Columnistas // 2021-10-11
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Ni duros ni blandos. Malvinas es unidad, paz y diálogo
Algunos sectores vinculados al ex presidente Macri y al espacio de Juntos, quieren convencer a la sociedad de que el valor para defender las ideas, la firmeza y las convicciones, son “malas señales” respecto de la relación diplomática con Gran Bretaña en el litigio por la soberanía. Creen que los colonizados debemos dar “buenas señales”, hacer gestos, ceder en lo que nos pidan y andar cabizbajos y sometidos.


En los últimos días, y a partir de la designación del nuevo Secretario de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur, Guillermo Carmona, un sector del establishment – eterno aliado de las potencias extranjeras – volcó sobre la mesa nuevamente la cuestión Malvinas en medio del calendario electoral.

No es la primera vez que distintos voceros del poder económico concentrado se acuerdan de hablar de Malvinas. Hace unos meses y en plena pandemia, Bullrich, propuso cambiar las Malvinas por vacunas Pfizer. Otra voz fue de la candidata a diputada por CABA de Juntos, Sabrina Ajmechet, que declaró que “las Islas Malvinas no son ni nunca fueron argentinas. Las Malvinas no existen. Las Falkland Islands son de los kelpers”. Y ahora, Eduardo Amadeo, ex diputado y hombre del espacio de Juntos, fue el que alzó la voz para decir que se muestran “preocupados” porque la designación del nuevo secretario, entienden, es una señal de endurecimiento en el diálogo con Bretaña. 

Todo indica que, por ahora, está más “preocupado” Amadeo que la propia Gran Bretaña. Nada nuevo bajo el sol: nacidos en esta tierra férreos defensores del extranjero conquistador. Con golpes bajos sin fundamentos pero altisonantes para crear zozobra en la sociedad, se oponen a las decisiones de cualquier gobierno nacional que defienda la soberanía argentina frente al colonialismo. 

Si no fuera su modo de hacer política, sería paradójico. Pero, coherentes con sus formas, quienes durante su gobierno nada hicieron para mantener vigente el reclamo argentino por la soberanía, pretenden mostrarse ahora como los paladines de la defensa de los intereses nacionales. Lo de siempre: decir una cosa cuando son oposición y hacer lo contrario cuando son oficialismo.

La causa Malvinas, claro está, juega un papel central en las decisiones de gobierno. A partir de la direccionalidad política que se le otorgue es posible conocer el modelo de país que se quiere construir: si se priorizan los intereses foráneos o, por el contrario, se defienden los derechos soberanos que pertenecen a todos los argentinos.  

La política del gobierno de Cambiemos sobre Malvinas tuvo un giro de 180 grados respecto del período 2003 -2015. 

Entre el 2016 y el 2019, la política exterior Argentina cambió de forma drástica. Nuestro país se alineó con occidente y casi toda su política se vio condicionada a relaciones totalmente asimétricas. Con el objetivo de estar “integrados al mundo”, el gobierno de Cambiemos priorizó los vínculos con EEUU y países de la UE – entre ellos Gran Bretaña - abandonando así la cooperación e integración regional con países como Bolivia, y optó por acercarse a la Alianza del Pacífico y apoyarse en la OCDE. Así Argentina se integró al mundo por esos años, nuevamente, bajo el paradigma neoliberal: el mercado manda, pone las reglas y los dueños fijan las condiciones.

A partir de este giro en la política exterior, la cuestión Malvinas quedó relegada fuertemente, porque la prioridad se puso en generar buenos lazos (de amistad) con Gran Bretaña y no en avanzar sobre el diferendo. 

Macri tomó la decisión de construir una muy buena y estrecha relación bilateral como parte de su estrategia más general de las relaciones exteriores con occidente. Pero si con eso creyó que avanzaba en la resolución del conflicto, flaco favor nos hizo. No se puede garantizar la paz y el diálogo a costa de los intereses del pueblo argentino.

Un solo dato sería revelador para advertir una gran diferencia entre dos modelos de país y dos mirada del mundo: el gobierno de Cristina Kirchner creó la Secretaría de Malvinas, Antártida y Atlántico Sur. Por el contrario, Mauricio Macri, lo primero que hizo fue eliminarla. Ante ese hecho de una gravedad institucional sin precedentes, el silencio de los que ahora balbucean críticas, fue lo que primó. 

