sino que se extiende a los asuntos de las Islas Sandwich del Sur y Georgia del Sur y el espacio marítimo circundante. Vuelve a ser una causa de estado. A 40 años del conflicto se reafirma su compromiso. Antes ocupada por Daniel Filmus, pero que hoy asiste al Ministerio exterior y culto. 

Si bien despertó la crítica del sector opositor, que considera su posición de un nacionalismo extremo y cerrado al dialogo, debido a que se opuso a la elección de Geoffrey Cardozo y el excombatiente argentino Julio Aro al premio Nobel de la Paz, y también tras el cruce durante su participación en la comisión bicameral investigadora del hundimiento del submarino ARA San Juan, ha sabido demostrar con acciones concretas la defensa de los intereses nacionales tras llevar apenas unos meses en el mandato. A contrario de los intereses de estos sectores que prefieren extender un manto de silencio  e impunidad. Cabe recordar que muchos han sido relacionados al círculo del ex presidente Mauricio Macri, entre quienes se encuentra Gustavo Arribas al frente de la AFI, investigado por el espionaje a las víctimas del Ara San Juan.

La tendencia pareciera marcar un nuevo rumbo en el orden mundial: la Commonwealth tendría otro drástico giro tras declararse República Barbados. Si bien el pasado lunes, Sandra Prunella Mason juró como presidenta y en una ceremonia que contó con la presencia del príncipe Carlos perteneciente a la Corona Británica, y que además el primer ministro Boris Johnson saliera a decir que la isla del este caribeño continúa siendo parte de la organización de estados británica para “aprovechar las afinidades” y la “comunicación directa”, es un acto indiscutido de emancipación. Este gran paso fue festejado en las calles. Por fuera de las posturas “diplomáticas” que se mostraron en cámaras, la contracara es la opinión pública que sentencia el vinculo con la Corona de ser la responsable de las desigualdades económicas y de ser su único interés el de la explotación de la región, tal como dijo Kristina Hinds, profesora de relaciones internacionales de la Universidad de las Indias Occidentales en Barbados.

No se trata de un caso aislado, sino que forma parte de la lista de una serie de emancipaciones tales como: la primera salida del Imperio por parte de India y Pakistan en 1947, así como se produjo la devolución de las islas de Hong Kong a China en 1997, lo que significó para el país asiático consolidar la unificación y consagrar el orgullo nacional.
Respecto a la política diplomática, Inglaterra ha decidido tomar unas posturas “más relajadas” como en Barbados, ante las situaciones complejas y a fin de mantener el vínculo con los independizados. La estrategia consiste en ofrecer protección militar y manejo de las relaciones exteriores. Tal como sucede con los territorios de las Islas del Canal (Jersey y Guernsey) y la Isla de Man, que sin ser pertenecientes a Gran Bretaña mantienen este vínculo. El factor común es la postura soberana frente a un poderío que se resiste a perder hasta las últimas instancias su poderío. La misma ha sido expuesta en reiteradas oportunidades por el primer ministro Boris Johnson quien a su vez ha sido criticado dentro de su propio partido por no seguir una ideología coherente como resultado del Bretix, “una revolución sin emancipación”, posiciones titubeantes a favor y en contra de la salida de la Unión Europea, su propio “movimiento emancipador”.

Considero que el traspaso de un Estado que jurídicamente no está del todo definido dentro del Commonwealth como es el caso de Malvinas y con una población que ha sido en su constitución forzosa ya que las mismas debieron ser rehabitadas tras luego de la expulsión de los residentes originarios, luego de la invasión y ocupación de las islas por la corbeta británica Clio en 1933. La transición de este pseudo-estado híbrido puede ser moderada, y en el marco de negociaciones por vía pacífica y diplomática en cumplimiento a la Resolución 1415 de las Naciones Unidas a favor de la descolonización donde la Argentina pueda finalmente retomar su administración y que la causa por la que muchos jóvenes dieron su vida en aquella injusta y sangrienta batalla obtenga su última reparación: que nuestras Malvinas sean poseídas nuevamente por nosotros.


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