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Egresado de la Universidad de Chicago – con financiamiento del Estado brasileño, a través de una beca del Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CNPq en portugués) – y profesor de la Universidad de Chile durante la dictadura de Pinochet, quien intervino con mano dura de esta Universidad, Paulo Guedes apareció en el escenario político cuando fue presentado como asesor económico de Jair Bolsonaro poco antes de las elecciones de 2018.
Antes de asumir el cargo de ministro, ya había demostrado su completo desconocimiento de la administración pública. Tras la victoria de Bolsonaro, en reunión con técnicos del Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (IPEA, en portugués), Guedes interrumpió la conversación para preguntar qué era la “LOA” (Ley de Presupuesto Anual). Días después, tuvo encuentro con senadores y terminó revelando que no sabía que el presupuesto del gobierno es aprobado por el Congreso Nacional en el año previo a su ejecución.
Al igual que Maurício Macri y su conocida frase “lo peor ya pasó”, Guedes renueva cada seis meses las promesas de optimismo para el futuro mientras trata de explicar qué salió mal y por qué fracasó el gobierno y la economía se hundió en el período anterior.
Bajo la conducción de Guedes, las cifras de la economía brasileña son terribles y remontan a los niveles de la década de 1980. La inflación de septiembre alcanzó un récord desde el Plan Real (1994). El desempleo también alcanzó un récord negativo histórico y llegó al 14,7% en junio. La reforma laboral de Michel Temer y la reforma previsional de Bolsonaro no cumplieron la promesa de millones de empleos que la nueva legislación iba a generar, impulsada por la confianza de las empresas para invertir más.
En el primer año de Bolsonaro, antes de la pandemia, la fuga de dólares de Brasil fue la mayor en 38 años, alcanzando los 44.700 millones. En 2020, salieron otros 20 mil millones. En diciembre de 2019, Guedes había prometido “una avalancha de inversiones”, que hasta ahora no se ha visto.
Cuando Bolsonaro asumió el cargo en enero de 2019, el dólar valía 3,70 reales. Hoy, la moneda estadounidense se cotiza en 5,65 y puede subir aún más en los próximos días, debido al anuncio de que el gobierno romperá el techo de gasto – dispositivo creado después del golpe de 2016 para limitar las inversiones en áreas sociales – para que el gobierno pueda lanzar un proyecto que pretende reemplazar Bolsa Família y así aumentar las posibilidades de reelección de Bolsonaro en 2022.
Este aumento del dólar, estimulado y justificado públicamente por Paulo Guedes en varias ocasiones [ver video abajo], garantizó una ganancia de 16 millones de reales para el ministro en sus cuentas en paraísos fiscales, lo cual fue revelado por los reportajes de Pandora Papers.
Paulo Guedes defiende el dólar más alto:
Este viernes (22), varios miembros del equipo de Guedes renunciaron a sus puestos por no estar de acuerdo con romper el techo de gasto. Según el diario Correio Braziliense, el propio ministro pidió su dimisión, pero Bolsonaro intentó convencerlo de que permaneciera en el gobierno. Para ello, montaron una rueda de prensa improvisada, sin ningún banner o imagen del gobierno en el fondo, en la que Guedes volvió a proyectar un escenario optimista, citó cifras falsas y trató de justificar el mal desempeño económico y la evidente incompetencia del gobierno para cumplir sus promesas.
En resumen: Paulo Guedes es una trampa que vino con Bolsonaro. Si permanece en el gobierno, el desastre empeora. Si se va, el “mercado” debe tocar las trompetas del apocalipsis y la situación también se agravará.
Las escenas de personas rodeando camiones de basura en busca de restos de comida se multiplican en las grandes ciudades brasileñas. Y al presidente solo le preocupa reducir la diferencia para Lula en las encuestas, que siguen apuntando la posibilidad de la victoria del PT en la primera vuelta (que en Brasil ocurre cuando un candidato supera el 50% de los votos válidos).
Bolsonaro se encuentra en una encrucijada sin salida. Y está arrastrando a 210 millones de personas al fondo del pozo, aunque ese pozo parece no tener fondo.