¿Qué habrán pensado en Gran Bretaña respecto de esta decisión? ¿Qué fundamentos tuvo Macri para eliminar una secretaría del estado encargada de defender la soberanía nacional? 

"El que calla otorga" dice un viejo refrán y Macri llevó a la práctica: fue el primer presidente desde la recuperación de la democracia que no nombró en su discurso de apertura legislativa del 2016 el reclamo por la recuperación del ejercicio de la soberanía en las Islas Malvinas. Algo que luego corrigió. Sin embargo, ello no altera lo que realmente cree, ya en 1997, cuando se lanzó a la política, decía que “las Islas Malvinas sería un fuerte déficit adicional para la Argentina”.

El silencio del gobierno de Juntos por el Cambio, no sólo se manifestó en la apertura legislativa. En 2016 Gran Bretaña realizó ejercicios militares en las Islas y, lo que brilló por su ausencia en esa ocasión, fue un comunicado argentino condenando dichas acciones. Para favorece la paz y el diálogo hay que trabajar por ello. Por eso resulta imperioso que el Estado argentino condene todas las veces que sea necesario las acciones y despliegues militar en la perla austral. 

Los comunicados no acaban con la usurpación, pero fijan posturas, lineamientos, objetivos, marcan un rumbo y otorgan una posible trazabilidad de las políticas en materia de soberanía que define el Estado para cuidar sus derechos soberanos. Los silencios, en cambio, muchas veces dicen más que las palabras.

No se trata simplemente de una actitud diplomática ni de declamaciones políticamente correctas, sino de cuestiones concretas que debemos desnaturalizar. El despliegue militar que recurrentemente realiza la British Army en el archipiélago argentino da cuenta a las claras de sus intenciones, sostener militarizado el territorio más militarizado del mundo. Tomando en cuenta que en Islas Malvinas hay 2931 habitantes, y 1500 militares (aprox), la proporción es de 1 militar por cada 2 civiles que residen en las Islas. Además de desproporcionado, inentendible: el conflicto sólo podrá ser resuelto sin armas, con la pluma y la palabra, como decía Sarmiento. 

En el 2017 un ¿error? sin precedentes dejó en claro el desamor que la alianza Cambiemos tiene por nuestras Islas. Nadie podía creer lo que veía en las redes sociales: el ministerio de Desarrollo Social de la Nación publicó un mapa argentino (con la frase “felices fiestas”) donde no estaban ni las Islas Malvinas ni el sector antártico. Ya los alumnos desde primer grado reconocen en cualquier mapa argentino si faltan o no las Islas Malvinas, ¿Es posible creer en un error de tamaña escala? Muchos dudaron de que pudiera deberse a una equivocación. Lo cierto es que fue un profundo agravio al conjunto del pueblo y un insulto a la memoria de nuestros queridos héroes y ex combatientes. Además, los países tienen marcos regulatorios que definen cómo se representa cartográficamente su territorio. El cumplimiento de dicho marco debe ser garantizado por el Estado y, en nuestro país, indica expresamente que está prohibido confeccionar, exhibir, enseñar y difundir mapas argentinos sin las Islas Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur y la Antártida. 

Ya con Malcorra como canciller argentina, el gobierno alcanzó una muy buena relación con el país invasor. Claro, buena para los intereses británicos, ya que se avanzó concretamente en la entrega de la soberanía. 

Uno de los pedidos de Theresa May fue que Argentina levantase las restricciones (que hasta el 2015 existían) a la explotación de hidrocarburos por parte de Gran Bretaña en aguas argentinas del Atlántico Sur. Se cumplió el pedido de May, pero no se discutió sobre cómo avanzar en el cumplimiento de la Resolución 2065 de la ONU que insta a las partes a dialogar. 

Ante alguna de estas situaciones que repasamos ¿alguien leyó al ex diputado Amadeo diciendo algo al respecto? ¿O a algunos de los que ahora se dicen preocupados por el cambio en la conducción de la Secretaría de Malvinas? Estos sectores, vinculados al poder económico, confían todavía en que la política es hacerle sonrisas al poder y otorgar todas las concesiones posibles: ceder los derechos soberanos argentinos, dejar sin efecto las leyes aprobadas en el Congreso, entregar el territorio, el mar, los peces y los hidrocarburos, etc. Esas concesiones, creen, hará más fácil todo: negociar, sentarse a dialogar, realizar entendimientos bilaterales, sumar adhesiones y apoyos, etc. Y nada más lejos de la realidad. El colonialismo del siglo XXI funciona bajo una vieja fórmula: al que se duermen lo velan. 

A través del diálogo sostenido en el tiempo y la firmeza que nos da la indignación del colonialismo que sufrimos, hemos conseguido que cualquiera en cualquier parte del mundo sepa que Gran Bretaña usurpa parte de nuestras tierras. El alegato Ruda consiguió que en 1965 la ONU incluyera la resolución 2065, donde dice expresamente que existe un diferendo de soberanía a partir del cual las partes deben sentarse a dialogar para resolverlo. Desde aquel año a hoy, nuestro país continúa sumando apoyos a dicha resolución. Así es que este año, por ejemplo, se renovó el apoyo al reclamo argentino por parte del grupo G-77 + China, que son 134 países. Estas conquistas en materia de política exterior no se hicieron agachando la cabeza y diciendo todo que sí. ¿Habrá escuchado Amadeo o Macri el alegato de Ruda? ¿Conocerán a Hernán Pujato? ¿Habrán leído la obra de Paul Grossac?

Algunos sectores vinculados al ex presidente Macri y al espacio de Juntos, quieren convencer a la sociedad de que el valor para defender las ideas y los intereses nacionales, son “malas señales”. Creen que los colonizados debemos dar “buenas señales”, conceder lo que nos piden y andar cabizbajos y sometidos. 

Además, como muchos son abonados al negocio de la grieta, pretenden instalar falsas discusiones. Se esfuerzan por discriminar entre blandos y duros. 

No hay dudas que a partir del 2019 la política respecto de Malvinas recuperó la centralidad necesaria para construir un país más igualitario, independiente, libre, soberano y justo. El gobierno tiene entre sus objetivos fortalecer la relación bilateral con Gran Bretaña que permita un mejor entendimiento. Pero fundamentalmente el compromiso asumido es con defender lo que nos pertenece y de lo que hemos sido injustamente despojados por el colonialismo que tanto mal le sigue causando a América Latina y el mundo. 

Hemos vuelto a colocar en la agenda un eje transversal al pueblo argentino: el reclamo por el ejercicio de los derechos soberanos en las Islas Malvinas, Georgias, Sandwich del Sur, los espacios marítimos circundantes y la plataforma continental.

Hace ya tiempo, desde el espacio político que hoy encabezan Alberto Fernández y Cristina Kirchner, se planteó la necesidad de que la causa Malvinas se constituya en una cuestión de Estado; trabajar en la construcción de un gran acuerdo nacional de políticas a corto-mediano y largo plazo que sean permanentes e irrenunciables para que no cambien con cada gobierno ni estén condicionadas a otros acuerdos políticos o económicos del ámbito de la política exterior. Planificar para los próximos 10, 20 y 30 años.

Si hubo un espacio político que trabajó, planificó, consensuó y diseñó políticas en defensa de la soberanía no fue precisamente el del ex Diputado Amadeo. 

Para los que viven del negocio de la grieta, podemos ofrecerles una alternativa superadora: Malvinas no se trata de duros o blandos. Tenemos que empujar todos juntos contra el colonialismo, no podemos perder tiempo en nimiedades, peleas de bajo vuelo, golpes bajos, chicanas y discusiones inconducentes.

Ni Filmus era blando, ni Carmona es duro. Duros fueron otros que creyeron que la rudeza y la violencia eran el camino. Es fácil ser duro con la vida de pibes de 16 años a los que mandaban a la guerra con una 9mm, descalzos y sin comida. Blandos fueron otros, que desde la comodidad de la reposera se sacaban fotos y le hacían gestos al poder, mientras embargaban a 100 años los sueños de los y las argentinas, y metían la cola entre las patas ante la corona británica por si no se va a enoja’ el jefecito. 

Pese a quien le pese (y al poder siempre le pesa) somos coherentes, leales a la causa nacional, apegados a los intereses del pueblo, defensores de la libertad y la independencia y opositores a aquellos que oprimen y conquistan, usurpan y colonizan.

No dejaremos de soñar con izar le celeste y blanca en las Islas; con habitar nuestras tierras y nuestros mares; con pescar y explotar los recursos económicos; con producir conocimiento científico y atarlo al desarrollo productivo; con cuidar la biodiversidad y nuestros recursos de agua dulce. 

Nuestra soberanía la defendemos con la firmeza de la convicción, la memoria grabada a fuego y dolor, y la fuerza de la razón. Porque si algo tenemos sobre Malvinas es razón.


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